AVELINO RODRÍGUEZ ELÍAS, PERIODISTA Y CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, FUE LA PRIMERA VOZ QUE RECLAMÓ LA CONSTRUCCIÓN DE UN CAMPO QUE SUSTITUYESE AL DE COIA
El kick-off fue ejecutado por la hija del ex alcalde Gregorio Espino a las 15.11 horas del 30 de diciembre de 1928. Aquel saque de honor inauguraba el Stadium de Balaídos, una empresa iniciada cuatro años antes por la iniciativa de un grupo de empresarios vigueses liderados por Joaquín Fontán, presidente de la Compañía de Tranvías. El encuentro inaugural fue disputado por el Real Club Celta y el Real Irún y concluyó con un contundente 7 a 0 a favor de los locales. Afirma Gerardo González Martín, miembro del Instituto de Estudios Vigueses, en su libro Pasión por Vigo, que Avelino Rodríguez Elías (periodista y cronista oficial de la ciudad) fue la primera voz que reclamó la construcción de un campo que sustituyese al de Coia.
Fue un grupo de empresarios vigueses quienes en septiembre de 1924 compraron 75.000 metros cuadrados en la zona de Balaídos y comenzaron las obras de acondicionamiento, que supusieron el desvío del río Lagares. Al frente de los impulsores del estadio estaba el presidente de la Compañía de Tranvías, Joaquín Fontán, quizá porque el trazado de nuevas rutas de sus vehículos se llevarían por delante el campo de Coia, que estaba situado frente al astillero Barreras.
Dos años más tarde, se constituyó la sociedad Stadium de Balaídos y los tres propietarios cedieron los terrenos a la sociedad a cambio de 250 acciones. El primer proyecto técnico, según Gerardo González Martín, fue realizado por Ricardo Mella Serrano, hijo del famoso anarquista vigués. Sin embargo, el proyecto definitivo fue firmado por Genaro de la Fuente.
El estadio contaba con una pista de atletismo de diez metros de ancho y el graderío era corrido por lo que no había ángulos. Junto al edificio deportivo, la corporación municipal, que presidía Mauro Alonso Gómez-Cuenca, reorganizó urbanísticamente el entorno, y de esta época es la avenida de Balaídos, que facilitaba el acceso desde la carretera de Vincios, aunque la mejor comunicación con el campo era a través de la carretera de Baiona.
El partido inaugural fue organizado directamente por el Celta, aunque los socios propietarios del estadio tuvieron un trato de favor y solo tuvieron que pagar tres pesetas por localidad de preferencia o asiento de palco, mientras que para el resto del público un palco con seis entradas costaba 30, 5 pesetas para Preferencia, 4 para Río, 3 para la grada de Goal con asiento y 2 para General.
Balaídos se llenó hasta la bandera, tanto en sus gradas como en la zona de general, que no tenía derecho a asiento. Faustino Ande, arcipreste de Fragoso, fue el encargado de echar el agua bendita sobre el field y sonaron los himnos de España y Galicia. Dicen las crónicas, muy influenciadas por la terminología futbolística inglesa, que el team celeste comenzó el match intranquilo, quizá todavía inadaptado a las grandes dimensiones del field. No obstante, a los quince minutos de juego, Graci conectó un cabezazo contra la portería irundarra para inaugura el marcador.
Este campo estuvo gestionado por la mencionada sociedad durante una larga década y después fue vendido al Concello de Vigo, pero con la presencia del Real Club Celta por el medio. La corporación viguesa, presidida por Luis Suárez Llanos, quiso comprar el estadio, pero por diversas circunstancias no llegó a un acuerdo con sus propietarios. El Celta, por su parte, vivía a mediados de los años cuarenta una agonía financiera importante. Sin embargo, una operación a tres bandas permitió que se hiciera con el usufructo del estadio de Balaídos.
El club llegó a un acuerdo de compra con sus propietarios tras obtener un crédito de la Caja de Ahorros de Vigo por valor de 860.000 pesetas a amortizar en veinte años. Sin embargo, este crédito iba a ser pagado por el Concello de Vigo mediante subvenciones anuales de 70.000 pesetas. Tal como indica la prensa de la época, el Celta cedió la nuda propiedad del estadio al Concello, quedándose con el usufructo del mismo. Al cabo de veinte años o cuando se hubiese amortizado el préstamo, el Concello de Vigo no solo tendría la propiedad sino también el usufructo. Para mayor beneficio del club, también las reformas deberían ser asumidas por las arcas municipales.
El fútbol comenzó en las actuales Avenidas y luego pasó a la zona de Barreras
Dice José Ramón Cabanelas, miembro del Instituto de Estudios Vigueses, que el fútbol entró en España por Vigo. Relaciona la entrada de este deporte con la instalación en la ciudad de la compañía del Cable Inglés. Los miembros de aquella empresa crearon su propio equipo, el Exiles, que aprovechaba la habitual presencia de la escuadra británica para disputar partidos en el relleno, espacio que hoy en día coincide con las Avenidas.
Sin embargo, la disputa de encuentros entre equipos de fútbol propiamente vigueses se regulariza a partir de comienzos del siglo XX. El Real Club Fortuna y del Real Vigo Sporting Club son los principales exponentes de este deporte en la ciudad durante los primeros momentos. Su unión, en 1923, dio lugar al Real Club Celta de Vigo. Este equipo jugaría desde ese año hasta 1928 en el campo de Coia, que estaba situado frente a los astilleros de Barreras.
Este campo de fútbol incluso acogió el primer encuentro que la selección española jugó en Galicia. Fue en diciembre de 1926 cuando los vigueses pudieron ver el partido entre el combinado español y el húngaro. Dicen los cronistas que Hungría era un equipo mucho más técnico y que superó claramente al español en el juego asociativo, pero la Roja fue más práctica y eficaz. Quizá por ello, España concluyó el encuentro con un resultado favorable de 4 a 2.
Una nueva imagen exterior y sus últimos cambios
Hasta 1967, el campo no experimentó cambios significativos, más allá de ligeros arreglos en las gradas de Río y Marcador. El cambio llegó con Rafael Portanet en la alcalde de la ciudad. Grada por grada se construyó una nueva configuración del estadio, que también fue dotado de luz artificial. Al mismo tiempo, el Concello de Vigo firmaba un nuevo convenio de usufructo de las instalaciones para el club celeste.
El 27 de marzo de 1971 se bendice la nueva cara de Balaídos, aunque unos días antes se aprovecha la visita a Vigo del Real Madrid para estrenar las instalaciones. El aforo del estadio se vio incrementado notablemente, al tiempo que los espectadores quedaban, más o menos, amparados de la lluvia por los amplios aleros de hormigón que todavía se pueden ver en Marcador.
La remodelación del municipal se completó a comienzos de los años ochenta con motivo de la celebración del Mundial de Fútbol de España, en 1982. Para entonces se destruyó la vieja grada que quedaba en la zona de Río y se levantó la actual, ahora recientemente modificada. Al mismo tiempo se realizaron obras de acondicionamiento para adaptarse a las condiciones impuestas por la FIFA.
De este modo siguió el municipal de Balaídos hasta hace unos años. Ya con Abel Caballero al frente de la alcaldía viguesa, el estadio comienza su gran transformación. La primera zona en afrontar el cambio exterior e interior fue la correspondiente a Tribuna y Preferencia, conformándose como una única grada, que ganó inclinación. Por fuera, el estadio también cambio de aspecto al mostrar un nuevo y espectacular envoltorio.
Más recientemente, se acometieron las obras de cubierta en la grada de Río, a la que se la dotó del mismo aspecto exterior que su opuesta. El alcalde anunció en varias ocasiones que el cambio seguirá su lenta transformación en el resto de las gradas hasta quedar uniforme en su totalidad. Al mismo tiempo, el Celta mostró su interés por ser propietario de las instalaciones o construir unas propias en otro lugar.
Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/ – JORGE LAMAS