POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

Ahora que esta multicolor –pero voluble– estación meteorológica ha recuperado su normalidad (tras vencer su demora en llegar), hasta alcanzar los valores habituales de esta época, tanto en el apartado térmico como en el hidrológico: desde el 10 de octubre, cuando comenzaron a depositarse las primeras precipitaciones, ya llevamos registrado un total de 205’1 litros de lluvia por metro cuadrado en Navalmoral, “muy bien caídas” en nuestra comarca, con escasas incidencias dañinas (si exceptuamos la fuerte granizada que afectó a Peraleda de la Mata, incluyendo a mis olivos, en la tarde del 27 de octubre pasado). Y Gredos cubierto de nieve,

Pero, como a corto y medio plazo no intuimos cambios meteorológicos dignos de mención, a la espera de que hagan acto de presencia episodios más notables, nos vamos a permitir alterar un poco esta habitual tarta de la columna del tiemporebozándola con un delicioso y destacado acompañamiento.

Como es harto conocido, el pasado 22 de noviembre se clausuraron los XXV Coloquios Histórico-Culturales del Campo Arañuelo, una de las citas formativas más participada y valorada de la Comunidad extremeña, que emanó en 1993 desde los Coloquios Históricos de Extremadura –que surgieron en 1971 y a los que yo asisto anualmente–, y que han servido de referencia para la fundación de un elevado número de Jornadas similares dispersas por toda nuestra geografía regional.

En la fecha señalada, una vez que la Corporación acuerda por unanimidad nombrarme “Cronista Oficial de la Villa”, y me informo convenientemente de mis derechos y deberes (“con objetividad, imparcialidad, altruistamente, etc.”), observo que el Artículo VI es un “pastel” demasiado grande para ser consumido y digerido por una persona sola; además, sería “mi crónica”, no la de Navalmoral.

Fue entonces cuando decidí que esa tarea recayera colectivamente en quien lo deseara, para que todos fuéramos autores y copartícipes activos y pasivos de nuestra Historia, siguiendo el modelo antes expuesto, tras llevar a cabo los pasos pertinentes:

1.- Redactar el proyecto base.

2.- Dárselo a conocer al entonces concejal de Cultura, Juan Carlos Maestro Mojena.

3.- Informar ambos del tema a la entonces alcaldesa de Navalmoral: Salud Recio Romero.

Una vez que lo conocen y aprueban, dimos paso a la segunda fase del mismo, para poderlo llevar a la práctica:

a.- Elección de una Comisión Evaluadora y responsable de la misma. Quienes deciden que yo los coordine y que la Concejalía correspondiente asuma la Organización, “con voz, pero sin voto” (en aras de la “libertad y autonomía democrática”).

b.- Que acuerda la dedicación de cada edición a personajes, instituciones u hechos destacados de la localidad, con el fin de recordad su desinteresada y valiosa aportación a la misma.

c.- Establecer unas aportaciones económicas a los participantes, para sufragar en parte su labor.

1. d) Y el apoyo de instituciones relacionadas con el proyecto. En este apartado, desde el primer momento lo hizo la Fundación Concha: primero aportando las instalaciones y, desde la 2ª edición, colaborando económicamente también, otorgando uno de los premios. Más adelante hará lo mismo el pedagógico Centro de Profesores y Recursos que, además de conceder otro de los Accésit, certifica la acreditación académica a los participantes y educadores asistentes.

De tal modo que, tras la convocatoria pública de la 1ª edición (en homenaje a D. José Bueno Rocha, recientemente fallecido, y autor del libro “Navalmoral, 600 años de historia”), en febrero de 1994 se llevó a cabo el bautizo.

Al año siguiente los pasamos a la primavera (para que no se solaparan con el Carnaval). Y después al otoño, para favorecer la elaboración de los trabajos en el verano.

Y, dese modo, pasito a pasito, con el beneplácito continuo de los siguientes regidores que se fueron sucediendo en la Alcaldía (D. Luis Duque, D. Rafael Mateos y Dª Raquel Medina); concejales de Cultura (Roberto Correas, Ángela Miguel, Susana Rodríguez, Milagros Rodicio y Nuria Flores) y demás miembros de la Corporación, al margen todos ellos de sus siglas correspondientes. Con el apoyo cada vez más numeroso de los asistentes y medios de comunicación de Navalmoral (y de fuera…).

Hemos alcanzado las “Bodas de Plata” de nuestro Coloquios. En cuyos cinco lustros se han presentado un total de 245 trabajos relacionadas con Navalmoral y sus comarcas limítrofes (abiertos a cualquier temática, siempre que traten de nuestro entorno), por más un centenar de ponentes (muchos de ellos son hoy profesores universitarios titulares opersonajes ilustres de diversas instituciones, mientras que otros han descubierto en los mismos una vocación encubierta).

El resultado está ahí: 24 libros ya editados, más el último en fase de publicación, donde se reflejan esas exposiciones, un tercio de los mismos ya agotados (por lo que urge una digitalización de los mismos); una difusión nacional a través de la Universidades (caso de Dialnet-La Rioja)y la Asociación Nacional de Cronistas Oficiales; y la constancia reconocida de ser los segundos en antigüedad y valoración de Extremadura.

Al llegar este punto, y como comuniqué en el acto de Clausura, dado que tengo muy presente que nadie debe perpetuarse en los cargos (del tipo que sean), creí llegado el momento de pasar a la “reserva activa” porque, a lo largo y ancho de este cuarto de siglo, mis compañeros de la Comisión son tan responsables del éxito como todos los citados, y están tan capacitados –o más– que yo para seguir al frente de los mismos.

No abandono, sino queme convierto en “soldado raso”, o cabo “furriel”, de lo que mi nuevo coordinador –el doctor en Prehistoria y profesor D. Antonio González Cordero– me encomiende.

Gracias a todos por vuestro apoyo. Y a seguir adelante en pro de Navalmoral y comarcas culturales…