HIJAS DE UNA ILUSTRE FAMILIA, DIRIGIERON LA CONFECCIÓN DURANTE MUCHOS AÑOS DE ALGUNAS PIEZAS DE UN GRAN VALOR ARTÍSTICO, SEGUN EL CRONISTA OFICIAL DE MURCIA ANTONIO BOTÍAS
De nada les sirvió que incluso Díaz Cassou las citara en su célebre ‘Pasionaria Murciana’ como autoras del estandarte realizado en 1891 para la castiza cofradía murciana del Cristo del Perdón.
Dio igual. La historia, como a tantas, las condenaría al olvido. Aunque, al menos, en su época gozaron de cierta fama y reconocimiento como impulsoras de un prestigioso taller de bordado. De hecho, así lo llamaban: el taller de las señoritas Fontes.
Uno de los autores que ha estudiado su devenir artístico es Juan Manuel Rodríguez Cantero, quien anota en el artículo ‘El taller de Bordado de las Señoritas Fontes’ que se llamaban Ángeles, Emilia y María Fontes Vivancos. Eran oriundas de la pedanía murciana de Javalí Viejo, donde mantenían una espléndida hacienda, y estaban emparentadas con la poderosa familia de los Fontes.
Las bordadoras, quizá más bien profesoras de bordado, eran hijas de Nicolás Fontes Álvarez de Toledo, capitán de artillería y fundador de la Caja Fontes, «el mayor terrateniente de Javalí Viejo», como apunta Rodríguez, que también destaca que las hermanas «compartieron la categoría de personas distinguidas […] con continuas apariciones en los más selectos eventos de la ciudad».
El objetivo del taller, más que la mera creación artística, acaso «se entiende como una labor más de beneficencia, ocupación normal de las damas de alta sociedad», como también anota Rodríguez. Sea como fuere, pasarían a los anales de esta artesanía regional.
Para la Cofradía del Perdón
Para conocer a fondo la historia de los bordados murcianos, en concreto los dedicados a la liturgia, es necesario leer y disfrutar dos espléndidos trabajos del profesor Manuel Pérez Sánchez: ‘La magnificencia del culto. Estudio histórico artístico del ornamento litúrgico en la Diócesis de Cartagena’ y ‘El arte del bordado y del tejido en Murcia: siglos XVI-XIX’.
En estas obras conoceremos, entre tantas cosas, un curioso listado de los maestros, entre quienes figuraba Francisco Ruiz, quien exigió al Cabildo de la Catedral, que era mucho exigir, una gratificación por el manto de tela que en cierta ocasión había bordado para la Virgen de la Fuensanta. Y le tuvieron que dar la razón, aparte de un contento, como en la huerta se acostumbra a decir.
Las referencias periodísticas a las hermanas Fontes son muy numerosas. En algún caso, además, protagonizaron destacadas noticias. El diario ‘Las Provincias de Levante’, en la crónica que publicó sobre el desfile de la Cofradía del Perdón, afirmó que aquel año se celebraba «la vez primera que en Lunes Santo recorre las calles de nuestra ciudad una procesión».
Esta noticia fue publicada el 13 de abril de 1897 y el redactor destacó «el magnífico estandarte de la Cofradía, bordado en oro sobre terciopelo granate, verdadera obra de arte en la que no se ha olvidado el más insignificante detalle». Obra que demostraba el «exquisito gusto que en su dirección han demostrado las piadosas y distinguidas señoritas Fontes».
Determinar la producción exacta de aquel taller es otra asignatura pendiente para los investigadores, aunque se conocen algunas piezas cuya importancia merecen situar a las hermanas en un lugar destacado de la artesanía del bordado en Murcia.
Es el caso del manto de Nuestra Señora del Paso, de La Ñora. O el realizado para la Soledad de Javalí Viejo o Nuestra Señora de los Dolores, de Nonduermas. A ellos se sumaría una espléndida pieza que también adorna una Dolorosa de Rincón de Seca.
Considera José Alberto Fernández, en su tesis doctoral ‘Estética y Retórica de la Semana Santa Murciana’, que estos eventuales talleres «no dejaron de ser una asociación esporádica de muchachas de clase humilde aglutinadas en torno a una familia enriquecida que las dirigía en el oficio». Puede ser, mas no les resta mérito. Aún falta por desentrañar cuándo cesó la producción del taller.
El 12 de junio de 1931 el diario ‘La Verdad’ noticiaba que María Fontes continuaba «enferma de gravedad en su casa de Javalí Viejo», deseándole un pronto restablecimiento. No sucedió así. En la edición del día 23 de aquel mismo mes, la familia hacía público su agradecimiento a cuantos «les han acompañado en su duelo y asistido a su entierro y funeral».
Solo una se casó
Sobre la suerte de Ángela también es necesario un estudio en profundidad. Aunque aquella murciana, que tanto contribuyó a ensalzar la artesanía del bordado, se enfrentaría en 1937, en plena Guerra Civil, a un «jurado de urgencia», según destacó la publicación ‘Confederación’.
Era el vergonzoso ‘Tribunal para desafectos’ que la condenaría, sin duda más por su ascendencia genealógica que por su repulsa de la República, junto a su cuñado, Joaquín Fontes, marido de Emilia. Aún habría de vivir en 1946, si tenemos en cuenta que en una esquela publicada por el diario ‘ABC’ el 31 de enero de 1946 figura como prima de otra fallecida, la monja María Dolores Valcárcel y Fontes.
De las tres hermanas solo Emilia contrajo matrimonio. Fue con Joaquín Fontes de Albornoz, hijo del marqués de Ordoño. Emilia fallecería el 3 de enero de 1936, como constató en su día José Miguel de Mayoralgo y Lodo en su obra ‘Movimiento Nobiliario’. Así se eclipsó la historia de tres – Por Antonio Botías
Fuente: http://www.laverdad.es/murcia/ciudad-murcia/increible-taller-bordado-20180304003201-ntvo.html