POR MARÍA VICTORIA HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LOS LLANOS DE ARIDANE (CANARIAS)
Una explosión de luz, fuego y estruendos acogerá la noche del sábado 28 de septiembre, víspera del Arcángel, la plaza de San Miguel (Breña Alta) y sus aledaños con la representación del Diablo de San Miguel, con anterioridad celebración eucarística, procesión de la imagen al Llanito con recibimiento alegórico con loas y otra loa al regreso a la Plaza. A continuación tradicional pasacalle de mascarones (gigantes y cabezudos), “corredores de fuegos”, prendido de un castillo en silueta (rememorando el que se hacía antiguamente con cujes, ramas y papeles) y el peculiar Diablo de San Miguel, que caerá rendido ante una destellante Cruz.
En los programa de los festejos detallan los orígenes de este acto singular de la siguiente manera. Hace unos 70 años Corina Pérez Martín, fallecida hace un tiempo a muy avanzada edad, tuvo la iniciativa de representar la lucha entre el Bien y el Mal en los festejos de San Miguel de Breña Alta. Según sus propias palabras: Salió un hombre vestido de diablo, todo vestido de blanco con unos lunares negros, y otras veces era negro con lunares blancos, con unos cuernos, con un rabo (…). Y estaba todo minado y por todos sitios lanzando fuego y bailando al son de la música (…) y cuando estaba en su pleno baile, en su plenitud lanzando fuego, una cruz iluminada, con fuegos que hacen los fogateros (…) el demonio huye de la cruz, huyó, pues terminó de arrojar el fuego que llevaba encima.
Los llamados “corredores de fuego” han sido recuperados por la Comisión de Fiestas siguiendo las indicaciones de los mayores del barrio y magistralmente reinventados por la pirotécnica palmera Hermanos Cabrera, no tienen semejanza con los fuegos artificiales de otros lugares.
El nuevo diablo, recuperado en el año 2009, lo bailó Emilio González, joven vecino del barrio y el relato descriptivo de Doña Corina, aunque ella no lo pudo ver, justificó sobradamente para la Comisión de Fiestas la recuperación de esta manifestación festiva que muy bien puede tener más de 100 años.
Este es el relato descriptivo de un regocijo popular con simbología religiosa del triunfo del Bien sobre el Mal.