EL FRANQUISMO EN TORREVIEJA: AUTARQUÍA (1939-1959) (14)
Ene 14 2017

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Acto de exaltación a Falange en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Torrevieja ante el gobernador de la provincia. / Colección de Fco. Sala
Acto de exaltación a Falange en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Torrevieja ante el gobernador de la provincia. / Colección de Fco. Sala
Acto de exaltación a Falange en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Torrevieja ante el gobernador de la provincia. / Colección de Fco. Sala
Acto de exaltación a Falange en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Torrevieja ante el gobernador de la provincia. / Colección de Fco. Sala

Con el final de la Guerra Civil y la dictadura de Franco se estableció la censura, cuya definición sería el dictamen y juicio que se hace o se da acerca de una obra o un escrito, fue una tarea concebida para establecer la verdad y propagar la doctrina del Movimiento.

Era preciso divulgar la cultura promulgada por el nuevo régimen al pueblo, por medio de la difusión de las buenas costumbres y la transmisión de la cultura tradicional española. El punto de partida debía ser la eliminación de toda voz disidente. Para el Estado Católico la censura “más que una acción que eliminara la libertad era una función preventiva”.

Una infinidad de leyes, decretos y normas de funcionamiento dotó de instrumentos eficaces al cuerpo de censores que desde las delegaciones provinciales, comarcales y locales ejercía un severísimo control sobre cualquiera de los medios de comunicación social.

La censura se ciñó a un esquema inquisitorio y la pauta que seguía si atacaba al dogma, a la moral, a la iglesia o a sus ministros, al régimen y a sus instituciones, a las personas que colaboran o habían colaborado con el régimen.

Todo lo que tiene que ver con el ejercicio del periodismo, el cine, la manera de vestir y hasta las más simples opiniones, fueron en Torrevieja el objeto de atención de la Guardia Civil y de las autoridades municipales.

La actividad censoria de mayor envergadura e intensidad fue la relacionada con las publicaciones periódicas, como en el caso del semanario ‘Vista Alegre’ en el que actuaba de censor Antonio Sánchez Sala, a la vez oficial primero del Ayuntamiento, secretario de la Comisión Oficial de Festejos, representante de la Masa Coral Schubertiana y, años después, delegado local de Información y Turismo, teniendo asignada la tarea de controlar y velar por el cumplimiento de las normas establecidas por el régimen.

El mundo del cine también fue objeto de una importante censura. Los empresarios de la salas de cine en cada localidad, Francisco Mora Cid y Alfonso Guixot Guixot, representado por Venancio Sansano Torregrosa, tenían la obligación de presentar la hoja de censura de la correspondiente proyección cinematográfica al delegado local antes de que pasara el filme con el fin de obtener el visado o autorización en firme. Prescrita estuvo también la proyección de NO-DO en todas las salas. Lo mismo ocurría con las piezas que se representaban en el teatro.

Existían criterios de moral sexual, entendida como prohibición de la libertad de expresión que implicara un atentado al pudor y a las buenas costumbres y abstención de referencias al aborto, homosexualidad y divorcio; opiniones políticas; el uso del lenguaje considerado indecoroso, provocativo e impropio de los buenos modales. La religión como institución y jerarquía, era depositaria de todos los valores divinos y humanos e inspiradora de la conducta.

La censura fue el poder que ejerció el estado franquista para prohibir, la difusión a un estadio público, de una noticia, de un libro, de una película o de algún documento, a través y con el cual se pudiera atentar contra la estabilidad del estado, su subsistencia e incluso directamente contra su existencia.

El objetivo primordial que se perseguía a través de la censura siempre era limitar, controlar la libertad de expresión, especialmente, en aquellos casos en los cuales se postulase una opinión contraria al orden establecido.

Destacar la persona de Juan Aparicio López, que a comienzos de los años cincuenta llegó a Torrevieja. Periodista que la andadura de la Escuela Oficial de Periodismo, siendo fundador de las revistas ‘Así es’, ‘La Estafeta Literaria’, ‘El Español’, ‘Fantasía’, ‘La Gaceta de la Prensa Española’, ‘Fénix’ y ‘Memoranda y documenta’; dirigiendo diario ‘Pueblo’, ocupando la dirección general de Prensa durante un gran periodo de los años cuarenta y cincuenta.

Compro una casa en la calle Gumersindo, que hasta el año 1951 había pertenecido a la familia del erudito oriolano Junto García Soriano, archivero e historiador, que durante los años de la Guerra Civil salvó una parte importante del patrimonio de Orihuela. Destacar de Aparicio López haber sido el impulsor del Certamen de Habaneras y fundador del semanario ‘Vista Alegre’.

Su declinar político coincidió con el avance de la tecnocracia opusdeista y la correspondiente pérdida de protagonismo del nacional sindicalismo: en 1957 fue destinado a la Embajada española en Roma como consejero de información, vuelto a España en 1958 ocupó durante poco tiempo la dirección de la Mutualidad de Periodistas, para convertirse en profesor de la Escuela de Periodismo, manteniendo entrañables contactos con Torrevieja hasta su muerte acaecida en abril de 1987.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 14 de enero de 2017

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