EL ESCRITOR CONFIESA QUE SE LEYÓ LOS REYES DEL GRIAL, EL ENSAYO EN EL QUE LOS HISTORIADORES MARGARITA TORRES Y JOSÉ MIGUEL ORTEGA DESVELABAN QUE LA COPA DE LA ÚLTIMA CENA ES EL CÁLIZ DE DOÑA URRACA, QUE LLEVA EN SAN ISIDORO MIL AÑOS
A Francisco Sempere le atrapó la historia del Grial cuando visitó San Isidoro. «Pensé: es perfecta para una novela negra».
Este economista murciano que trabaja en el sector inmobiliario en Marbella decidió colocar a su detective Pedro Iniesta tras la pista del cáliz leonés después de su enigmático robo. El investigador sale del fango del Guadalquivir para embarcarse en la búsqueda de la reliquia más importante de la cristiandad. Iniesta, que representa al clásico detective del género negro, alcohólico, con problemas de pareja y de gatillo fácil, es el protagonista de las dos novelas anteriores de Sempere, 36 metros bajo tierra y Planta 43.
El enigma de León (Ediciones Amargord) juega con el Grial en dos momentos de la historia de España y con dos asesinos a sueldo con idéntica misión. Pedro Iniesta intentará desvelar una compleja trama que tiene mucha similitud con un episodio ocurrido diez siglos atrás, en la corte del rey Fernando I, y con un sabueso llamado Petro el cartaginés.
El escritor confiesa que se leyó Los reyes del Grial, el ensayo en el que los historiadores Margarita Torres y José Miguel Ortega desvelaban que la copa de la Última Cena es el cáliz de Doña Urraca, que lleva en San Isidoro mil años. «Sin duda, la historia me resultó más verídica y fundamentada que la del cáliz de Valencia», dice.
El enigma de León, según su autor, es fiel a los datos históricos, aunque «sin abrumar». «Es una novela, no la Wikipedia».
En el libro, que se vende desde hace días en Amazon, tanto en papel como en formato digital, la ciudad llega a ser un protagonista más de la trama, que discurre por escenarios como el Barrio Húmedo, el Romántico, la carretera de Benavente o los polígonos industriales del alfoz. También el frío «impactante» de esta ciudad, sobre todo para alguien acostumbrado al cálido clima mediterráneo, es «fundamental en la novela», desvela Sempere.
El autor, que hasta los 38 años no sintió la pulsión de la escritura, pero que ahora anhela dedicarse en exclusiva a la literatura, ha tardado cuatro años en alumbrar este thriller. Piensa que la novela «va a gustar mucho en León». Sempere se declara un corrector impenitente. «Tardé un año en escribir la novela y otro más en corregirla».
Tener un personaje fijo, como su detective Iniesta, «te permite tener algo a lo que aferrarte, pero a veces da rabia no poder cambiar de registro».
Un intento de robo real
El cáliz de Doña Urraca nunca ha sido robado, aunque hubo un intento la noche del 9 de noviembre de 1979.
La presencia de miembros de la Adoración Nocturna fue disuasoria para los ladrones, que no llegaron a concluir el trabajo. El Cabildo de San Isidoro restó importancia al incidente, al que calificó como «un vulgar palanquetazo» en la puerta. Aseguró que el cáliz era poco menos que inexpugnable, al estar protegido por «una cuádruple alarma». El cáliz de Doña Urraca inicialmente estaba acompañado de una patena de oro que fue robada en el año 1112, durante los enfrentamientos entre Alfonso I de Aragón y un sector nobiliario que logró la anulación de su matrimonio con doña Urraca, sobrina de la reina donante. La pieza fue sustituida por otra de plata dorada que reprodujo el mismo modelo.
Tras el descubrimiento de Torres y Ortega, que disparó las visitas al Museo, el Cabildo decidió ‘blindar’ su mayor tesoro. Habilitó una sala bajo la torre del gallo y colocó el cáliz dentro de una vitrina antibalas de tres cristales de 23 milímetros de grosor unidas con láminas de butiral. También hay detectores de movimiento y medidas antiincendios.
La sala del Grial, ubicada en el cuerpo bajo de la torre del gallo, ya albergó el cáliz hace 18 años, con motivo de la exposición Tesoro Sagrado y Monarquía. Pero entonces, la copa estuvo acompañada por otras joyas donadas por los reyes Fernando I y Sancha a la colegiata, mientras que ahora se exhibe en solitario. Se trata de una estancia sin ventanas, un espacio poco conocido y bellísimo desde el punto de vista arquitectónico, cuya oscuridad permite resaltar la belleza de la copa de ónice que la reina Urraca encargó adornar con sus propias joyas a los orfebres leoneses.
La Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana), la sección ocultista de las SS nazis, desplegó toda su maquinaria tras el rastro del Cáliz de Cristo, ‘arma’ que haría invencible al Tercer Reich. Himmler visitó el monasterio de Montserrat en busca del Grial.
Fuente: https://www.diariodeleon.es/ – VERÓNICA VIÑAS