POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Existen advocaciones marianas muy ligadas a algunas órdenes religiosas, como son las relacionadas con los frailes capuchinos que, durante muchos lustros han estado vinculados con Orihuela, incluso algunas de las cuales de remontan al siglo XVII, como la de la Virgen de la Fe. Otras, como la Divina Pastora y, más reciente en el tiempo, la de Nuestra Señora de las Tres Avemarías. Imágenes que en la actualidad se encuentran: la primera, en la capilla de la Comunidad en el Colegio de San Buenaventura de los Capuchinos de Murcia; la segunda, obra de Enrique Galarza en el convento de Orito; la tercera, obra del mismo autor, en la iglesia de las Tres Avemarías de Totana. Así mismo, en esta última iglesia se atesora el Cristo de la Sangre, también de Galarza, en el que Juan de Ribera recoge en un cáliz la sangre de Cristo. En nuestra ciudad queda el recuerdo capuchino a través de su iniciativa en la entronización de la Cruz de la Muela, en 1942, tras haber sido destruida durante la Guerra Civil, y su iniciativa a través de la Adoración Nocturna de la fundación de la Cofradía de la Sagrada Institución de la Eucaristía, en 1943, cuya imágenes también salieron de la gubia de Galarza.
Pero, en el recuerdo queda, aquella primera imagen de Nuestra Señora de las Tres Avemarías, destruida en la citada guerra y que había sido esculpida por el valenciano Vicente Marco y coronada el 28 de abril de 1918, en la Plaza de la Constitución (Plaza Nueva) por el obispo Ramón Plaza y Blanco. Con motivo de tal efemérides “El Oriol Festivo” dedicó un número, en el que nos vamos a detener.
Esta publicación con una periodicidad aproximadamente anual, nació en 1907 con la cabecera “El Oriol Taurino”, con motivo de la Feria de Agosto y de la inauguración de la Plaza de Toros, manteniéndose con ella hasta 1913. En este último año, cambió su cabecera por la que se titula esta “Vuelta a los Puentes”. La justificación que se daba para modificar el calificativo de “El Pájaro”, de taurino a festivo, era la siguiente: “Pero la cosa ha cambiado; hoy aquel apelativo resultaba inoportuno o demodé, que es lo mismo, siendo del caso variarle por otro más sugestivo, y pues las ferias anuncia ¿quién no le pone Festivo?… Mas el Oriol, no muere, el Oriol está vivo y otra vez viene a ofrecerte su saludo y sus servicios”.
Al iniciarse su publicación, y durante algunos años apareció subtitulándose como “Anuario de la Industria y Comercio”, anunciándose así mismo como divulgador de los festejos de la Feria.
En abril de 1918, cumpliéndose su décimo año y como número 12, al precio de 15 céntimos, e impreso en “La Lectura Popular”, dedicó un ejemplar a la citada coronación de la imagen de las Tres Avemarías. En él, su fundador, director y propietario José María Sarabia Vergel, manteniendo el lema del periódico “Todo por Orihuela y para Orihuela”, en el título del editorial hacía referencia a la “solemne dedicación de su primer templo en España”. De hecho, la iglesia de los capuchinos había sido restaurada hacía poco tiempo y consagrada por el prelado oriolano Plaza y Blanco. El citado editorial concluía con las siguientes líneas: “Aceptad como respetuoso y devoto homenaje, la ofrenda humilde sí, pero sincera de esta modestísima publicación que con el afecto más puro os ofrece, dedica y consagra en esta fecha feliz de vuestra Coronación, la Redacción de El Oriol Festivo”. Así mismo, el número de dicha publicación iba dedicado a “la virtuosa” Ana Cano-Manuel, viuda de Soto, y en sus portada, contraportada y doce páginas, además de 48 anuncios y el editorial, aparecen entre prosa y verso ocho artículos. De los primeros, hay algunos dedicados al escultor Vicente Marco, al autor del lienzo boca-porte y a la corona. En el primero de ellos J.M.S. (José María Sarabia) le atribuye el calificativo de “digno sucesor de Zalcillo” y da reseña de muchas de las obras salidas de su taller sito en la calle Caballeros, 18 de Valencia, y atesoradas en Granada, Sevilla, San Sebastián, Barcelona y Cádiz, entre otras poblaciones. En el segundo, cuyo autor es J.S. Pardines, está dedicado al yeclano José María Cano-Manuel, premiado en varios concursos hispanos y americanos, y en cuyo lienzo para el camarín se inspiró en el grupo escultórico. En el tercero, firmado por fray Eugenio de Valencia, reseña las numerosas poblaciones desde las que los donantes hicieron entregas para la confección de la corona a cargo del mallorquín Luis F. Rey, ejecutada en estilo renacimiento con forma ducal y con las siguientes características: oro de 18 quilates, adornada de 32 brillantes, 332 diamantes, 7 amatistas, 5 esmeraldas, 9 rubís, 53 zafiros, 52 medias perlas y 87 perlas enteras. Toda la pedrería estaba montada al aire y con platino. Así mismo, y por dicho orfebre fueron fabricadas en plata dorada para las imágenes del Padre y del Hijo, el triángulo y corona potencial, respectivamente, Se completaba la publicación con los artículos: “Regina Martyrum del Doctoral de Orihuela; el poema “Plegaria” del presbítero M. (Monserrate) Celdrán; “¡Gaude, Virgo Gloriosa!” de Roque Ardid; el poema “A la Virgen de las Tres Ave-Marías. Desde la ausencia. Memento mei” de Armengol (José Mª Sarabia). Completaba la publicación un trabajo titulado “Antigüedad de la Devoción de las Tres Ave-Marías en la Iglesia” del jefe de la Prisión, Miguel López Alpanseque, en el que remonta esta devoción al siglo XIII, hasta llegar a las figuras del beato Diego José de Cádiz y Antonio María Claret.
Así, “El Oriol Festivo” homenajeó a esta advocación mariana con ocasión de su coronación, unos meses antes de que la “grippe” de 1918 hiciera estragos en nuestro término municipal, dejando tras de sí 331 fallecidos.
Fuente: http://www.laverdad.es/