POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Empezaré con un chiste (espero que no lo tomen a mal gusto) que, en cierto modo, define la respuesta a mi «fallido » huevo de San Juan.
Erase un marido, joven y enamorado, que deseando obsequiar a su bella esposa, Juani, y conociendo sus preferencias, se decidió por un regalode «alta lencería».
En la tienda de modas se interesó por un precioso sujetador de la más fina seda.
La Srta. dependienta preguntó por la talla y el joven, al desconocerla, fue respondiendo a las preguntas que le hacían respecto a la zona «de sujección»: ¿cómo un melón?, ¿cómo una naranja?, ¿cómo un huevo?… Al llegar a esta última, contestó: ¡Si, pero A LA PLANCHA!
Pues esto es exactamente lo que le sucedió a mi «huevo de San Juan».
No salió un bergantín, ni un velero, ni un balandro, ni siquiera un bote a remo… El resultado fue un decepcionante HUEVO A LA PLANCHA.
Y eso que el huevo era «de pita pinta» y el agua, «de botella»… Malos augurios, amigos míos, para este año de 2017 y, como dice el salmo, «tremens factus sum ego et tímeo» (soy un puro temblor y tengo miedo).
Nos cuenta Berceo, aquel gran poeta de siglos atrás, genial maestro dela «quaderna vía», que «Sanct Joan el Baptista, aluego en su niñez, abrenunció del vino, e carne, e sizra e pez».
¡Vaya, que era un vegetariano y un abstemio convencido!
Quizá por eso, viendo que yo soy omnívoro y «bebívoro», quiso castigarme con lo del «huevo a la plancha» y recomendarme que no vaya por ahí susurrando aquello de
«San Xuan y la Madalena
fueren xuntos a melones;
y en mediu del melonar
San Xuan perdió los calzones…»
Así que para «vengarme de San Juan y de sus malos presagios», hoy voy a preparar unas manos de cerdo («peus de ministre» dicen los catalanes) en guiso a mi modo.
Bien limpias las manitas (del cerdo) y partidas longitudinalmente en dos mitades, las cuezo durante media hora en olla rápida con agua, unos cascos de cebolleta, un puerro, una zanahoria, una rama de perejil, una hoja de laurel, aceite (poco) y sal.
En una cacerola preparo un pisto al modo acostumbrado y le incorporo las manos de cerdo cocidas, un chorro de brandy, pimentón, una guindillina y caldo de cocción de las manitas.
Sazono con sal y dejo que de unos hervores durante unos 15 minutos.
Para degustarlas, tras un reposo, las complemento con patatas fritas «gordas».
Una delicia, ¡oigan!