EL GIGANTE VERDE CON EL QUE HABLABA CODORNIÚ • LAS CAÍDAS DE RAMAS DEL FICUS DE SANTO DOMINGO HAN SIDO UNA CONSTANTE EN LOS 125 AÑOS DE EXISTENCIA QUE TIENE EL IMPONENTE ÁRBOL
Jun 18 2017

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

Tráfico. El ficus, en el año 1991, rodeado de tráfico.

Cuentan que incluso hablaba con él. Porque aquel espléndido árbol era el que más le gustaba en el mundo. E incluso consiguió frenar una campaña para cortarlo, ya entrado el siglo XX. Los vecinos de Santo Domingo denunciaban que las enormes ramas del ficus tapaban el sol de sus fachadas. Y Ricardo Codorniú, en una época donde la ecología era una quimera, alzó su voz para defender tan espléndido ejemplar. Es posible que el ficus comprendiera aquella defensa pues años más tarde, el 26 de septiembre de 1923, cuenta la leyenda que se desgajó del imponente tronco una gran rama. Lo hizo el mismo día en que murió Codorniú.

El ficus acababa de cumplir sus primeros treinta años de edad, desde que fuera plantado en 1893. Se conoce esta fecha porque Codorniú la incluyó en su obra ‘Guía del Parque Ruiz Hidalgo de Murcia’, una obra divulgativa y científica creada para acompañar a los visitantes en aquel espacio verde que ocupaba los sotos del Segura. Fue la primera guía de este tipo en España.

Si realmente fue plantado en aquel año y Codorniú no equivocó el dato, el ficus de Santo Domingo sería uno de los primeros que llegaron a las ciudades del Levante español. Y el más antiguo de la Región. Cierto es que en 1888 anunció ‘La Paz de Murcia’ que «ya se riegan los nuevos árboles de Santo Domingo con agua de Caravija», acequia desde donde se desvió un canal hasta «alrededor de los cuatro jardines futuros». El periódico hacía referencia a «la poca sombra» que había en la zona. En marzo del año siguiente, 1889, el Ayuntamiento acuerda «colocar una verja, cuando haya fondos, que cerque el bonito jardín de Santo Domingo». Más o menos coinciden las fechas con las que aportara Ricardo Codorníu y Stárico, abuelo, por cierto, del inventor del autogiro. Cartagenero de pro, este ingeniero de Montes fue el más firme defensor del medio ambiente y el principal impulsor de la reforestación de Sierra Espuña y de Guardamar. De ahí el sobrenombre de ‘Apóstol del Árbol’.

En 1921 y bajo el pseudónimo de ‘El Viejo Forestal’, Codorniú arremetía contra la falta de respeto hacia los árboles y proponía la creación de una fiesta «que podrá titularse ‘Funeral del Árbol’». Incluiría una procesión que se dirigiera «con músicas, banderas, danzantes y pendones, sobre todo pendones, a Santo Domingo». Y allí, «frente al gran ficus que actualmente es el más hermoso de Murcia» se pronunciaría un discurso. Luego, «al grito de ‘muera el árbol’, con un hacha […] irán dando golpes al tronco del ficus».

Unos días después de la muerte de Codorniú el diario ‘La Verdad’ se hizo eco de uno de los muchos incidentes que ha protagonizado este árbol en su centenaria historia. La caída de una gran rama destrozó parte de la verja del jardín. En aquella ocasión se preguntaba la prensa si acaso «no ha habido aquí un oculto y vergonzoso designio de destrucción», puesto que parecía cortada.

«El árbol perecerá»

‘La Verdad’, por otro lado, erraba al asegurar que el árbol «no podrá resistir la formidable amputación y perecerá». No fue así, claro. El Ayuntamiento acordó entonces no cortar más ramas y circundar el ejemplar «por medio de una verja de hierro que impida el desgajamiento». La ciudad levantaría pronto un busto en homenaje a Codorniú, obra del más destacado escultor murciano del siglo, José Planes.

La inauguración de la escultura se realizó el 4 de octubre de 1926, a las cuatro de la tarde. El rector de la Universidad de Murcia y presidente de la comisión organizadora del homenaje hizo la entrega formal de la escultura al alcalde, Martínez García, en presencia de la familia y mientras se entonaba el Himno de los Exploradores.

La niña Anita Hernández Ros, nieta de Codorniú, fue la encargada de descubrir la obra donde, según la leyenda, también ella quedó inmortalizada en mármol de Italia. Tras unas palabras del poeta Jara Carrillo, la banda de música del Regimiento de Sevilla cerró el acto tocando el Himno a Murcia.

El mismo año en que se inauguró el monumento, el diario ‘Levante Agrario’ recordaba que la «cuchilla municipal» se había ensañado con grandes árboles de la ciudad, entre los que se encontraba una gran fila de gigantescos plátanos que había en el jardín de Floridablanca. Y añadió el rotativo que, «en ese tiempo también se desgajó uno de los brazos de ese ficus que va a tener delante de su tronco el monumento que se ha de dedicar al Viejo Forestal».

De hecho, la escultura de Codorniú se ubicó «en el lugar donde aparece mutilado un brazo del ficus». El Ayuntamiento también inauguró una biblioteca, instalada en un quiosco bajo las ramas del ya entonces célebre ejemplar.

Apenas un par de meses más tarde, el 27 de diciembre de 1926, el árbol volvió a convertirse en noticia debido a una espectacular nevada. Contaba ‘La Verdad’ que «el bonito jardín de Santo Domingo ha quedado destrozado, habiéndose caído grandes ramas del hermoso ficus». Otra vez. En la Guerra Civil se excavó un refugio antiaéreo, que aún permanece en el lugar, y que afectó también al crecimiento de las raíces.

Ramas de mil quilos

Las podas al árbol tampoco son ninguna novedad. Desde hace décadas se somete el ejemplar a periódicos escardes. Uno de los más severos se realizó el 3 de junio de 1964, como informó al día siguiente el diario ‘Línea’. Las ramas eran inmensas. «Algunas de ellas dieron un peso que oscilaba entre los quinientos y los mil quilos». El entonces redactor Juan Ignacio de Ibarra justificaba la poda, que algunos habían criticado, porque «más vale conservar el árbol con menos ramas, que las ramas sin árbol».

El viernes volvió a desplomarse una gran rama de este anciano vestigio de la Murcia que se fue. Y quedó destrozado al pie del monumento que la ciudad erigiera a Cordorniú. Esta obra fue restaurada en 2013 a instancias de quien esto escribe, a cada cual lo suyo.

El nieto del escultor, Pepe Planes, trasladó la pieza a su taller. Pero se decidió que, al volver a Santo Domingo, no fuera colocada debajo del árbol, sino enfrente, en otro parterre donde se contemplaría mejor y, lo que era más importante, quedaría fuera de peligro. De haberla mantenido donde estaba, el viernes también se hubiera perdido para siempre la espléndida escultura de Planes. Un nuevo capítulo en la historia del histórico gigante verde.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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