POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Desde la Edad Media, salvo las familias regias y los señores feudales, los ciudadanos dormían sobre el suelo; donde colocaban unos sacos o unas mantas muleras con el fin de amortiguar sus cuerpos y sus huesos.
En Ulea, a principios del siglo XVIII, la mayoría de los ciudadanos dormían en un catre de construcción casera y, unos años después, en unos caballones, por un par de bancos de piedra o de tierra sobre los que se colocaban unas tablas longitudinales y otras transversales. En dicha superficie se colocaba un colchón relleno de paja o de hojas secas de maíz (perfollas). A veces, estos colchones se rellenaban con sacos de desecho y, otras, las menos, con lana de ovejas recién esquiladas.
Las almohadas, al igual que los colchones, eran rellenados con los mismos materiales, pero al ser el rostro más sensible que el resto del cuerpo se procuraba que no tuviera granzas.
A finales del siglo XIX, y principios del XX, comenzó a popularizarse el somier de alambre el cual se colocaba sobre las tablas o maderos.
En esta época, existía una mueblería en Archena regentada por los hermanos Juan y Pepe, que tenía gran prestigio en toda la comarca. Entonces, surgió la figura de Joaquín Carrillo Martínez (mayor) y, su padre, que al tener gran confianza con los mueblistas archeneros, consiguió colocarlo en el negocio a su hijo cuando tenía 10 años, como aprendiz en dicha mueblería.
Fue un aprendiz aventajado y, antes de marcharse al Servicio Militar (mili) la hizo como soldado de cota, en el cuartel de infantería de Murcia, ya era un experto en la confección de muebles y, los que le encargaban y no los tenía, se los traía de Archena, de la mueblería de Juan y Pepe, con los que se llevaba como si fueran sus hermanos mayores.
Al cuartel militar, acudía con una moto Harley Davidson de segunda mano. Esta situación tan favorable, le permitió continuar con la mueblería que había instalado en Ulea, situada en la Calle Alfonso XII.
Joaquín el de los muebles, que así se le llamó en adelante, era un verdadero ‘manitas’ ya que confeccionaba sillas, sillones, mecedoras, armarios, coquetas, mesas, para lo cual tenía como carpintero a Luís Herrera. Además, se especializó en la fabricación de camas, con las patas de madera y unos listones laterales, también de madera que, según los tamaños (un cuerpo, cuerpo y medio y matrimonio), les adaptaba unos somieres de alambre tensado, que daban mayor seguridad y soportaban el peso de los colchones y los durmientes de dichas camas; colchones que seguían siendo de paja y perfollas; aunque iban aumentando los de lana escaldada de oveja.
Los asientos de las sillas y sillones eran, en su mayoría de lía, con variado grosor, que le confeccionaba su madre Clarisa Martínez Garrido y se las montaba su padre Joaquín Carrillo Benavente. Poco a poco iban cambiando las costumbres y, cada vez en mayor proporción, los asientos eran de madera.