POR RAFAEL MARTÍN ARTÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE SEGORBE (CASTELLÓN)
El Ayuntamiento de Segorbe, como otros muchos, tiene su particular regalo institucional para obsequiar a las autoridades que visitan la ciudad o personas que se han distinguido por favorecer a la población en distintas circunstancias y momentos.
En los últimos tiempos es el aceite –considerado entre los mejores del mundo- y los garrotes, los productos elegidos como elementos más representativos de la economía local tradicional, para agradecer los favores y servicios, pero hace años y durante bastante tiempo, era el chocolate, producto milenario de la gastronomía universal.
Todo parece indicar que en el siglo XVIII, Segorbe ya tenía buenos maestros chocolateros. Incluso hubo dos marcas de chocolate propias como Palancino y Canalda, en tiempos más próximos a nosotros.
Algunos acuerdos aparecen en las actas municipales sobre estos regalos y siempre se obsequiaba con las misma cantidad: una arroba (@), cantidad bastante importante ya que representaba algo más de 12 kgs. del delicioso producto.
El obsequio más curioso está fechado en 1725. Se trataba de un señor, llamado Pedro López Domenech con el que la Ciudad de Segorbe se encontraba en deuda por las “muchas y singulares asistencias” que había realizado en su beneficio y Segorbe quiso agradecerle su gestión “con cosa que acredite su buena ley y gratitud”. El regalo consistió en cierta cantidad de “cera blanca labrada en bujías” y una arroba de chocolate “de la mejor calidad que sea posible”.
Uno de los regidores municipales, Eusebio Aymimir, tuvo que pasar a Castellnovo –población vecina a Segorbe-, donde se encontraba el mencionado caballero, para entregarle el regalo. A través del enviado, la corporación municipal le significó al agraciado que “no atienda a la cortedad del don (que la estrechez de los tiempos no le permite más ensanches), sí a la buena voluntad con que lo ofrece”.
Otro acuerdo curioso lo encontramos en 1732, con el obsequio realizado por la Ciudad al comendador del Real Convento de Nuestra Señora de la Merced de El Puig. Un representante del Consejo Municipal, viajó hasta la Real Cartuja de Ara Cristi para dar la bienvenida al Obispo de Segorbe, el gaditano Francisco de Cepeda y Guerrero, hospedándose en el citado convento. Las crónicas dicen que el comendador –cuyo nombre se omite- se excedió en favorecer al síndico segorbino “franqueándole cuanto ha sido necesario para el total desempeño y lucimiento de la Ciudad”. Como no podía ser de otra forma, en agradecimiento por la atención recibida por el munícipe, el ayuntamiento regaló al comendador cierta cantidad de chocolate, en esta ocasión acompañado de dos cajas de bizcochos de Teruel.
En ambas ocasiones y otras más que no reproducimos para no alargar en demasía este breve articulillo, el obsequio de agradecimiento no pudo ser más delicioso.