POR CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO
El 16 de diciembre es en Oviedo fecha unida a la biografía de Dolores Medio, ya que aquí nació en ese día de 1911 y, exactamente 85 años después, aquí murió. Dolores nació en una casa que fue derribada hacia 1925, en la calle Ramón y Cajal, y hasta allí fuimos un reducido grupo de amigos a colocar un ramo de flores sobre la fachada, que para nada la recuerda, pero la madre naturaleza no quiso colaborar y amaneció una mañana rara y furiosa, con el viento y la lluvia desatados, empeñados en tirar al suelo las flores, con el cacharro que las contenía roto en añicos. En la misa en San Tirso, donde ella se había bautizado cien años antes, el viento rompió alguna vidriera y el agua se coló dentro, como si aquello fuese una escena de «El maestrante» de Palacio Valdés, que en parte se desarrolla allí. El recuerdo se cumplió a duras penas, y luego fuimos los pocos que éramos a comer el cubierto a un restaurante cercano, ahora cerrado a cal y canto. Allí estuvo Víctor Alperi, entonces presidente de la Fundación Dolores Medio, y todo se vuelve ahora soledad.
Este recuerdo que no sobra viene ahora de la mano de una de las primeras obras de Dolores, anterior a su irrupción en el mundo literario, cuando obtuvo el premio «Nadal» en la mañana de Reyes de 1953, hace ahora 60 años. Previamente, en 1948, había publicado un libro de lectura para niños, en Hijos de Santiago Rodríguez, de Burgos. Aquel libro se llamaba precisamente «El milagro de la noche de Reyes» y es una historia maravillosa que ocurre en el almacén de una juguetería al estilo del soldadito de plomo. Escenas breves, a la medida de los pequeños lectores a los que va dirigido.
Pronto se cumplirán 20 años de la edición facsimilar de este libro ingenuo y curioso, y es pena que, cada vez más, los libros se descataloguen, que es una forma de matarlos.
Si cae en sus manos esta curiosidad, disfrútenla, a caballo entre la Dolores maestra, que ya pronto renunciaría, y la Dolores escritora que nacía, cercana ya a la consagración literaria.
Los Reyes, Magos, por supuesto, son para los niños y si queremos acercarnos a ellos será recuperando la ilusión de la infancia perdida.
Lástima que esta vana ilusión no sea verdad, siquiera una vez al año.
Fuente: http://www.lne.es/oviedo/