POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Que el Molino de viento ha sido, a lo largo de la historia, fuente de inspiración para la literatura, la pintura y las artes en general, es de todos sabido.
Como ejemplo traemos hoy a este blog un poema de Cipriano Santiago Vitureira, escrito en 1929, en Montevideo (Uruguay), publicado en la revista latina La Pluma y que se ilustra con una imagen del molino de Malanquilla. Y algunos de ustedes pensarán, ¿y por qué va a ser el de Malanquilla, si no hay nada en la fotografía que lo identifique…? yo les diría que un padre siempre reconoce a sus hijos…
Al margen de ello, me importa resaltar la globalización que internet aporta a nuestra existencia. Y lo que puede ser bueno en cuanto a la masiva difusión de los elementos comporta también riesgos en lo referente a la privacidad y a los derechos de autor. Toda imagen o contenido subido a la red es susceptible de aparecer donde y cuando menos imaginas. Ni una cita del autor de la fotografía ni siquiera de la localización del molino ilustran el pie de la imagen…
En cualquier caso, tras este hallazgo fortuito buceando por internet, alguien puede dudar de que aquella batalla contra el olvido iniciada en Malanquilla en 1977 ha posibilitado, al menos, tener un emblema propio a falta de otras estructuras monumentales?. Cada uno debe saber convivir con lo que tiene sin ansiar lo que le falta. Es una máxima extrapolable a todos los órdenes de la vida si queremos tocar la tan buscada felicidad.
Poema de Cipriano Santiago Vitureira
Yo conozco esa arena cansada en el espíritu
después de recorrida la colina del día
en la que canta el pájaro tropical del trabajo…
Pero sigo despierto al pie de la colina como el terco molino con una estrella al hombro.
¡Es tan bueno sentirse de vuelta de los sueños el molino patriarca de los cuentos de infancia…El abuelo que agrupa las horas en el valle al comenzar la noche,
y que contempla el campo como la propia barba donde se esponjan sus ternuras!…
Tener la mansedumbre serena y solitaria del buey y del ombú…
Ser un hogar de cerca lleno de palomares sentimentales y parecer un faro a las pestañas turbias de las lejanías!…
Así moler el aire peregrino,y el trigo necesario…
Y dejar que se abran del pecho los caminos y tener la mirada más alta que el camino!…
¡Y ofrecer esa mano en redondo del molino!
Yo no soy la pagoda del viento y de la estrella
Pero siento inclinado un hombro a la ternura de una luna arrugada que me tiembla…
Y construyo un lenguaje de barro
húmedo, grave, humilde, inclinado al silencio; a una emoción profunda, a una belleza oculta,a la estrella apagada que siquiera hace sombra un poco más allá de mí mismo.
Y en el valle sereno donde todo se aclara,yo tendré mi recuerdo como una estrella negraque lentamente moverá sus palas acariciando en lo más alto la vida…
Cipriano Santiago Vitureira
[1] Revista La Pluma Vol. 10
Montevideo, febrero de 1929