EL CAÑÓN LLAMADO «EL GRAN TURCO» PERTENECE A UN TROFEO DE GUERRA REGALADO A LA CIUDAD DE LA BATALLA DE LEPANTO
Dentro del catálogo de objetos históricos perdidos de nuestra ciudad ocupa un lugar preeminente una pieza de artillería conocida como El Gran Turco. Es un cañón de bronce del calibre 45, con una longitud de trece pies y cinco pulgadas que tenía sobre el primer cuerpo del tubo una inscripción en árabe.
Se trataba de un trofeo de guerra regalado a la ciudad de Cartagena por don Juan de Austria en 1571, tras la victoria obtenida sobre los turcos en la conocida batalla de Lepanto. Procedía este cañón de la galera capitana denominada ‘La Sultana’.
La relación existente entre Juan de Austria y Cartagena es conocida porque el hermanastro del rey Felipe II estuvo en varias ocasiones residiendo alguna temporada en nuestra ciudad. La razón de estas estancias siempre estuvo condicionada por preparativos de operaciones militares en el norte de África, incluida la realizada para la batalla de Lepanto.
El puerto de Cartagena se había convertido en La Proveeduría de Armada y Fronteras con objeto de facilitar los preparativos bélicos de las campañas de la época, sobre el Mar de Mandarache fondeaban las Galeras Reales y ya se construía un gran complejo arquitectónico: las denominadas Casas del Rey, en donde se albergaban diversas dependencias destinadas al abastecimiento y mantenimiento de la flotas de galeras, incluyendo otras como molinos, fábrica de pólvora y hospital.
Ya en 1568 a finales de marzo, don Juan de Austria en compañía de sus capitanes Zúñiga, Álvaro de Bazán, Juan Cardona y Gil de Andrade se encuentran residiendo en Cartagena para aparejar las galeras surtas en nuestro puerto.
Es en este momento cuando se establecen los primeros vínculos entre el insigne militar y la sociedad cartagenera del momento, hasta el punto de interesarse por los problemas de la ciudad y sus gentes, intentando dar solución en la medida de sus posibilidades, en especial la endémica y tradicional sequía, fundando una cofradía para dar culto a la Virgen del Rosario y hacer rogativas para la llegada de las ansiadas lluvias, constituyéndose en su persona como fundador y primer hermano mayor.
También tuvo ocasión de desplazarse al monasterio de San Ginés de La Jara, en donde le gustaba retirarse y pasar varias jornadas en compañía de los monjes de dicho convento.
Pero sin duda fue tras la batalla de Lepanto, octubre de 1571, cuando don Juan de Austria visita Cartagena para dar cuenta al Rey de la victoria sobre los turcos, siendo nuestra localidad la primera metrópoli que tuvo el honor y la alegría de vitorear y agasajar al triunfador de Lepanto.
Es precisamente en este momento cuando se le hace entrega al concejo de Cartagena de una serie de trofeos ganados a los turcos, entre ellos el referido cañón, El Gran Turco, una extraordinaria pieza que jamás debió salir de nuestra ciudad por el enorme valor simbólico que representaba.
La pieza permaneció entre nuestro muros cerca de 180 años. Tenemos constancia de su presencia en varios documentos, incluso formando parte del inventario artillero de la plaza como elemento utilizado para la defensa y aviso de moros y otros enemigos que pudieran aparecer por la costa.
En 1638 el regidor Diego Pallarés hace referencia al Gran Turco como una pieza que se encuentra en el baluarte de las puertas del Muelle, aunque ya no se utiliza y se está pudriendo.
Finalmente en 1750, alguien por desconocimiento de lo que representaba este histórico cañón, ante la orden recibida de que se mandaran a Barcelona todas las piezas inservibles para su posterior fundición y reutilización, El Gran Turco se fue a tierras catalanas perdiéndose su pista para siempre.
Aunque hubo muchos intentos de que este cañón se restituyera de nuevo a Cartagena, incluido el interés del Marqués de la Ensenada, que escribió una carta al Capitán General de Cataluña ordenándole la vuelta a Cartagena del Gran Turco, este nunca volvió.
Conocemos que en 1751 se encontraba todavía sin fundir en el almacén de artillería de Barcelona, posteriormente hasta 1774 se insiste por parte del Consistorio cartagenero en su regreso, pero con el tiempo y el olvido, esta pieza desapareció, desconociéndose si en algún momento se fundió, o permanece hoy día camuflado como otra pieza e incluso, quién sabe, todavía guardada en algún recóndito almacén.
Para concluir debemos aclarar, que don Juan de Austria fue muy generoso con los cartageneros; no solo donó este cañón, además hizo entrega al Concejo de una media aguja de timón de su galera, una roldana de bronce y sobre todo de un impresionante crucifijo de mármol.
Este crucifijo regalado al municipio de Cartagena estuvo muchos años expuesto en la reja del coro que había en la nave central de la iglesia de Santa María, conocido como el Cristo de las Verjas, una talla de marfil sobre cruz de ébano, de rasgos verdaderamente geniales y que actualmente parece que se encuentra en la sacristía de dicho templo.
Quizás, llegado este momento, sería interesante que esta pieza, única conservada de las que donó en su día don Juan de Austria, pudiera ser expuesta para deleite de propios y foráneos, ya que irremisiblemente el Gran Turco se fue para nunca más volver. Luis Miguel Pérez Adán
Fuente: http://www.laverdad.es/murcia/cartagena/gran-turco-20180623010142-nt.html