GRAN PARTE DE SU HISTORIA FUE RECOPILADA EN EL LIBRO DE BENITO MADARIAGA, CRONISTA OFICIAL DE SANTANDER, Y CELIA VALBUENA, TITULADO: ‘LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE VERANO DE SANTANDER, 1932-1936 (UIMP, 1999)’
En una península de la cordillera Cantábrica, proyección en el mar de la ciudad de Santander (España), se levanta el suntuoso palacio de La Magdalena. Fue la residencia de verano de la monarquía española en las primeras décadas del siglo XX. Allí supo veranear el rey Alfonso XIII y su bellísima esposa la reina Victoria Eugenia, de quien dijo Unamuno que coordinaba, en una sola persona, inteligencia y galanura.
La universidad
El palacio de estilo georgiano fue un regalo de los santanderinos a sus majestades los reyes de España para que lo usaran en sus vacaciones de verano. El gobierno de la República Española lo desafectó y se decidió transformarlo en una universidad de carácter internacional. Con el tiempo se convertiría en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que se conoce por su acrónimo: UIMP. Su primer rector fue don Ramón Menéndez Pidal. Para darle vida se decidió implementar allí, aprovechando playas, paisajes y clima, los «Cursos internacionales de verano» que abarcaran los mejores aspectos de las ciencias y de las artes. Los cursos comenzaron en 1932 y solamente fueron interrumpidos por la Guerra Civil Española (1936-1939), reiniciándose luego hasta la actualidad. Entre 1932 y 1936 los cursos alcanzaron su máximo esplendor ya que concurrieron allí los más grandes escritores, filósofos y científicos españoles así como también premios Nobel y otros sabios extranjeros de jerarquía internacional.
Entre los habitués que dictaron clases y conferencias se encontraban Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Xavier Zubiri, Américo Castro, Salvador de Madariaga, Manuel García Morente, entre otros notables.
El filósofo español Julián Marías, por entonces un joven estudiante, cuenta lo emocionante que significaba estar sentado en la hierba de los jardines del palacio rodeado de los grandes maestros. Los documentos oficiales guardan la historia de los cursos y sus profesores. Ricos detalles anecdóticos se conocen por la correspondencia o memorias de esos gigantes del pensamiento. Por ejemplo, las cartas que Pedro Salinas enviaba a su esposa y donde le contaba que Unamuno era un híper cinético que hablaba y escribía todo el día, dando charlas interminables a cualquiera que se encontrara en los pasillos y que de noche siempre había que acompañarlo hasta su cuarto porque se perdía en el interior de la residencia. Gran parte de estas historias fueron recopiladas en el libro de Benito Madariaga, cronista oficial de Santander, y Celia Valbuena, titulado: ‘La Universidad Internacional de Verano de Santander, 1932-1936 (UIMP, 1999)’. La particularidad de los cursos era que no solamente disertaban allí los grandes filósofos y escritores españoles, sino también pensadores de gran calibre llegados desde distintos países.
La foto de los genios
Albert Einstein había visitado España en 1923 invitado por el Dr. Blas Cabrera Felipe (1878-1945) quien es considerado hoy el «Padre de la Física Española». Blas Cabrera participó en las famosas conferencias Solvay que reunía a lo más granado de la ciencia mundial y donde destacaban nombres como Albert Einstein, Marie Curie, Werner Heisenberg, Niels Bohr, Wolfgang Pauli, Lord Rutherford, Enrico Fermi, Max Planck, Erwin Schrodinger, Max Born, entre otros. Una de esas conferencias, la de 1927, alcanzó un brillo inusitado, al punto que la foto que se tomó de los allí presentes se considera la mayor concentración de materia gris en toda la historia. La mayoría de ellos eran o serían más tarde premios Nobel.
Algunos fueron invitados especialmente a La Magdalena y dejaron su marca en la historia. Erwin Schrodinger (1887-1961), laureado con el premio Nobel en 1933, fue una de esas figuras rutilantes. Disertó sobre «La nueva mecánica ondulatoria». Schrodinger, está considerado como un genio en el estricto sentido de la palabra que abordó distintos campos de conocimiento desde el pensamiento de los griegos hasta sus reflexiones acerca de la naturaleza de la vida. Como físico es famoso por su ecuación que relaciona el comportamiento cuántico con las propiedades de una onda continua no relativista y también por su paradoja del «Gato de Schrodinger», un experimento imaginario para exponer una de las interpretaciones más contraintuitivas de la mecánica cuántica. A pesar del afecto que Schrodinger sentía por Unamuno, este último lo trató con extrema frialdad como han comentado algunos biógrafos.
Los cursos de verano de 1934 estuvieron dedicados a las ciencias químicas bajo la tutela del español Enrique Moles (1883-1953), una figura prestigiosa en el ámbito internacional de la química. Entre los concurrentes se encontraban G. Barger (Edimburgo), E. Biilman (Copenhague), E. Cohen (Utrecht), H. von Euler (Estocolmo), Fr. Fichter (Basilea), F. Haber (Berlín), C. Matignon (París), N. Parravano (Roma), E. Spaeth (Viena), W. Schlenk (Berlín), R. Willstatter (Múnich), A. Seidell (Washington), N. Zelinsky (Moscú) y J. Gérard, este último secretario general de la Unión Internacional de Química. De ellos Haber y Willstatter estaban laureados con el Nobel. Entre los temas tratados estuvieron la auto-oxidación por Haber, el origen orgánico del petróleo por Zelinsky, la inestabilidad de la materia por Cohen, la química de las altas temperaturas por Matignon, entre otros.
No solo ciencia
Pero no todo era ciencia. Federico García Lorca se presentaba todos los años con su compañía La Barraca y ofrecía las mejores piezas de teatro además de exquisitos recitales de poesías. En una oportunidad coincidió allí el matrimonio argentino conformado por Norah Borges y Guillermo de Torre. También participaron de los cursos de idioma y literatura personalidades como Jorge Guillen, Dámaso Alonso, Jaques Maritain y María de Maeztu, esta última discípula de Unamuno y Ortega.
Sería imposible mencionar el amplio espectro de personalidades que en aquellos años frecuentaron La Magdalena. Entre ellos Odón de Buen que se convertiría en el “Padre de la Oceanografía Española”, Hugo Obermaier pionero en los estudios del hombre prehistórico de la región de Santander donde se encuentran las famosas cuevas de Altamira y Eduardo Hernández Pacheco famoso geólogo español que disertó sobre la fisiografía, el clima y el paisaje, así como también diversos asuntos de paleontología.
Guerra y exilios
En 2002 se cumplieron 70 años de la iniciación de los cursos de verano y el suscripto fue invitado como profesor extranjero a La Magdalena para disertar en el seminario sobre “Interacción entre las energías interna y externa de la Tierra”, bajo la dirección del geólogo español Dr. Francisco Anguita. Ello incluyó un viaje de estudio a la costa cantábrica, donde se encuentran formaciones geológicas trabajadas por el mar que dan lugar a paisajes únicos y singulares que conforman el Parque Geológico “Costa Quebrada”.
Junto a los otros profesores españoles fuimos alojados en las habitaciones del palacio las cuales llevan nombres de las viejas personalidades que por allí pasaron. Una experiencia impar si se tiene en cuenta toda esa ciencia y cultura que brilló a mediados de la década de 1930 la que lamentablemente se haría pedazos con la guerra civil.
La mayoría de aquellos lúcidos profesores terminaron sus días en el exilio, cuando no encarcelados o fusilados como el hijo del Dr. Blas Cabrera. El propio Blas Cabrera logró su exilio en México gracias a la intervención del propio Einstein. Muchos escaparon a Francia como Enrique Moles o llegaron a distintos países de América, entre ellos México que acogió a Odón de Buen, Arturo Duperier (propuesto más tarde al Nobel de Física), Ignacio Bolívar (que fundó la influyente revista Ciencia), José Gaos, entre muchos otros. Argentina recibió al jurista Luis Jiménez de Asua, al poeta Rafael Alberti, al guitarrista Manuel de Falla, al matemático Luis Santaló, al filósofo José Ortega y Gasset, entre otros. El filósofo Manuel García Morente escapó a Tucumán con sus dos hijas y fue contratado como profesor extraordinario de la universidad. Autor de una voluminosa obra, sus “Lecciones Preliminares de Filosofía” son un clásico de la materia en nuestro país. La razón de ser de La Magdalena, bautizada como “Isla de Libertad”, fue siempre el culto y el respeto a los saberes humanísticos y científicos.
Fuente: https://www.eltribuno.com/ – Ricardo Alonso