POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA.
En el Parlamento catalán ya no se despachan Conguitos, esos exquisitos cacahuetes negros. Perdón, cacahuetes del color que ustedes quieran menos negros. Por ahí van los tiros. Al parecer, algún desocupado tachó de racista el producto en cuya bolsa aparece un negrito orondo de grandes labios rojos. El negrito (no el del Colacao, que también) es más viejo que el hilo negro. Más incluso que orinar a pulso. Y ahora vienen a echarse las manos a la cabeza.