POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MOTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
El sol pone en la tierra su alegría de plata y oro. El campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva. Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz, que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida de sentimientos juanramonianos. Todo crece y madura. Las aguas embalsadas, canalizadas y conducidas, por el trabajo y esfuerzo del hombre, corren por elevaciones, derivaciones, compuertas, sifones y acequias que el hormigón, hace años, fue dando forma para que el agua reparta vida. En dos semanas estará aquí el verano para traernos noches de insomnio y tardes de siesta. Porque el sol siente ya la necesidad de subirse a los trópicos.
Avanzan estos días inquietos, azules, verdes, rojos y espumosos ante el desasosiego que produce el tiempo y su compás que nos saca más hacia afuera, hacia la vida. El aire, en su balanceo, deja olores y sabores. Así, con estas imágenes quiero hoy cantar con el poeta oloriano en su florecer de labios y besos, en su intensa enredadera perfumada, suave, que amortigua, las voces, los gritos, el odio y las ausencias; acarreando la claridad, la luz absoluta del alba repleta de barruntos y augurios de esperanzas.