EL MELANDRU, LES ABEYES Y LA MIEL
Jul 04 2017

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Foto-documento fue publicada en mi libro NOSTALGIA Y RECUERDO DE COLUNGA.

Una asidua colaboradora en Facebook, apicultora entusiasta, nos comentaba el otro día la sorpresa que le causó ver un «furacu» (no, no es el oso que importamos de Cantabria y no «afuracaba») en una corra (o como se llame) en la que sientan sus reales unas cuantas colmenas.

¿Qué demonios es este agujero-madriguera?, se preguntó entre curiosa y alarmada.

Pues tiene toda la pinta de ser una «tejonera»; es decir, la madriguera que excavan los tejones para esconderse durante el día y salir por la noche de andanza y aventura; dijeron los expertos.
¡Ah, bueno!; si no me va a las colmenas y a la miel, no creo que haya mucho problema.

Malo sería si fuera un oso.

Creo que así pensó nuestra amiga.

Pues no, señores, no.

El asunto es preocupante.

El tejón, que en Asturias llamamos «melón», «melandru», «melendru» y por zonas cercanas a Galicia «parcoteixo», es un mustélido de tamaño mediano y precioso «a primera vista». Es de color gris oscuro que oscurece a marrón, patas negras y cabeza blanca con dos franjas negras que, partiendo del hocico, le cubren los ojos.

Un bicho simpático, muy social con sus congéneres y con los que le gusta jugar, pero agresivo y feroz si se siente atacado.

Los perros y los zorros lo saben muy bien.

Los zoólogos lo denominan Meles meles.

¿Saben ustedes por qué?

Pues por la sencilla razón de que al ser omnívoro y comer de todo, y no ser tonto, le gustan aquellos alimentos que saben bien y son dulces. Las nueces y las avellanas «le privan», y los granos de maíz tierno, y los gusanos, y los insectos (especialmente LAS ABEJAS) y, no lo duden, LA MIEL (mel-mellis, en latín) lo que justifica el porqué del nombre científico del tejón.

Ya lo saben ustedes si son apicultores.

¡Ojo con el melandru!

Antiguamente los Ayuntamientos de pueblos agrícolas premiaban a quienes cazaban alimañas que perjudicasen la actividad agroganadera. Los cazadores llevaban sus capturas a las Casas Consistoriales y allí recibían el premio correspondiente (una módica aportación dineraria).

Muchos de estos animales, hoy en escasa presencia, se consideran «especie protegida» y su caza está sometida a severas restricciones y multas de «empújame columpio».

En la foto, datada en los comienzos del siglo pasado (siglo XX), unos campesinos de la parroquia colunguesa de San Juan de Duz muestran el trofeo de cuatro «melandros» cazados.

Una foto interesante porque suponemos una escena irrepetible.

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