EL DUEÑO DEL CASTILLO DE SAN JOAQUÍN LO PONE EN VENTA POR 3,6 MILLONES DE EUROS • LA PROPIEDAD, QUE FUE CONSTRUIDA EN 1586 Y DECLARADA BIEN DE INTERÉS CULTURAL EN 1949, FUE UTILIZADA COMO POLVORÍN, PALOMAR MILITAR, ALMACÉN Y PRISIÓN DEL EJÉRCITO
Sep 12 2017

EL QUE FUERA CRONISTA OFICIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE, EL INVESTIGADOR LUIS COLA BENÍTEZ, MOSTRÓ EN SU DÍA SU PERPLEJIDAD POR EL HECHO DE QUE EL GOBIERNO CENTRAL NO SE LO OFRECIERA AL AYUNTAMIENTO DE LA CAPITAL TINERFEÑA

Castillo de San Joaquín, Santa Cruz.

Si es amante de los monumentos históricos y dispone de una cuenta corriente holgada, quizás ésta sea la oportunidad que estaba buscando porque no todos los días sale al mercado la venta de un castillo con más de cuatro siglos de historia. Si tiene ahorrados 3,6 millones de euros -o ve factible suscribir una hipoteca asumiendo una cuota mensual de 9.240 euros- el castillo de San Joaquín, en Vistabella, podría pasar a engrosar su patrimonio. El inmueble que data de 1586 y cuyo propietario es un particular, ha sido puesto a la venta, según anuncian varios portales digitales especializados, por un precio de 3,6 millones de euros (600 millones de pesetas).

Construido por Juan Núñez de la Fuente fue reconstruido por Joaquín Ibáñez Cuevas. Declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento en 1949, se vende ahora como «chalet-torre» en varias páginas de internet, pero este inmueble ha sido utilizado para infinidad de menesteres.

La también llamada fortaleza de San Joaquín, ubicada justo en los límites municipales de Santa Cruz y La Laguna -este último municipio asegura que el castillo pertenece a la capital tinerfeña- fue construida a finales del siglo XVI a partir de un proyecto del italiano Leonardo Torriani, ingeniero militar enviado por la Corona de Castilla para redactar un informe acerca de las fortificaciones defensivas que existían en las Islas Canarias. A él se le deben también diferentes planos de los primeros asentamientos de población tras la conquista del Archipiélago, planos que en algunos casos, realizó mientras circunavegaba las Islas.

Tras posteriores reformas, el castillo fue utilizado como polvorín, palomar militar, almacén de la Comandancia de Ingenieros y, en 1944, se habilitó como prisión militar. Ese cambio en el uso del inmueble trajo consigo cambios interiores para construir las celdas que albergarían a los jóvenes «arrestados» castigados por la «superioridad» mientras cumplían el servicio militar o ya en la década previa a la profesionalización del Ejército, aquellos declarados prófugos por el Ministerio de Defensa por haberse declarados insumisos para cumplir entonces con aquel deber de incorporarse a filas.

Eso sí, los presos de entonces disfrutaban de unas fantásticas vistas de la ciudad de Santa Cruz pues se encuentra en un enclave que bien parece una especie de cornisa o balconada sobre la que se ve casi toda la capital y el mar.

El Ministerio de Defensa, que también deja claro que el castillo se ubica en Santa Cruz de Tenerife, lo enajenó a un particular a través de una subasta pública en el año 1996. El precio de salida fue de 42,5 millones de pesetas en aquel entonces, es decir, 255.439 euros, toda una ganga por la adquisición de un castillo que tiene una superficie construida de 865,25 metros cuadrados en una parcela de 3.134,98 metros cuadrados en total.

Completamente olvidado, rodeado de basura y convertido en un triste mural para los grafiteros, en su día fue majestuoso, pero hoy su estado es prácticamente de ruina.

El que fuera cronista oficial de Santa Cruz de Tenerife, el investigador Luis Cola Benítez, como el concejal de Santa Cruz por Alternativa Si se puede, Pedro Arcila, mostraron en su día su perplejidad por el hecho de que el Gobierno central no se lo ofreciera al Ayuntamiento de la capital tinerfeña.

Luis Cola Benítez contó a este periódico en abril de 2011 que «cuando fue comprado por un particular», cuyo nombre desconocía, «se dieron cuenta del interés de éste por construir en la zona debido a las espléndidas vistas de la capital y el mar y por eso solicitaron que fuera declarado BIC, dado su valor histórico. En el año 2000 el Ejecutivo canario le otorgó tal distinción, por lo que su dueño ya no pudo tocar la fachada.

Hubo planes para convertirlo en un espacio público incluso reconvertirlo en un restaurante y cafetería, pero finalmente el torreón ha ido cumpliendo años sin que sus muros hayan aguardado nuevas actividades. Y al menos hasta hace uno años, su interior solo era visitado por un vigilante que intentaba mantener a raya a grafiteros y toxicómanos se dejaban caer por la zona, poco iluminada por la noche.

Por su parte, Pedro Arcila ha recordado que son varias las ocasiones en las que desde su grupo municipal ha solicitado al equipo de gobierno que se interese por este «castillo, torreón, fortaleza o chalet-torre» y que lo rehabilite la Corporación para convertirlo en un centro dotacional, cultural y deportivo para los jóvenes de Cuesta Piedra.

«Es más, han sido los propios chicos de este barrio quienes han propuesto que esta fortaleza sea útil para su zona, sobre todo teniendo en cuenta el déficit de recursos que existe en Cuesta Piedra y el estado de abandono en el que se encuentra», comentaba el edil Arcila a principios del mandato pasado.

De nada le ha servido al castillo de San Joaquín haber sido declarado Bien de Interés Cultural, al igual que ocurre con otros bienes patrimoniales canarios. Allí sigue ofreciendo una imagen de abandono a pesar de su catalogación y a convertirse en Bien Interés Cultural e histórico. «Hemos denunciado en varias ocasiones el estado de abandono en el que se encuentra, pero parece que nadie quiere hacer nada», comentó el portavoz municipal de Sí se puede.

Quizás esa imagen depauperada cambie pronto si es adquirido por alguien con un buen proyecto de rehabilitación.

Fuente: http://www.laopinion.es/ – Migue Ángel Autero

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