SU RESTAURACIÓN, A COMIENZOS DE LOS 80, FUE POSIBLE GRACIAS AL EMPEÑO DE UN GRUPO DE JÓVENES VINCULADOS A LA LOCALIDAD ZARAGOZANA, ENTRE LOS QUE SE ENCONTRABA EL ACTUAL CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA, ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO
El molino de viento de Malanquilla, uno de los pocos que quedan en Aragón, es todo un gigante. Está considerado el padre de los molinos de viento en España y dentro de su tipología es el de mayor envergadura del mundo, con 21,20 metros de perímetro exterior y 9 metros de altura. El origen de este edificio de tipo manchego y aire cervantino se remonta al siglo XVI y su restauración, a comienzos de los 80, fue posible gracias al empeño de un grupo de jóvenes vinculados a la localidad zaragozana, entre los que se encontraba el actual Cronista Oficial de Malanquilla, Antonio Sánchez Molledo.
En la segunda mitad de los 70, Sánchez Molledo constituyó la Junta para la reconstrucción del molino de viento del pueblo, además de la Patrulla de Rescate número 26 con la que participó en el programa ‘Misión rescate’, una competición educativa organizada por Radio Televisión Española en colaboración con la Dirección General de Patrimonio Artístico. El premio para los ganadores de este concurso consistía en la restauración gratuita del monumento que eligieran de entre los incluidos por cada equipo participante en una memoria de actividades sobre patrimonio artístico.
La Patrulla de Malanquilla se llevó el Trofeo de Oro en 1977 por «la completa revalorización tanto histórica como artística, documental y etnográfica de la localidad, unido a la intensa labor de promoción de ‘Misión Rescate’», según reflejo el acta del jurado.
Sin embargo, la mayor parte de los miembros de la Patrulla de Rescate Nº 26 dimitieron “tras el incumplimiento de las bases del programa y en concreto del punto donde se afirmaba que la organización se haría cargo de la restauración del monumento objeto del Trofeo de Oro, -relata Sánchez Molledo en una publicación que recuerda el 40 aniversario de aquella gesta-. “La organización se basaba para negarnos aquella reconstrucción anunciada en que el Trofeo de Oro se nos había concedido por todo el conjunto monumental, así como por la intensa labor de difusión del mismo”.
Pese al varapalo que supuso la decisión, un grupo de personas vinculadas a Malanquilla, con el apoyo del Ayuntamiento y la Parroquia, constituyó en 1979 la Junta para la Reconstrucción del Molino de Viento con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para iniciar la restauración del edificio, que comenzó en 1981, con la participación de técnicos manchegos llegados de Mota del Cuervo.
Un símbolo muy presente
La reconstrucción se hizo en diferentes etapas hasta alcanzar su estado actual. La última intervención finalizó en marzo de 2010. “Se trabajó en la recuperación interior del molino y en la puesta a punto de su maquinaria, la rueda catalina, el freno, colocación de velas… En total se invirtieron 41.380 euros”, explican fuentes de la Comarca Comunidad de Calatayud.
“Ahora tenemos que restaurarlo de nuevo porque al estar a la intemperie sus maderas se deterioran y hay que pintar. En septiembre queremos dar una mano al tejado y también realizar algunas reparaciones en las aspas”, cuenta el alcalde de Malanquilla, Ernesto Marín.
En la actualidad, el Ayuntamiento de Malanquilla se hace cargo del mantenimiento y la gestión de las visitas. Con poco más de un centenar de habitantes empadronados, “aunque en invierno no llegamos ni a 20”, apunta Marín, el molino de viento de la localidad, donde en el pasado se molían cereales, cebada, avena, centena y otros cereales es todo un símbolo del pueblo, presente en su bandera y en su escudo gracias al impulso de Antonio Sánchez Molledo.
Para visitar el molino de Malanquilla solo es necesario dirigirse al pueblo y “preguntar por mí en el Ayuntamiento o pedir la llave. Si puedo en ese momento, yo mismo acompaño a los visitantes; y si no, se les deja la llave para que puedan entrar a verlo”, informa el alcalde.
El gigante de Malanquilla es un referente en Aragón, y junto al molino de Ojos Negros y el de Tabuenca, son las únicas construcciones restauradas de este tipo. Aunque todavía quedan restos de molinos de viento en localidades como Sestrica, Aguilón, Used, Torralba de Ribota o Bujaraloz.
Fuente: http://www.heraldo.es/ – P. Zapater
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