POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (CANARIAS)
En el territorio de lo que fue la jurisdicción del Señorío Episcopal de Agüimes, conformado por los actuales municipios de Ingenio y Agüimes, existieron dos instituciones, hoy desaparecidas, con carácter independiente y organización propia, que son un claro ejemplo de servicio y solidaridad hacia el vecindario, aprovechando los recursos privados de la tierra y el agua en beneficio de las necesidades colectivas de la población en una sociedad eminentemente capitalista donde la riqueza estaba en manos de unos pocos. “La Sociedad de Pastos” creada en Ingenio en la segunda mitad del siglo XIX pone fin a un largo litigio de siglos entre pastores y propietarios, por el derecho ancestral de los primeros a pastar sus ganados en una época determinada en predios de propiedad particular, constituyendo un organismo
cuya finalidad viene determinada por la subasta de los pastos a los pastores en distintos lotes de propiedad privada en tierras de secano, y con los beneficios obtenidos financiar obras de carácter social, como construcción de escuelas, arreglo de caminos, pagar al médico, banda de música, festejos populares y otros. El “Hilo del Pueblo”, creado en la Villa de Agüimes desde tiempo inmemorial, proporciona el abasto de agua a la población y a la misma vez y a través del arrendamiento de parte del caudal sufraga obras sociales de las que nos ocupamos en el presente trabajo. Se puede afirmar que ambas entidades actuaban como una especie de Ayuntamiento paralelo para financiar obras y servicios municipales que los consistorios de la época no podían afrontar por la precariedad de sus arcas.
El Hilo del Pueblo
Se conoce como “hilo del pueblo”, también llamado “chorro” a un pequeño caudal de agua que se detrae de la masa general mancomunada de los heredamientos Acequia Real de Aguatona de Ingenio y Santa María y los Parrales de Agüimes, que tiene su origen en los nacientes del curso medio-alto de Guayadeque, desde las estribaciones de la Caldera de los Marteles hasta la primitiva “caja de reparto” en las cercanías de la “Boca de la Sierra”. Históricamente su empleo fue exclusivo para el abasto y servicio a la población de la Villa de Agüimes y el riego de las huertas que se encontraban en su perímetro urbano. Sin embargo en 1938, en plena Guerra Civil se hizo una excepción a la inveterada costumbre del uso exclusivo dentro del casco del pueblo cuando le fue concedida una noche de agua cada mes al párroco José Cárdenes Déniz para regar los árboles del cementerio parroquial que había solicitado.
Origen
A ciencia cierta no se conocen estudios que puedan determinar con exactitud la causa por la cual se estableció este singular servicio de índole social a la población de Agüimes, si bien pudiera tener relación con el carácter episcopal de la Villa en razón a la “capitalidad” del Señorío creado por carta de Merced y Privilegio de los Reyes Católicos en 1491 al Obispo Fray Miguel López de la Serna en la que se determina la posesión de sus dehesas, prados y ejidos y de las “aguas corrientes estantes y manantes”, que se contrapone a los intereses de los conquistadores que reciben personalmente aguas y tierras que van a quedar administradas por los “heredamientos” creados para canalizar, distribuir y gestionar toda el agua nacida en la cuenca de Guayadeque para el riego de las tierras situadas a uno y otro lado de dicho barranco, susceptibles de ser regadas por gravedad.
Algún autor señala que en la creación de los heredamientos de Ingenio y Agüimes se tuvo en cuenta por parte del Obispo Muros los derechos de los aborígenes agüimenses para la creación del “hilo”. La voz popular atribuye el derecho a la percepción del “hilo” a que las acequias del heredamiento de Santa María discurrían por el exterior de la zona perimetral del primitivo núcleo urbano de la Villa de Agüimes, capital administrativa y religiosa del Señorío, mientras que el barrio “del Ingenio” surgido en la Vega de Aguatona, donde se encontraba el complejo de transformación de la caña de azúcar, no lo necesitaba, por atravesar sus acequias la trama urbana y por tanto se evitaba el desplazamiento para el vital servicio a la población que proporcionaba el agua, a lo que se añadía una mayor proporción en el caudal de sus acequias.
Los cuatro heredamientos de Guayadeque
El desarrollo de las distintas comunidades creadas después de la Conquista a ambos lados del barranco de Guayadeque (Agüimes, Ingenio y Carrizal) se debe a la existencia del caudal de sus aguas manantes y subálveas. Cuatro heredamientos surgieron en razón a la altitud de las tierras que se debían regar: “Acequia Real de Aguatona” y “Santa María” con sus manantiales comunes para el riego de la Vega de Aguatona o vega de riego (actual zona media del municipio de Ingenio) y la Vega de Agüimes, respectivamente, con sus nacientes en el tramo alto del barranco, correspondiendo a la primera el 75 % (cuatro azadas y media) del caudal, en razón a la extensión de sus tierras bajo riego, y a la segunda el 25 % (azada y media), hasta completar la totalidad de seis azadas. Las otras dos heredades son: “Los Parrales”, para el riego de la zona baja de Agüimes o Vega de los Parrales, con caudal de los nacientes del tramo medio; y “Principal” de Carrizal para regar las comarcas de Carrizal y Las Rosas a ambos lados del barranco, cuyos nacientes se encuentran en el tramo bajo. Estos dos últimos heredamientos no están gravados con el “hilo” entre otras razones por quedar en altitud inferior a la Villa de Agüimes. Se debe considerar que a los vecinos, tanto de Ingenio como de Carrizal les corresponde el derecho consuetudinario de tomar de las distintas acequias el agua que necesiten exclusivamente para uso doméstico debiendo salvar las distancias que los separan de sus domicilios, tareas que generalmente correspondía a las mujeres y niños con recipientes.
El caudal del hilo
Desde tiempo inmemorial el “hilo” se detraía a “ojo” desde la masa general o “gruesa” del caudal común de los heredamientos de Ingenio y Agüimes, con la supervisión del alcalde de aguas, antes de repartirse entre ellos en la proporción indicada en un punto situado en las inmediaciones de la Boca de la Sierra hasta el año 1661, cuando se construyó una caja de reparto o “cantonera” con tres bocas para Ingenio (Acequia Real de la Vega de Aguatona) y una para Agüimes (Santa María), además de un pequeño orificio para el “hilo del pueblo”. Esta caja de reparto cubierta que se encontraba en lamentable estado de conservación fue restaurada hace unos años, si bien en la actualidad ya no tiene ningún tipo de utilidad a excepción del orificio del “hilo”, ya que la masa general vuelve a unirse y repartirse en una nueva caja de reparto situada a unos metros de distancia en nivel inferior con distribución en diferente proporción al histórico, en virtud a lo estipulado en la creación de la Mancomunidad de Regantes de Ingenio y Agüimes en 1967 que ponía fin a siglos de litigios y enfrentamientos.
Los heredamientos de Ingenio y Agüimes y el Hilo
La confrontación entre los heredamientos a ambos lados de Guayadeque en razón al caudal y derechos de explotación es una constante a lo largo de cinco siglos, con reseñas a la aportación del “hilo”, si bien, tal derecho quedó siempre asegurado.
Ya a principios del siglo XVI se produce un litigio que determinaría la proporción definitiva en el reparto de las aguas en virtud del agravio sufrido por Agüimes por el aumento de la proporción de agua que estableció el comerciante portugués de origen judío Alonso de Matos -administrador durante un tiempo del ingenio azucarero- elevando a cinco azadas de las seis existentes en beneficio de sus tierras y cañaverales en la Vega de Aguatona y el “herido” de su ingenio azucarero, al apropiarse de la tercera parte (media azada) del agua que correspondía a la Vega de Agüimes, cuya sentencia desfavorable para sus intereses en 1521 se establece “para que vaya por su acequia (Agüimes), azada y media de dicha agua continuamente” (25 % de la totalidad de seis azadas).
La segunda gran disputa se suscita por el año 1571 cuando varios vecinos de la Villa de Agüimes, presentan una queja ante el alcalde de aguas, informándole que por sus acequias no discurría toda el agua que les correspondía, que iba para la acequia “del Ingenio”, solicitando la azada y media establecida, donde queda patente la existencia del hilo en la distribución.
“…El acequiero tomó en sus manos una azada y con ella abrió una torna e hizo la media azada de agua y más arriba abrió otra y echó la azada e hilo del pueblo e hizo el repartimiento con sus piedras en la una torna y en la otra. Y luego dijo el susodicho que ha partido la dicha agua como Dios le ha dado a entender, dando el azada y media e hilo a las dichas dos acequias”.
Los derrames provocados por las avenidas del barranco y las dificultades en el repartimiento en la proporción establecida obligan a los heredamientos de Agüimes e Ingenio a un acuerdo para la construcción en 1661 de la “caja de reparto” expuesta en puntos anteriores.
Los heredamientos de Agüimes y el hilo
Aunque en muchos casos se suele relacionar el “hilo” con los heredamientos de Agüimes, no se conoce que dichos heredamientos hayan tenido ningún tipo de gestión, posesión o administración de este atávico derecho, creado exclusivamente para cumplir un fin social, si bien, en algún momento de su historia han surgido discrepancias y conflictos, tanto en la racionalización del servicio como en la finalidad de las prestaciones y aplicación de sus posibles beneficios. Un acontecimiento significativo en este sentido ocurre en 1816, cuando la ambición de varios herederos de la acequia de Santa María hace cercenar en gran manera el “chorro” que venía al pueblo al interceptarlo de noche incorporándolo a la gruesa de su acequia para que se repartiera con los partícipes del heredamiento para regar sus tierras. Este despojo que contaba con la autorización del alcalde real, hace intervenir a Vicente Ruano, Síndico Personero de la Villa de Agüimes, en defensa del vecindario que efectúa una denuncia ante la Real Audiencia, basando sus argumentos en que el caudal se tomaba de la Acequia Real de Aguatona, lejos de la Villa y que perennemente el chorro entraba tanto de día como de noche, para usos comunes y para que los vecinos lo pudieran emplear después de abastecido el pueblo en los huertos que tienen, también para beber los animales, obras y algún acontecimiento imprevisto, como había sucedido en la extinción de un incendio. A tal fin convoca en su casa al escribano público con presencia del Comandante Militar y varios prominentes personajes, en el que se manifiesta que el alcalde y juez ordinario no tenía competencias en el asunto por lo que para evitar “cualquier desgracia” pedían los vecinos que el Síndico en nombre del pueblo pidiera al alcalde que promulgara un decreto “para que por ningún precepto ni motivo se sujetasen en la acequia de Santa María el chorro de agua nombrado del pueblo y si se obligase a que circule para los fines”.
Ubicación y características técnicas de la salida del “hilo” en la caja de reparto de Guayadeque
En uno de los tantos litigios entre el heredamiento Acequia Real de Aguatona de Ingenio con los de Santa María y Los Parrales de Agüimes en el que se llega a un entendimiento en 1918 mediante el cual se establece un documento de transacción, queda perfectamente descrito el orificio del “hilo” en el interior de la caja de reparto de la que se dice que está formada por una caseta de mampostería de 7 metros de largo por 5,5 de ancho, en cuyo interior se aloja un partidor o cantonera, conteniendo tres vertederos por la izquierda, practicados en sillería recta, de forma rectangular de 33 cm. de ancho por 307 mm. de alto con un espesor o grueso de 282 mm. Estas tres bocas o vertederos sirven para dar salida al agua de la Acequia Real de Aguatona de Ingenio. Por la derecha, se halla otro vertedero de iguales dimensiones y un agujero que se denomina Hilo del Pueblo; ambos dan salida al agua de Agüimes. Las cuatro bocas o vertederos tienen sus pisos o umbrales en el mismo plano horizontal. El agujero o Hilo del Pueblo contiene las siguientes medidas: embocadura de entrada con boca casi circular, con un diámetro vertical de 62 mm. por otro horizontal de 65 mm. La parte más baja de este agujero está 6 mm. por encima del plano horizontal de los pisos de las cuatro bocas de reparto, separándose de la de Agüimes, 239 mm. La embocadura de salida es igualmente casi circular que la de entrada, con un diámetro vertical de 60 mm. por otro horizontal de 61, la parte más baja se halla 2 mm. por debajo del mismo plano horizontal de los pisos de las bocas de reparto. El agujero del hilo tiene cierta pendiente hacia abajo de la boca de entrada a la de salida y desviación hacia dentro, acercándose la boca de salida hacia la boca rectangular de Agüimes en cinco mm. Estas dimensiones de las bocas de entrada y salida del hilo, tienen cierta redondez, como si fueran aristas de un cuarto de círculo, porque el resto del agujero es sensiblemente circular, con 60 mm. de diámetro en el intermedio, tanto vertical como horizontalmente considerado.
En la actualidad el orificio de salida del hilo se encuentra protegido por el interior de la cantonera con un enrejado de hierro que sobresale de la sillería. No se ha podido establecer su aforo porcentualmente en relación a la gruesa que entra en la cantonera con exactitud, pero podría aproximarse sobre un 2 % de la masa total. El “hilo” no responde a una medida fija en litros, sino que puede ser variable en función de la masa general de la que se detrae según la mayor o menor abundancia de lluvias.
A modo de conclusión
Terminamos aquí la primera parte de este trabajo de recopilación histórica, dejando para una próxima entrega todo lo concerniente a la distribución doméstica del hilo en la Villa de Agüimes y a los servicios con que se ha visto favorecida la población gracias a sus ingresos, al tiempo que expresamos nuestra gratitud al buen amigo Rafael Bordón Santana, sabio de la tierra, amante de las tradiciones y costumbres de su pueblo, que ha puesto todo su empeño para que por parte del cronista que suscribe se divulgue este pasaje tan interesante y poco conocido de la historia de Agüimes, aportándonos además material gráfico de varios tramos de “asiequillas” que se conservan en el interior de distintos edificios históricos de titularidad privada de Agüimes, que esperamos vean la luz próximamente.
Fuente: https://www.laprovincia.es/