POR EMILIO ESTEBAN HANZA, CRONISTA OFICIAL DE CANJÁYAR (ALMERÍA)
Aunque mis aficiones literarias van por el campo del derecho, la historia la religión y el ensayo, hoy derivo con un tema aparentemente frívolo: El deporte, y el fútbol. Tal vez no haya frivolidad porque el deporte, y el fútbol más aun, son un fenómeno social que arrastra masas en España y en el mundo.
Los griegos sublimaron el deporte y Apolo era la representación de la belleza física y moral, modelo de la victoria a la que el atleta competidor aspiraba. En el ideal griego el joven busca la perfección en el deporte que luego ampliará a la música y a la poesía y terminará enlazando esta armonía corporal con la idea del “hombre libre”
EPICTETO en sus Disertaciones III, XV, 2,5 dice: “Quiero vencer, aunque trague mucho polvo y sea azotado, y después de todo eso, a veces sea vencido”. Toda una enseñanza.
¿Y qué decimos del deportista Mourinho? En nada se parece al deporte noble… Nos atrevemos a opinar que el único culpable del fracaso del Real Madrid y su insalvable distancia con el Barcelona, es el entrenador Sr. Mourinho y el fiasco deportivo fruto de su típica personalidad.
Un director de grupo y, más aun si este colectivo participa en competiciones, debe ser un buen técnico en la materia pero, sobre todo y primeramente, un humanista que conecte con sus discípulos, que sepa apreciar sus cualidades, que les inspire confianza y seguridad y le quieran y no le teman.
El Sr. que dirige la plantilla madridista es, a todas luces, todo lo contrario. Se recrea en hacerse temer y poner nerviosos a sus subordinados.
Queremos deportistas y rectores del deporte humanos, sinceros y señores que busquen el bien común y no el oropel de su propio brillo.
Es palpable y fuentes autorizadas lo han confirmado, que sus jugadores quieren rendir al máximo y ganar y ganarse la titularidad con su esfuerzo. Y pese a ser la mejor plantilla del mundo individualmente, sin nada que envidiar en este orden personal al clásico rival catalán, tienen ante equipos modestos insistentes resultados deficientes y malos. La conclusión es diáfana, el director de orquesta les hace desafinar, no los aprovecha, se sienten inquietos, amenazados e inseguros por temor al dictador, que se permite, empero, criticarlos públicamente y a ellos no les consiente exteriorizar sus sentimientos (el “que lo hace no sale en la foto”).
Un hecho contundente: Cuando no solo los clubs barcelonista y madridista sino sus cuadros deportivos están cuasi enfrentados hasta en lo personal, Casillas se permite enviar carta privada a su amigo Xavi del club adverso, para relajar y sembrar gestos amistosos. La reacción del “líder” de entrenamiento es reprochar, vituperar y y cuasi-sancionar a su jugador por este gesto humano. ¿Qué se puede pensar de los principios de este hombre? Si vocifera destempladamente contra los árbitros y el club, quizá avergonzado, no toma cartas en su favor se queja y critica al club por “tanto señorío”
¿Qué beneficio crean al Madrid club, a la afición y a los futbolistas y deportistas, en general, ese estilo y esos principios? Ninguno. Un entrenador, meramente bueno, no de “campanillas”, que sea un poco psicólogo, humanista y con caballerosidad obtendría con este elenco privilegiado de futbolistas cosechas muy superiores y no haría sufrir continuamente a muchos de sus subordinados deportistas Si pide irse, que se vaya en buena hora. Ya sé que hay unos pocos, muy dependientes de él, que rinden pleitesía al luso sacrificando cualquier clase de valores y principios. En último término, pienso, “más vale honra sin barcos que barcos sin honra”
Qué lección le ha dado el seleccionador nacional Vicente del Bosque, cuando al recibir el Premio de la FIFA resaltó en su discurso: “Todos queremos ganar, pero estamos obligados a defender el futbol, mimarlo y trasladar la mejor ética y la mejor conducta personal”.
A Casillas, Mourinho no solo le reprobó por su carta apaciguadora de tensiones sino que lo apartó del equipo cuando está en su momento deportivo más dulce con el reconocimiento de las instituciones supremas del fútbol nacional e internacional. Este entrenador se regodea manteniendo a todos en vilo, desconcertados y pendientes de su caprichosa e insospechable decisión que sabe creará sorpresa y conflicto. Y cuando no asiste al premio internacional de entrenadores ,porque no acepta el protagonismo de otros, “explica” su ausencia con una gran mentira constatada por todos. Recuerdo a los Señores Sastre y Epicuro responsables de los campeonatos nacionales de atletismo hace más de medio siglo, enseñándonos a los jóvenes concentrados en los recintos deportivos el slogan: “Hay que saber ganar con nobleza y perder con elegancia”. Llaneza, nobleza y sinceridad, muchacho.
Saneemos desde el deporte nuestra vapuleada sociedad.