POR ANTONIO GASCÓ, CRONISTA OFICIAL DE CASTELLÓN
Se cumplen en este año del señor de 2019, 500 años de un ataque en las costas castellonenses de los piratas berberiscos que se ensañaron con Oropesa, aunque 15 años antes lo habían hecho con Castelló. Al respecto, cabrá referir el texto de la «Relación de las torres que hay en la costa de la mar del reino de Valencia de la parte de Levante, que fueron visitadas por el Marqués de Caracena Virrey y Lugarteniente de su Majestad y capitán general del dicho reino y lo que hay que remediar y reparar en ellas y ha importado el sueldo y paga de un año que se dio a la gente que en ellas sirve y a las compañías». El mandatario visitó en su viaje por las distintas atalayas, la de Castellón el 9 de noviembre de 1607 y encontró en ella «una pieza de artillería que tira seis libras de bala». En conclusión decretó que «hay que proveer de tres astas para la cuchara, el coquete y lanada».
Cabría referir que los ataques de los berberiscos en tierras valencianas, aunque se redujeron, no cesaron con la victoria de Lepanto de 1571. Y, a poco que el lector sea aficionado a la historia, sabrá que en 1609 Felipe III expulsó a los moriscos de estas latitudes teniendo en cuenta el criterio de la Inquisición y de la Iglesia, en particular el del arzobispo y virrey de Valencia, San Juan de Ribera, cuya resolución respecto a las medidas a tomar con los islamitas ha suscitado múltiples controversias entre los historiadores. Es contundente el escrito que envía el 27 de agosto 1609 a Felipe III, en el que acusa a los moriscos de querer conquistar España con ayuda del imperio otomano.¡Ayyyyyyyyy! Uno se acuerda de Nietzche.