DURANTE EL ACTO, RANERA ESTUVO ACOMPAÑADO POR EL CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA Y EDITOR DEL LIBRO ANTONIO HERRERA CASADO
El libro lo prologa Antonio Martínez Ripoll, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Alcalá, y director de la tesis inicial de Ranera, y lo epiloga el ilustre pastranero Ciriaco Morón Arroyo, catedrático emérito de Estudios Hispánicos en la Cornell University (USA).
Durante el acto Juan Gabriel Ranera estuvo acompañado por el cronista oficial de la provincia y editor del libro, Antonio Herrera Casado, y por el propio Antonio Martínez Ripoll; y fue introducido por el presidente de la Diputación Provincial, José Manuel Latre. En su condición de anfitrión del acto, tomó la palabra inicialmente el presidente, para destacar la inquietud cultural del joven escritor en diferentes ámbitos, como el literario y el musical -Ranera también es miembro de la Banda de Música de Pastrana- y también su juventud e interés por el patrimonio, que a buen seguro le conducirán en el futuro a escribir nuevos e interesantes textos sobre la historia de Pastrana, y por extensión, también de Guadalajara.
Latre señaló la calidad en la edición e impresión del libro, cuidada y detallista, y recomendó la lectura del libro, felicitando al autor por su labor. «Necesitamos gente como Juan Gabriel, que conozca nuestro medio rural y que se preocupe por mantener vivas nuestras tradiciones», dijo Latre. En este sentido, el presidente tuvo un cariñoso recuerdo para otro gran amante de las tradiciones y la historia de nuestra provincia, José Ramón López de los Mozos, recientemente fallecido.
No ocultó Martínez Ripoll la admiración que siente por su pupilo. “De donde hay madera, se puede sacar”, subrayó, calificándolo de alumno aplicado e inquieto en el que se vio reflejado como estudiante. “Me pareció que iba a intentar hacer algo original en su trabajo de fin de grado, como así ha sido, después de haber consultado numerosas fuentes”, señaló. No en vano, aquel trabajo es el que posteriormente, y después de añadirle muchas más horas de investigación, se ha acabado convirtiendo en el magnífico ensayo presentado ayer
El editor del libro, Antonio Herrera Casado informó que el libro es el número cinco de una colección que lleva por título ‘Claves de Historia’: “Va a ser referente de esa colección durante mucho tiempo”. Destacó el cronista el extenso capítulo que Ranera dedica a los tapices de Pastrana, “que es el más trabajado”, incidiendo en su calidad literaria y amplitud de fuentes documentales. “Demuestra que se puede ser historiador y también orfebre de la palabra”,
Concluidos los prolegómenos, Juan Gabriel Ranera, explicó que, estudiando los tapices y siendo consciente de lo que había sucedido con ellos durante la II República, la Guerra Civil y la Postguerra, percibió el gran potencial investigador que atesoraban ya no solo los paños, sino el resto del patrimonio artístico pastranero, especialmente el religioso, que se conserva en la iglesia-colegiata, partiendo de este periodo histórico del siglo XX.
Así, lo que empezó como una curiosidad sobre el paradero y los avatares sufridos por los tapices durante la Guerra, se convirtió en su trabajo de fin de grado, y posteriormente, en un estudio mucho más amplio, un ensayo, “que es el que hoy comparto con ustedes a través de este libro”, explicó ayer el autor.
Juan Gabriel Ranera ha dedicado tres años de trabajo a la búsqueda y recopilación de documentos, al cotejo de imágenes, al seguimiento de objetos, cuadros y tapices.
Durante este periodo, el autor ha tenido en cuenta todos los datos, recabados en Pastrana o en cualquier otro lugar, que pudieran arrojar luz sobre este periodo histórico del siglo XX. Con este fin, ha consultado una docena de archivos pertenecientes a diferentes instituciones, tanto públicas como privadas, y ha buscado en hemerotecas todas las noticias publicadas por la prensa de la época que pudieran ayudar a esclarecer los hechos.
Por último, Ranera ha recabado decenas de testimonios orales, fuentes directas de lo ocurrido durante la guerra y postguerra en la iglesia-colegiata.
El libro comienza por determinar el origen y fundación de la iglesia-colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, y de cómo a lo largo de los siglos ha ido atesorando un rico y amplio patrimonio artístico, gracias principalmente a los sucesivos miembros de la Casa Ducal de Pastrana. “Fueron los duques quienes más y mejor dotaron el templo de riquezas”, afirmó Ranera.
Posteriormente, el autor se centra en la ocupación del templo tras el estallido de la Guerra Civil. Con todo lujo de detalles, analiza lo ocurrido con sus retablos y altares, sus imágenes y tallas, así como con el resto de elementos y objetos que atesoraba, para lo que la edición recoge un buen número de fotografías de la época que Ranera incluye como documentos gráficos.
Es en este capítulo en el que Juan Gabriel Ranera describe algunas de las imágenes que se quemaron, o se escondieron, para evitar la ira iconoclasta de las milicias, y hace un repaso histórico de las 19 hermandades y cofradías que existieron en Pastrana y de sus imágenes titulares. Igualmente narra la pérdida de las campanas de la colegiata, así como de las rejas del atrio.
Fue en enero de 1937 cuando llegaron a Pastrana los delegados de la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, organismo creado por el gobierno republicano a fin de incautar los objetos de mayor valor y protegerlos en Madrid. Como consecuencia de sus visitas a Pastrana, este organismo confiscó 115 objetos, en su gran mayoría, aunque no sólo, procedentes de la iglesia-colegiata.
Entre ellos se encontraban cinco de los ocho tapices de la denominada Colección de Alejandro y los dos denominados de Alcázar-Seguer.
Ranera dedica el siguiente capítulo, el más extenso del libro, a los tapices de Pastrana y de su colegiata. En él hace un repaso histórico de cómo llegaron a la iglesia, de su vinculación a la Casa Ducal Infantado-Pastrana y de su legítimo propietario, la Iglesia, puesto que demostrar la propiedad de tan afamados y codiciados tapices fue fundamental para que volvieran a la villa ducal después de la Guerra. Los cuatro tapices de la colección de Alfonso V de Portugal habían salido de Pastrana en 1931, por orden de Manuel Azaña, presidente de la II República y “jamás existió intención de devolverlos”, afirmó anoche Ranera.
En este sentido, Herrera Casado recordó ayer que el presidente, Manuel Azaña, los contempló y expresó su deseo de que quedaran para siempre en Madrid, “porque sospechaba que los alcarreños no iban a entenderlos muy bien…”. Fueron las copias que de ellos se hicieron y que hoy en día se encuentran en Portugal, los tapices que se pretendía devolver a Pastrana.
El autor narra los distintos viajes y avatares de estos tapices desde el Museo del Prado a las Torres de Serrano en Valencia, donde fueron escondidos junto con el Tesoro Artístico Nacional, su accidentado viaje a Figueras y su posterior traslado a la sede de Naciones Unidas, en Ginebra.
También explica Ranera su difícil recuperación y regreso a Pastrana, después de numerosas gestiones, gracias a la audiencia que una comisión de Pastrana tuvo con Franco, convenciéndole de la necesidad de devolver los tapices a su origen.
Tras la guerra, se creó el Servicio de Recuperación Artística, con el fin de devolver todos los bienes que habían sido incautados y protegidos en Madrid. Gracias a los inventarios y actas, gran parte del patrimonio artístico de Pastrana que había sido evacuado en 1937 pudo ser devuelto.
Desgraciadamente algunos objetos artísticos no se recuperaron. Entre las ausencias destacan los cinco tapices de la colección de Alejandro, cinco paños que por diversas circunstancias no pudieron ser recogidos de las exposiciones de arte recuperado del Palacio de Cristal de la Casa de Campo. Dos de ellos han desaparecido y los otros tres se encuentran dos en el Museo Nacional de Artes Decorativas y el otro, en el Banco de España.
El siguiente capítulo hace una reseña histórica de la profanación y saqueo de las ermitas, lugares donde existió una gran pérdida patrimonial, desapareciendo algunas de ellas en su totalidad, víctimas del fuego. Los últimos episodios del libro están dedicados a los conventos de Pastrana, destacando lo ocurrido en el que fundara Santa Teresa de Jesús para Hermanas Carmelitas.
De él se pudo esconder y proteger la que es sin duda la imagen más querida y venerada en Pastrana, Nuestro Padre Jesús Nazareno. Junto a la talla de la Virgen del Soterraño, ambas fueron salvadas del fuego.
En conclusión, el libro presenta un completo estudio pormenorizado de lo acontecido durante la Guerra Civil en Pastrana, de cómo su rico patrimonio, atesorado durante siglos, fue en parte destruido, y en otra parte evacuado y escondido, con una mención especial la de la historia de los tapices de la iglesia-colegiata.
El libro cuenta con más de 30 imágenes en color y otras tantas en blanco y negro, la mayoría inéditas, así como con un apéndice documental.En la presentación, Juan Gabriel estuvo acompañado por más de un centenar de personas, entre los que se contaron el alcalde de Pastrana, Ignacio Ranera, y el subdelegado del Gobierno en Guadalajara, el pastranero Juan Pablo Sánchez, además de otras muchas personalidades locales, provinciales y regionales.