POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
«Se encargó al que se consideraba el mejor restaurador y constructor de órganos entonces en España, el alemán Gerhard Grenzing, formado como organero en el prestigioso taller de Rudolf von Beckerath»
Hace más de 100 años, un mes de octubre de 1921, se inauguraba un templo que surgía en medio de arenales plagados de mucha historia, pero que eran la plataforma de un futuro muy emprendedor y dinámico, de un progreso que marcaría el desarrollo de la ciudad en el siglo XX, con el gran Puerto de La Luz como telón de fondo. Una iglesia que nacía, póstumamente, de las ilusiones y la decidida voluntad de uno de los hijos más ilustres de esta isla, D. Luis Antúnez y Monzón. Un templo que, en recuerdo de su madre, Dña. Pino Monzón, se consagraba a la Patrona de Gran Canaria. Un edificio singular, muy llamativo, cuyos planos trazó el gran arquitecto Fernando Navarro, que lo concibió, no en su habitual estilo modernista, sino a modo de mezcla elementos de diferentes estilos y épocas de la historia del arte y la arquitectura, dándole un carácter ecléctico. Un monumento que representa un momento trascendente de la evolución de la ciudad, símbolo de un tiempo en el que fue necesario luchar mucho para modernizar la isla y asegurar su porvenir.
En una apuesta por la consolidación de la actividad tanto espiritual y social, como de referente cívico, en el año 1976, impulsado por el párroco Quintero Bojart, se llevó a cabo el proyecto de dotar al templo de un órgano, que no sólo ofreciera una música de calidad en las ceremonias litúrgicas, pues entre los signos y símbolos usados por la Iglesia para celebrar su fe, la música es de importancia preeminente, sino que también constituyera una oportunidad cultural de primer orden para aquel joven distrito de la ciudad, que requería de servicios y referentes culturales y ciudadanos. Ahora, cuarenta y ocho años después, este magnífico órgano se pondrá en valor, como el patrimonio cultural que representa para la ciudad, a través del destacado programa de Conciertos Culturales de Cuaresma que organiza el Distrito Isleta-Puerto-Guanarteme, en colaboración con las diferentes parroquias, entre el 2 y el 22 de marzo, y que este sábado 9 de marzo ofreció, en la parroquia del Pino, el concierto de órgano ‘Laudate Dominum’, que tuvo como organista a Eduardo García, y contó con las voces de Mari Carmen Segura, soprano, y Alejandro Ramírez, tenor.
Se volvió a escuchar, en todo su esplendor, un órgano se encargó al que se consideraba el mejor restaurador y constructor de órganos entonces en España, el alemán Gerhard Grenzing, formado como organero en el prestigioso taller de Rudolf von Beckerath en Hamburgo, con mención de honor, y que, después de ampliar su experiencia con otros organeros europeos y deseando estudiar los órganos ibéricos se trasladó en los años sesenta del siglo XX a Mallorca, donde, fascinado por la originalidad, la inventiva y el sonido que descubrió en los instrumentos históricos muy bien conservados, decidió dedicarse a la restauración y recuperación de estos órganos.
El órgano parroquial de la iglesia de Ntra. Sra. del Pino, de Las Palmas de Gran Canaria, que aparece en una época sumamente interesante de transición tanto cultural, como social y económica, de gran trascendencia para el devenir de esta ciudad, se suma a la rica historia y tradición organera de Gran Canaria, donde la música sacra ha tenido una importancia decisiva en la génesis e implantación de la cultura musical, que distingue a la isla y es una de sus principales fortalezas culturales.
La presentación en sociedad de este nuevo órgano, de este nuevo patrimonio cultural grancanario, contó con una conferencia de su constructor, el señor Gerhard Grenzing, ofrecida en la propia iglesia el 21 de mayo de 1976, en la que habló de la historia del órgano, su misión, su constante actualidad y nivel de construcción, así como su experiencia en el taller de Barcelona, y resaltó como «presentamos algo muy nuevo, el órgano antiguo», o sea, un instrumento elaborado en base a unas técnicas antiguas con materiales nuevos, mientras que la prensa del momento lo tildaba como «El mayor del Archipiélago. Sonoridad maravillosa» y, como afirmó entonces D. Antonio Pérez Arrocha, «buen conocedor de todos los órganos del Archipiélago y que ayuda al ingeniero alemán en el montaje de éste, no duda en afirmarnos que, en su estilo, este órgano es el mayor instalado en los templos de las islas», como apuntaba Fernando Ramírez Suárez en su crónica del Diario.
El órgano de la Parroquia de Ntra. Sra. del Pino, que está en la tradición de la escuela barroca española, la norte-alemana y engarza con las técnicas modernas, fue elaborado con maderas de castaño y boj, fundamentalmente, es de funcionamiento completamente mecánico, aunque cuenta con un motor eléctrico. Algunas de sus piezas son de aluminio y otras de aleaciones metálicas que proporcionan una pulsación ligera y agradable, con gran seguridad de funcionamiento. Como resaltó el propio constructor, Sr. Grenzing, «técnicamente todo el órgano fue montado en mi taller de Barcelona y comprobado su funcionamiento. Sin embargo, el timbre de cada juego y su emisión de sonido dentro del conjunto se está elaborando aquí, en la misma acústica de la iglesia, porque es la manera más fiel de responder y lograr lo que se pretende». Un «órgano con identidad propia» que consta de un total de veinte juegos y está compuesto de dos teclados y pedal completo. Cuenta con unos mil doscientos cincuenta tubos, el mayor de los cuales mide más de cuatro metros, de estaño y en fachada, con «trompetería horizontal» construida en cobre, como es característico en los órganos españoles. Grenzing también destacó, al presentarlo, que otra «de las técnicas que hemos mantenido es la de persianas de expresión, al estilo Romántico, y tan aptas para las necesidades de la música moderna».
Sin duda, el órgano de la Iglesia de Nuestra Señora del Pino, constituye una de las grandes aportaciones culturales que ha recibido Las Palmas de Gran Canaria en el siglo XX, del que en la actualidad puede seguir disfrutando en estos «Conciertos Culturales» que promueve el Distrito Municipal. Entonces, y ahora, la música de órgano, los maestros organistas, cobran una nueva pujanza, y este arte tan tradicional y novedoso a un tiempo da muestra de no extinguirse nunca.