POR JOSÉ ANTONIO MARÍN MATEOS, CRONISTA OFICIAL DE CEUTÍ (MURCIA)
A finales del siglo XIX, El Matadero viejo de Murcia era un caserón sin condiciones para el objeto a que se le destinaba a consecuencia de las emanaciones producidas por la descomposición de los restos y despojos de los animales sacrificados, se había quedado pequeño para los sacrificios, escaso de ventilación, pobrísimo de agua, constituyendo una verdadera amenaza para la salud pública.
Este Matadero viejo estaba situado en las proximidades de la plaza de Camachos, en la calle que une la avenida de Canalejas (bajada del Puente Viejo) con la plaza de la Paja. Fue construido entre 1742 y 1748, aproximadamente, dentro de un gran proyecto del Consistorio de ampliación del casco urbano y sus servicios municipales. La ciudad decidió la construcción de un nuevo matadero, encargando el proyecto de la obra al arquitecto Jaime Bort, que a su vez dirigía la obra y se encargaba de la construcción del imafronte de la Catedral de Murcia. En 28 de enero de 1896, siendo alcalde de Murcia Juan de la Cierva Peñafiel, se compraron por el Ayuntamiento siete tahúllas de tierra, propiedad de los señores conde del Valle de San Juan, Evaristo Llanos, Rosario Díaz Manresa y el marqués del Campillo, para emplazar el nuevo Matadero, situadas entre la carretera de Alcantarilla y al camino viejo de Cartagena.
Costaron dichas tahúllas 9.625 pesetas, y otorgó la correspondiente escritura de compra el notario público de esta ciudad José Domínguez y Sanz. El arquitecto municipal Pedro Cerdán realizó proyecto, planos y presupuestos con su correspondiente y bien razonada memoria y después de que todo ello estuvo debidamente aprobado, se practicaron las diligencias y trámites reglamentarios para efectuar la subasta para la ejecución de las obras. Decir que anteriormente, fue enviado a estudiar los mejores edificios de esa clase construidos en España a fin de que pudiera formular un proyecto digno de Murcia.
Después de dos subastas en 1897, que quedaron desiertas, tanto en Murcia como en Madrid, quedó este asunto en el panteón del olvido. Esta idea resucitará en enero de 1906, de la mano del concejal Jacinto Serrano Alcázar, siendo alcalde de Murcia Jerónimo Ruiz Hidalgo. Con fecha 13 de julio de 1907, se daba lectura al pliego de condiciones para la construcción del nuevo matadero y, tres meses más tarde, las obras le eran adjudicadas a Bartolomé Gallego en la cantidad de 160.000 pesetas. Ocupaban las construcciones 6.200 metros cuadrados y habían costado 169.000 pesetas, que se iban pagando a razón de 4,000 pesetas mensuales. Constaba de grandes patios, espaciosas naves, completa red de alcantarillado y abundantes aguas, siendo las líneas de edificación severas y elegantes.
El jueves 20 de mayo de 1909, festividad de la Ascensión, se verificaba solemnemente la inauguración del nuevo Matadero municipal, con asistencia de las autoridades municipales, los diputados a Cortes, senadores, diputados provinciales, concejales, autoridades de todos los órdenes, comisiones de diferentes corporaciones, prensa e inmenso público. Este Matadero sería derribado en el año 1982, al que se consideraba único en el mundo y representativo de la arquitectura murciana.
Fuente: http://www.laopiniondemurcia.es/