POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
El molino de viento tradicional suele asociarse a los paisajes manchegos, pero también se alzan en otras regiones como Aragón. En Malanquilla contamos con un auténtico molino de viento cervantino de mediados del siglo XVI. No olvidemos que Aragón es pionero en la construcción de estos artilugios industriales pues nada menos que en el año 1200 el rey Pedro II concede a Pedro de Vilanova el privilegio de su construcción.
Rehabilitado en su totalidad, cuenta con la maquinaria que hacía posible la transformación del grano en harina.
En 1665 tenemos noticias documentales de su existencia al relatar el concejo sus ingresos. En 1695, treinta años después volvemos a saber de él por un documento del archivo parroquial donde se habla de una finca de la vicaría de Malanquilla que linda con dicho molino.
Sin embargo, mediante la Concordia de Bijuesca de 1733, deja de utilizarse al obtener Malanquilla autorización para moler en los molinos fluviales del río Manubles. Se cambia el agua por el aire, más regular y constante.
Perdido su uso industrial es hoy un emblema local elevado a su escudo municipal y bandera. Fue inaugurado en 2010, tras un lento proceso de recuperación y se ha convertido en símbolo del resurgir de una pequeña localidad de la España vaciada.
En estos momentos en que por una decisión unilateral y arbitraria del Obispo de Tarazona hemos sido desposeídos de nuestro archivo parroquial es bueno recordar la utilidad de los documentos que conservan para desentrañar la historia local.
FUENTE: EL CRONISTA