POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VERELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y PADERNE (LA CORUÑA)
El 10 de enero de 1601 se publicó oficialmente el traslado de la Corte para Valladolid, en donde permaneció hasta el 6 de abril de 1606 que regresó a Madrid. Es bien sabido que había sido una decisión promovida por el duque de Lerma, muy preocupado por el favor Real y por sus intereses particulares, de manera que no encontró oposición alguna a sus negocios y artimañas.
Durante esta ausencia de Madrid, el rey don Felipe III tuvo con su mujer la reina doña Margarita de Austria dos hijas, Ana Mauricia en 1601, y a María en 1603, que falleció al mes de nacer, y el tan ansiado hijo varón que le sucediera en la Corona, el futuro Felipe IV, “El Rey Planeta”, que nació el 8 de abril de 1605, y acontecimiento que fue celebrado con gran pompa y regocijo, hasta el punto de merecer crónicas tan meritorias como la “Relación de lo sucedido en la Ciudad de Valladolid desde el felicisimo nacimiento del Principe nuestro Señor, hasta que se acabaron las fiestas y demostraciones de alegria que por el se hicieron”, por Juan Godinez de Millis, que dedicó al conde de Miranda el mismo año.
Una vez firmada la “Paz de Londres” en 1604, se esperaba el envío de una delegación británica con el fin de ratificar el acuerdo que ponía fin al largo periodo de hostilidades entre ambos reinos. Sería así como el 17 de abril de 1605 llegaron a La Coruña cuatro navíos ingleses, con el fin de preparar la llegada de su embajador.
En la tarde del lunes 26 de abril, entraron en el puerto de La Coruña cuatro magníficos galeones y un patache, y a bordo el ilustrísimo señor Charles Howard, conde de Nottingham, gran almirante de Inglaterra, Irlanda, Normandia, Gascuña y Aquitania, capitán general de todos los castillos y fortalezas marítimas y de las armadas de los dichos reinos, embajador del rey de la Gran Bretaña, Francia e Irlanda, con su séquito. Poco después acudía a cumplimentarlo en una falúa y darle la bienvenida don Luis Carrillo de Toledo, conde de Caracena, capitán general del reino de Galicia y presidente de su Audiencia, acompañado por su hermano don Juan Pacheco y su hijo don Luis, además de los capitanes y entretenidos de aquel presidio, quienes serían saludados por el almirante en la escala del navío, quedando en desembarcar al día siguiente por ser tarde.
En la siguiente jornada acudieron a la capitana los citados don Juan Pacheco y don Luis Carrillo, para acompañar al almirante en su entrada a la ciudad, donde fueron recibidos con salvas de la misma, del castillo y fuerte. Seguidamente se encaminaron a casa del conde con mucha música de menestrales, y en la plaza les esperaba un escuadrón de infantería que, abatiendo las banderas diestramente, se abrió e hizo calle para que pasase el acompañamiento, y se hizo salva de mosquetería y arcabucería. La cena fue muy regalada y cumplida, con música de flauta y vihuelas de arco y otras, y esto cada día.
Sabedor el Rey Felipe III de su llegada, envió una delegación de bienvenida desde la Corte, encabezada por don Blasco de Aragón, comendador de la Orden de San Juan y del Consejo Secreto de Su Majestad en Milán, con una compañía, y mandó que Gaspar de Bullón, su aposentador mayor, partiese con todos los oficiales de su real casa, para que se hiciese la costa al almirante y a todos los caballeros y gente que con él venía, en compañía de don Juan Bermúdez y del Licenciado Mosquera de Figueroa, con gran séquito de alguaciles de Corte y otros ejecutores, además de mil cabalgaduras de silla y carga, y con mucha provisión de los regalos que faltan en Galicia. Según entendía el cronista, aunque bien sabemos merced a las Memorias del Arzobispado de Santiago, escritas en aquella época por el cardenal Jerónimo del Hoyo, que tanto las tierras de Faro, comprensivas de La Coruña, como Las Mariñas de Betanzos y su tierra, eran muy abastecidas de carnes, caza, pescados y todo género de bastimentos.
El mismo día de la llegada del embajador de Inglaterra, la Justicia y Regimiento de la ciudad de Betanzos recibía un correo que le entregaba una carta “zerrada y sellada” conteniendo una Real Cédula de Felipe III, por la que comunicaba el feliz parto de la reina, y acuerda la celebración de rogativas y regocijos, quedando incorporada al libro de Actas Capitulares, redactada en los siguientes términos:
“Zedula del Rey del nazimiento del principe [Marginado]. EL REY: concejo, justicia y rregidores, cavalleros, escuderos, oficiales y honbres buenos de la ciudad de Betanços, ya tendreis entendido o por esta entendereis como este Viernes Santo a ocho del presente fue Nuestro Señor servido de alunbrar con bien y muy brevemente a la serenisima Reyna mi muy cara y muy amada mujer, entre las nuebe y las dies de la noche, un hijo por que le he dado y doi ynfinitas gracias y estoi con el consentimiento que hes rraçon de que ella y el principe queden buenos y de que los he querido avisar como tan fieles basallos nuestros y os encargamos probeais y deis horden en esa ciudad se agan por ello la demostracion y de alegria y rregocijos que en tal caso se acostunbra, que en ello nos tendremos de bosotros por servidos, de Valladolid diez de abril de 1605. YO EL REY. Por mandado del rrey Nuestro Señor Juan rruiz de Velasco. [Al pie]. Por el Rey al Concejo, Justicia, Regidores, cavalleros, escuderos, oficiales, honbres buenos de la ciudad de Vetancos ” (En nuestro trabajo Insignias Jurisdiccionales de la Ciudad de Betanzos de los Caballeros. Apéndice VI. Programa oficial de las fiestas patronales 2003, publicado en separata por el Excmo. Ayuntamiento de Betanzos).
No cabe duda que el ambiente en la Corte era exultante.
El embajador británico con su séquito, nada menos que seiscientos hombres, puesto que cincuenta quedaron en La Coruña para embarcarse hacia Santander, por donde estaba previsto su regreso, salió de esta capital hacia Valladolid el siguiente día 13 de mayo, en unión de la delegación española. Iba acompañado de sus sirvientes, seis trompeteros, seis lacayos, seis pajes, treinta caballeros y ochenta vasallos, comitiva que haría noche en Betanzos, y capital del Reino donde tendría lugar un espléndido gaudeamus palaciego, según consta en la relación:
“… Salieron de La Coruña seiscientos ingleses y docientos criados del rey que iban para este servicio; llegaron aquella noche a Betanzos, adonde se halló la posada del almirante colgada de muy buenas tapicerías del rey, puesta la primera mesa para comer setenta personas, la cabecera debajo de un dosel, con alguna diferencia, porque se ponía un bufete para el almirante y algunos pocos, y a la postre hacía la mesa una vuelta, a manera de refitorio donde se sentaban con tanta orden, que ninguno tomaba el lugar de otro…”.
Siguieron camino hacia Benavente, e hicieron su entrada en La Corte el 26 de mayo de 1605. El embajador inglés también asistió como invitado especial al multitudinario y solemne bautizo del futuro monarca, que tuvo lugar el siguiente día 29 de mayo en la iglesia de San Pablo, en la misma pila en que había sido bautizado Santo Domingo, llevada expresamente desde Caleruega, y oficiado por el cardenal arzobispo de Toledo, con los nombres de Felipe, Domingo y Victor.
En cuanto a los actos celebrados en la ciudad de Betanzos con motivo del nacimiento del heredero de la Corona, tuvieron lugar en el mes de mayo de 1605, sin constar el día exacto en razón a la pérdida de la mayor parte de la documentación, aunque contamos con el acuerdo adoptado por la Justicia y Regimiento al respecto, en la manera siguiente:
“En este Ayuntamiento se… mando que se pregone publicamente que esta noche se agan fuegos en las puertas y pongan luminarias en las bentanas y anden las caxas y gaitas taniendo por las calles publicas desta ciudad y se toquen las canpanas y el rrelox, so pena que las personas que [no] hicieren sus fuegos y luminarias pague de pena mill maravedis y quatro dias de carzel, y asimismo se avise a los bicarios de la clerezia, Guardian de San Francisco y prior de Santo Domingo, para que el Jueves proximo que biene se aga dicha procesion general, dando gracias a Nuestro Señor por tan buen subceso y se pregone asimismo que todas las personas de doze años arriba acudan a la iglesia matriz de Señor Santiago de donde a de salir, y que los bicarios de todas las cofradias desta ciudad lleven cada una sus blandones de zera encendidos so pena de otros mil maravedis, y para ablar a los dichos conventos y vicarios se nonbra el Regidor Antonio Pita Varela y al rregidor Agustin Rodrigues de la Torre, rreservando hacer mayores fiestas para quando su magestad diera Licencia e inviara zedula, y se libran dos ducados para candelas y lo mas necesario para que los dichos rregidores los agan gastar en luminarias en las casas de ayuntamiento y en la plaça publica desta ciudad, y ansimismo de la polbora que esta en este ayuntamiento, puedan tomar quatro libras para coetes y arcabuzes, y esto decretaron y firmaron… [Firmado] Antonio Pita Varela, Rodrigo da Bezerra, Sanjuan Gonzales, Agustin Rodriguez de la Torre, Bernardo Yanes, Gomez de Baamonde y Rivadeneira, Raphael de Villar [Rúbricas]. Pasó ante mi. [Firmado] Alonso Vazquez [Rúbrica].”. (Ibídem).
Para empezar no estaba nada mal que se encendieran luminarias y fuegos, incluidas las reales casas consistoriales, de manera que los gaiteros pudieran ejercer su festivo oficio y las gentes tomaran las calles. Como no podía ser menos que repicaran todas las campanas de los templos, incluida la del reloj de la torre municipal, en la plaza pública o mayor, y para mayor realce con fuegos artificiales y descargas de ordenanza por las tres compañías de la ciudad. Por supuesto, sin faltar la procesión general, como agradecimiento al Todopoderoso por tan grato natalicio, que ha de salir de la iglesia de Santiago, matriz de la misma, acompañada de la clerecía y conventuales, con participación de todas las cofradías y sus vicarios con blandones y candelas, además de los menestrales de los seis gremios del común (en un futuro reducidos a cinco) con sus conjuntos de danzas y representaciones, y presidida por las autoridades, a las que habría de incorporarse la hidalguía y la nobleza titulada.
Según expone el ayuntamiento como inicio de las celebraciones, y a la espera de la Real Cédula y licencia para “…hacer mayores fiestas…”, cuando determine y disponga Su Majestad.
Un testimonio más sobre la antigua relación de la Ciudad de Betanzos de los Caballeros con el Reino Unido, incrementada en la actualidad con el gran concurso de británicos y ciudadanos de la Commonwealth que realizan su peregrinación a Santiago de Compostela por el Camino Inglés, ruta que parte de Neda-Ferrol, y que discurre en su mayor parte (un 60% ) por la desaparecida provincia de Betanzos, y atraviesa esta antigua capital del Reino de Galicia (Veáse nuestro trabajo Betanzos, encrucijada de Rutas Jacobeas, publicado en el programa oficial de festejos de 1993), como bien saben y conocen, entre otros, nuestros buenos amigos de la International National Trust Organisation.