POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)
Los libros viejos cuando se degradan liberan moléculas aromáticas como el benzaldehído que tiene un aroma parecido a la almendra y la vainilla, el etilbenceno y el tolueno, que le dan un toque dulce o el 2-etil hexanol de aroma ligeramente floral.
Hay una molécula que aumenta su concentración en los libros cuanto más antiguos son, es el furfural, también huele a almendras, y es más abundante en las páginas hechas de algodón o de lino.
La celulosa se utiliza para datar la edad de los libros.
Las páginas de los libros antiguos se vuelven amarillas con el tiempo, tiene que ver con la lignina, una molécula típica de la madera, que se descompone en ácidos que degradan la celulosa.
Las páginas de los libros actuales contienen menos cantidad de este compuesto químico precisamente para evitar el deterioro de los volúmenes.
Ahora cuando visites una biblioteca piensa en que cada libro no solo ofrece una historia, también un perfume único y singular… me encanta como huelen los libros viejos.
Nuestra gratitud a los celosos guardianes de los tesoros bibliográficos y documentales.