POR SILVESTRE DE LA CALLE GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE GUIJO DE SANTA BÁRBARA (CÁCERES)
El lobo es uno de los animales más emblemáticos de la fauna ibérica, europea y, podríamos decir que mundial, siendo comparable su importancia con la del león, el tigre o el oso.
Lleva miles de años conviviendo con distintas especies humanas y finalmente con nuestra propia especie, con la que su relación ha ido cambiando a lo largo del tiempo pasando de competir por los recursos a convertirse en un gran enemigo para las sociedades ganaderas de medio mundo.
Hoy en día es odiado por uno y amado por otros, pero antes de emitir un juicio de valor, es conveniente conocer ambas versiones.
Durante miles de años, humanos y lobos convivieron en Europa, Asia y América donde se encontraban en la cima de la cadena alimenticia aunque tenían que competir por el alimento con otras especies como grandes felinos como leones, tigres, felinos dientes de sable, con osos y con otros carnívoros.
La fauna del pleistoceno, periodo que comenzó hace unos 2,59 millones de años y terminó hace unos 11.700 años, la fauna mundial era verdaderamente rica y había recursos para todos.
Enormes manadas de bisontes de diversas especies, mamuts, mastodontes, antílopes diversos, cérvidos, équidos, caprinos…poblaban las inmensas llanuras y montañas.
Los primitivos cazadores paleolíticos temerían y admirarían al mismo tiempo al lobo, al ver que un animal sin manos ni armas podía cazar las mismas o parecidas presas que ellos valiéndose únicamente de su inteligencia y de sus grandes adaptaciones físicas.
Sabían que estaban ante un poderoso competidor pero, por otra parte, ¿Cómo podían combatirlo? Prácticamente de ninguna manera, no quedándoles más remedio que coexistir en un ambiente que, tras la última glaciación, estaba empezando a cambiar para todos.
Hombres y lobos vieron como su hábitat cambiaba y las llanuras se iban convirtiendo en bosques viendo que al mismo tiempo, muchas presas se trasladaban al norte siguiendo el retroceso del hielo. Las que se quedaron y trataron de adaptarse a los nuevos ambientes, tuvieron problemas con el hombre que, en este caso, sí que contribuyó con la caza descontrolada a llevar a algunas especies al borde de la extinción algo poco evidente en Europa o Asia donde los hombres llevaban milenios viviendo pero sí en América y Australia donde eran unos «recién llegados».