POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Ya hemos superado la zona cero y estamos en la 1, total un punto de nada. Resulta que a estas alturas, un punto, que es mucho en el contexto de esta recuperación, no es nada en el cómputo general, sobre todo cuando es un cómputo cambiante y arbitrario que nos tienen en un hilo, incluso discutiendo como niños, que si ya tenemos más libertad porque han incluido hasta 10.000 habitantes, pero no, porque tenemos una densidad de población mayor de cien, 174, y por tanto no entramos… miren señores de esa comisión de expertos, tan desconocida y ocultada que parecen clandestinos, los ciudadanos estamos hasta el moño. Tenemos que suponer que actúan a su buen saber y entender, pero lo que parece es que no dan una, cuando hay normas contradictorias de un día para otro, cuando mucha gente que después de unas comparecencias interminables terminamos si saber lo que se ha dicho. Dice un amigo mío que se niega a salir e casa con el libro de instrucciones-boletín oficial para poder tan solo dar un paseo gratificante después de este confinamiento largo y tedioso. Se puede llegar a la conclusión de que nos están tomando el pelo, o lo que es lo mismo, que no dan una…
Particularmente yo me niego a ser títere de esas gentes que o se enteran del tema, que les sobrepasa, o lo que es peor, nos tratan de manejar como títeres, así me siento… porque, da la impresión de que no todas las normas complicadas confusas están encaminadas a las cuestiones sanitarias, y en cambio parece que nos quieren tener cuanto más mejor en este estado de confinamiento, que ellos andan muy bien sueltos…
Entre tanto estamos asistiendo a una verdadera ruina del tejido de actividades que conforman el activo de una sociedad compleja y complementaria. Da pena ver casi todo cerrado y sin visos de una recuperación de la actividad normal. Estos últimos días se han abierto algunas terrazas de bares, pero no todas pueden cumplir las normas estrictas establecidas, con lo que la hostelería sigue ahí en estado de espera. Cuantas pequeñas empresas de autónomos abrirán o no después de esta amarga pandemia. Así no, dicen…
Y el turismo, tan denostado por algunos y tan necesario en esta sociedad de servicios, está esperando nuevas normas que hagan posible la normalización de actividades. Pero, siempre hay “un pero”, con ciertas declaraciones, ya se han cerrado las puertas durante un tiempo, demasiado… No hay cosa peor que dar palos de ciego en temas que se desconocen, y así nos luce el pelo.
Fíjense, cada sitio tiene sus particularidades. En mi ciudad, rodeada de pinares, qué sitio mejor para dar paseos sin aglomeraciones, disfrutando de la naturaleza que esta primavera está provocativa, exultante y llena de aires puros, pero no se puede salir a más de un km.… no entiendo nada. Bien que miramos otras veces lo que hacen los vecinos.
Lo que sí he oído a mucha gente, y lo comparto, es que tenemos que recapacitar, activar el consumo como un motor de actividad que redundará en el conjunto de la sociedad, y así, comprando nuestros productos españoles contribuiremos en esa campaña de promocionar lo nuestro, que, además, muchas veces no es más caro y es mejor… así ha surgido ese movimiento denominado “momento 84”, que consiste en consumir productos de España que tienen iniciando el código de barras el nº 84. Yo me he quedado con la copla, que ya antes era de los que miraba y consumía en el comercio de proximidad, el de nuestro barrio o nuestra calle, como la mejor forma de ayudar a las gentes de nuestro entorno. Ahora, con más motivo y mucho fundamento. Yo me sumo al momento 84, es decir, a consumir productos en los que el código de barras empiece con el distintivo de lo nuestro. Y así, entre todos, podremos reanimar la agonía que nos rodea, que es la segunda parte de esta pandemia. Si muy importante ha sido el tema sanitario de esta terrible pandemia, no menos lo es esta segunda parte, la económica, que ya está minando tantas casas y familias con una depresión insospechada y tanto paro.