POR PATRICIO MARÍN ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE COX (ALICANTE)
Antonio Romero Perpiñán nació en la Villa de Aspe (Alicante) el día 28 de septiembre de 1874, hijo de Antonio y María, naturales de Aspe y Villena respectivamente. Abrazó la carrera eclesiástica y fue el sacerdote que ejerció de cura párroco de la Iglesia de San Juan Bautista de Cox, entre los años 1922-1928. Dotado de ingenio lírico, fue poeta renombrado y autor de un libro de poemas titulado, ”La Hojarasca”. En él se enaltecen las glorias de su villa natal y de la ciudad de Orihuela. Se trata de un librito muy modesto, y con gran contenido, impreso en la ciudad de Murcia, donde aflora su alma de poeta. Al parecer la edición fue muy reducida y apenas quedan ejemplares en librerías de libros usados. Sin menoscabo de su exquisita musa en el arte de versificar, hacia 1927 compuso un soneto execrable y de tal gravedad dirigido al pueblo de Cox, que no se atrevió a darlo a las prensas. Dicho soneto constituía una grave afrenta a sus gentes, y lo dio a conocer en Callosa de Segura en una velada con sus amigos (1). El soneto en cuestión, pese a su gran carga lírica, podríamos tildarlo de maldito. En efecto se trata de una descarada muestra de resentimiento hacia todo un pueblo, injustificable a todas luces. Ni que decir tiene que con dicho soneto se ganó el destierro de la parroquia de Cox, de la que tuvo que salir huyendo con gran peligro de su persona.
Su aspereza o acrimonia hacia los cojenses le llevó a componer dos sonetos, titulados “Pueblo Ideal y Sereno Caballero”. El primero, muy ofensivo, no dejaba títere con cabeza, pues metía a todo el vecindario en el mismo saco. En cuanto al otro soneto, satirizaba la figura del sereno local, sin citar su nombre. Este último sí lo incluyó en La Hojarasca. Los sobredichos sonetos, fueron los siguientes:
PUEBLO IDEAL
Un peñón con chumberas ha por cama, (2)
un corto palmeral lo emperifolla, (3)
y en su tétrica heráldica, la argolla,
de un horrible patíbulo lo infama. (4)
Cuando no se mantiene de la grama, (5)
le sustenta el ajo y la cebolla, (6)
y en su caldera que él sirve de olla,
cuece a las más veces, caballar mojama. (7)
Es feudatario y sus archivos quema, (8)
político entusiasta ¡venga guita! (9)
multideudor falaz..y vaya flema, (10)
rapta, roba, perjura y escupe al Cielo, (11)
y luego, en medio de sus turcas grita:
¡Viva Nuestra Señora del Carmelo!
(Antonio Romero Perpiñán, 1927)
SERENO CABALLERO
En un pueblo de la huerta, (12)
cuya gente es muy despierta, (13)
hay un sereno cazurro (14)
que a las diez abre su puerta,
y sale encima de un burro.
No por innata asnería.
no, señor..¡por picardía!
“porque saliendo montado,
no sabe ninguna tía
si el sereno se ha mojado”.
Son sus palabras. Y es que,
algo débil…(Lo diré,
pese al fin a quien le pese:)
cantando-“sereno” a pie,
trazaba a traspiés la ese.
Mas quien al dormir se achanta
íntegro bajo la manta,
se engaña como un baturro:
juzga que el sereno canta,
siempre que rebuzna el burro.
Y quien ve del animal
el paso procesional,
sonríe, de dudas lleno;
por que no adivina cual
de los dos es mas sereno.
Pensando en esto..no sé,
de la innovación en qué
estriba la picardía.
Yo en puesto suyo, de pie
no paso a caballería.
(Antonio Romero Perpiñán, 1927)
CURA IDEAL
Contestación merece oprobio, (15)
infamando al pueblo en que has vivido,
que con lealtad cobijó tu nido,
que solo fue palacio del demonio.
Pueblo trabajador al cual insultas,
sin razón y solo por deseo,
no es noble brindarle las resultas,
de ese insulto vergonzoso y feo.
Supo aguantarte, con paciencia,
tus despóticos sermones,
y jamás expuso las razones
que guardaba tu hipócrita conciencia.
Su bondad disculpó sus faltas,
grandes o graves aceptadas sin premisa,
pues tu, después de pecar las noches largas,
ibas a la iglesia a decías misa.
(Luis Olavarrieta Miruri, 1927)
Notas
(1).- El cura Romero cultivaba sus dotes literarias en Callosa de Segura, especialmente por las noches. Entre sus amistades callosinas, se encontraban algunas que no eran muy virtuosas, y por ello no era coherente que un sacerdote fuera asiduo de tales compañías.
(2).- El peñón al que alude es un apéndice de la sierra de Callosa en su vertiente de Cox. Dicha situación del pueblo no le restaba belleza, y le confería cierto encanto.
(3).- El palmeral rodeaba al pueblo por todas sus entradas y salidas, por tanto calificarle de corto obedecía a su afán de desprestigiarle, toda vez que era grandioso.
(4).- Las agitaciones políticas en el siglo XIX, se caracterizaban por su violencia, sobre todo en los pueblos pequeños.. El pueblo de Cox no era la excepción, toda vez que el 12 de febrero de 1888, perdió la vida, a manos de dos sicarios, Manuel Lucas Rocamora, cacique local influyente. Se hizo justicia el 23 de febrero de 1889 en la persona de Joaquin San Jaime Expósito, ejecutado a garrote vil. En 1927, es decir, casi cuarenta años después de ese luctuoso suceso, el cura Romero aireaba este asunto sobre el pueblo llano de Cox.
(5).- En el comentario “cuando no se mantiene de la grama” podía referirse al trabajo del agramado del cáñamo, trabajo muy duro, aunque bien pagado que los jornaleros de Cox eran consumados maestros. Al exponerle así, la saña y mala intención del cura Romero, daba pábulo a terceros para pensar que aquí se mordía la grama de los pastos.
(6).- El ajo y la cebolla en Cox, era el cultivo más común después del cáñamo. La plantación de estos liliáceos de cara al invierno, proporcionaba buenos dineros y sacaba de apuros a las familias más modestas. Sin embargo, Romero los esgrimía como alimento de villanos.
(7).- En la ladera de la sierra de Cox existe un paraje denominado “La caldera”, cuyo topónimo se debe a que en dicho sitio se fabricaban abonos de origen animal. Dicha industria se basaba en la recogida de despojos del ganado mular y caballar que se introducían en una enorme caldera en ebullición a la que se añadían productos químicos. Con dicho proceso se conseguía un excelente fertilizante para los cultivos de los campos. Su instalación tuvo lugar a principios del siglo XX, de la mano de José Guiñau Albert, junto con sus cuñados Niñerotas, todos ellos valencianos afincados en Cox.
(8).- La enfiteusis de las tierras y casas de Cox, convertía a sus vecinos en feudatarios de los señores que los rigieron durante más de seis siglos. Esta cuestión no era exclusiva del lugar de Cox, pues dichas cargas feudatarias las soportaron numerosos pueblos del levante español. A la altura de 1927 el otrora poder señorial se desmoronaba por momentos y Romero se afanaba por resucitarlo. En cuanto a la quema del archivo municipal, si acaso hubo algún responsable, no era su vecindario, sino más bien algún agregado foráneo.
(9).- La expresión utilizada por Romero: “político entusiasta ¡venga guita! venía a significar más de lo mismo. Se refería a los políticos locales que no cambiaban su modo de gobernar, aunque fuesen de distinto signo. Según José Luis Sampedro, insigne escritor, a la postre todos hacen lo mismo cuando toman el poder.
(10).- La tardanza en pagar las deudas y con flema, otro de los epítetos utilizado por Romero contra nuestro pueblo, no era exclusiva de todo el vecindario. En efecto, la pobreza de algunos les impedía atender los impuestos y obligaciones.
(11).- La blasfemia como tal es chabacana, grosera y cerril para todo aquel que la practique. Ahora bien, no es exclusiva de ningún pueblo en concreto, por que desgraciadamente está muy extendida. Mucha gente la intercala en medio de sus charlas con toda naturalidad sin que tengan conciencia del daño que produce y sin ánimo de ofender a la Divinidad. Sin embargo es muy frecuente que este tipo de inconscientes blasfemos, con devoción y con fe, aclaman y dan vivas a las imágenes a su paso por las calles del pueblo.
(12).- Sin duda alguna, Cox es uno de los que riegan sus tierras con aguas del río Segura y con toda certeza es un pueblo de la huerta. ¿Dónde está el daño?
(13).- Que la gente de Cox es muy despierta, no tiene nada de deshonroso.
(14).- Según el diccionario de la Lengua Española “Cazurro” viene a significar persona de pocas palabras y que guarda sus pensamientos. El sereno en cuestión, Antonio Gambín Ferrández, apodado “Gramisa”, tenía como principal afición el vino del que no prescindía ni siquiera estando de servicio.
(15).-Ambos sonetos eran insufribles para el pueblo de Cox, y no hubo más remedio que contestar a este cura socarrón. A la sazón ejercía de médico titular de Cox, D. Luis Olavarrieta Miruri, que además de cumplir con la ciencia de Hipócrates, era consumado orador y poeta. A él le cupo la oportunidad de condenar dichos versos malditos, y lo hizo magistralmente.