POR JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
En los pueblos relativamente pequeños, las muertes de las personas se sienten, se lamentan y entristecen a los vecinos. Hoy al amanecer nos sorprende la noticia con dos difuntos, dos hombres que cierran etapas y momentos que quedan en el recuerdo difuminado de historias de ayer.
Y no es la historia de ayer la que me hace escribir estas palabras es la memoria suspendida en el tiempo del Casinos de hace años. Dos hombres buenos se han ido el mismo día, dos hombres queridos cruzaron el umbral de la eternidad dejando escenas simpáticas en el oficio de su vida.
Francisco Martínez, «el tío Paco Cabrera» su último día de vida fue a los 94 años, perdió a su hijo Paco, hace unos años, y poco después a su querida esposa Amparo, el amor de su vida. Pero el siguió viviendo, con los ojos lacrimosos, pero con la mirada serena y la mente despierta. Siempre me recordaba que era amigo de mi padre y que jugaban al futbol juntos.
Es el último héroe de aquel fabuloso equipo de fútbol, en los años cuarenta, EL ERRANTE con uniforme blanco y azul con los puños encarnados, que jugaban en aquel campo de futbol viejo al final de la Calle Don Pedro Villanueva. Paco era el portero, un hombre corpulento y con fuerza capaz de parar los balones del equipo contrario, en aquellos tiempos LA FURIA, y capaz de imitar al gran portero del Real Madrid Ricardo Zamora, el que da también su nombre a un curioso movimiento de despeje del portero con el codo, inventado por él y que desde entonces es conocido como «zamorana», el tío Paco, hacia «zamoranas» en Casinos.
Su vida fue de trabajo en el campo, también pasó temporadas en Francia, cuando los españoles emigraban a la vendimia y de «temporada» al país vecino, y desde los años setenta, fijó su residencia en su pueblo natal en el Barrio de San Roque.
Tuvo temporadas en el mantenimiento y portería de la piscina municipal, granjeándose las simpatías de aquella juventud que disfrutaba del ambiente estival.
José Fernández, «José Terens» de 85 años, hace cincuenta años que murió su padre en 1969, el que enseño el oficio del «racholar» el oficio de elaborar las tejas. José fue el nexo de unión de aquella forma de construir con los nuevos medios, y José siempre fue un hombre gracioso, simpático y generoso con su pueblo.
Su presencia era imprescindible en los teatros de los años 60, y finalmente conseguimos que volviera a la escena en el 85 junto al tío Boro (Salvador Murgui Hilario) y Pepe Gonsalet (José Soriano) en aquel sainete en Valenciano que llevaba por título «Dos toreros de cartó» y también se recuerdan sus actuaciones últimas en los teatros a beneficio de la Unión Musical Casinense.
Sus magistrales actuaciones en los belenes aun son recordadas, pero más simpático era aquello de oírle cantar un tema improvisado en un fin de fiestas de los teatros que se representaban en el Cine Moderno, en el que el dúo formado por los dos amigos Pepe y José, cantaban aquello de «Patronato, Patronato, Patronato, Patronato, Patronato hemos de hacer, y todo esto siempre lo haremos, con la ayuda, gran ayuda de Don José» que era el Sacerdote de la Parroquia de Casinos aquellos años.
José fue Clavario del Santísimo Cristo de la Paz en diferentes ocasiones, y también formó parte de la Comisión Fallera que en 1961 regaló el Escudo de Casinos, pintado por nuestro médico y reconocido acuarelista Rafael Sempere, colaborando siempre con alegría, educación simpatía y bondad en todo el acontecer de esta Villa. El mejor legado que nos deja es su familia, dos hijos músicos, grandes percusionistas de nuestra U.M. C. que sin duda alguna harán presente el legado de su padre y de sus antepasados tan ligado a nuestra historia, porque la familia de José es la «dels barberillos», la del «Secretari» y lo más interesante contado con ese aval de que nos ha dejado una persona honrada y buena.
Entre escenas, ladrillos, camión, noches de Auditorio, siempre fiel a su butaca de abono, y algunos recuerdos como humildemente he detallado (hay muchos más), llego la vejez, la senectud.
Atrás quedaron sus largas horas de atención a la Unión Musical Casinense en sus Juntas directivas, llevando sillas el día de la presentación o a la hora de hacer un concierto; decía esta mañana José Luis Bori, Presidente de la U.M.C. que le queda grabada en la memoria las palabras de José al descargar y cargar las sillas «más madera…» en fin una vida de trabajo, de amor y de hacer el bien.
La muerte de personas como estas, siempre van rodeadas de recuerdos, de anécdotas, de historias, porque de este mundo nos llevamos las buenas obras que hacemos y aquí solo dejamos el bien que invertimos en los demás.
Dos hombres que han trabajado por Casinos, que han legado una parte de su vida en las Juntas directivas de la Unión Musical Casinense, en el futbol, en los teatros… en el día a día de esas personas anónimas que trabajan por Casinos.
Descansen el Tío Paco y José en la gloriosa paz eterna.