POR ANTONIO SANCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
Si hay pasaje que situó a Malanquilla en el mapa y atrajo hacia sí las miradas de propios y extraños es, sin duda, la aparición de aquél OVNI que sobrevoló nuestro cielo en la tarde del 26 de julio de 1976, hace hoy justo 45 años.
Ese día, como tantos otros, cogimos nuestras bicis y con un bocadillo, un grupo de seis muchachos de entre 8 y 15 años, nos dispusimos a pasar un rato de expansión en nuestras vacaciones estivales por la zona del aguadero, esa fuente de aguas casi “milagrosas” tan alabada por las gentes del pueblo.
Estábamos cantando canciones del grupo “Viva la gente”, cuando nos percatamos de que algo extraño se había posado sobre nuestras cabezas a no mucha altura, aunque evidentemente bastante más de aquéllos 60 metros que señalaron algunos medios para, pasados unos segundos, desaparecer por detrás de las montañas de Pomer, dejando tras de sí una estela grisácea. La nave, o el objeto no identificado tenía la forma de dos platos unidos por su parte más ancha, cambiaba constantemente de color. La verdad es que no pudimos fijarnos en nada mas, porque cuando quisimos mirar con detalle se elevó y rápidamente le perdimos de vista.
Con el susto aún en el cuerpo, recogimos las viandas y en nuestras bicis emprendimos el camino de regreso al pueblo, comentando lo sucedido. Miedo? Pues no sentimos exactamente miedo pero sí perplejidad. Lo desconocido siempre genera inquietud y con ese nerviosismo acudimos a ver a Bernardino, el alcalde entonces, a quien de manera atropellada relatamos lo sucedido.
De inmediato le acompañamos al locutorio para llamar por teléfono al jefe de puesto de la Guardia Civil de Aniñón, quien se personó, con dos agentes, en Malanquilla para levantar atestado e interrogar por separado a los seis excursionistas. Uno a uno le fuimos dando nuestra versión que, básicamente era coincidente entre todos, concluyendo el benemérito instituto que de nuestras declaraciones no se podía afirmar que se tratara de una mentira orquestada y que, a su juicio, estaba claro que algo había perturbado la tranquilidad de aquélla tarde veraniega.
Hasta aquí el relato de los hechos.
Como es fácil suponer, desde el mismo momento en que la noticia se fue extendiendo entre el vecindario, aparecieron los defensores y los detractores. Los que creyendo o no la versión de los niños, no le daban más importancia y los que veían negras maniobras en aquél suceso, aún hoy inexplicable.
Siempre, se haga lo que se haga, van a surgir voces discordantes. Quiero recordar la destructiva y feroz campaña emprendida ante la reconstrucción del molino de viento, algo hoy reconocido y valorado por el 99% de la población y que, sin embargo, en los años 77, 78 y siguientes, fue inquisitorialmente perseguido, atacado y casi hundido a no ser por el empeño de unos cuantos y el apoyo decidido del ayuntamiento.
Es fácil imaginar la controversia que originó la visión de algo tan subjetivo como un OVNI. Algunos nos hubieran corrido a palos por la calles del pueblo… Menos mal que pasados unos días, llegaron testimonios de familiares o conocidos, residentes en Calatayud y otros pueblos de la zona, que afirmaban haber visto sobre la misma hora un objeto volante similar al que describíamos. Yo creo a estas alturas que sólo aquello nos salvó de la quema en una plaza pública.
Con la perspectiva que proporciona la distancia del acontecimiento, 44 años ni más ni menos, podemos afirmar que al margen de discusiones bizantinas el OVNI de Malanquilla despertó a una comunidad que estaba ahí aunque silenciosa y en la que como nunca pasaba nada, nunca se hablaba de ella.
Aquel OVNI fue el “puñetazo encima de la mesa” con el que Malanquilla se hizo notar y anunció a todos que estaba deseosa de iniciar un camino sin retorno que aún hoy sigue transitando.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la ocasión y la oportunidad fue sumamente positivo y dio pie a comenzar a investigar un pasado esplendoroso del que poco o nada se sabía entonces. Y aunque hoy el OVNI centre la atención y acapare titulares lo verdaderamente importante fue la etapa siguiente de mucho trabajo y mucha investigación, de cuyas aportaciones, en los tiempos actuales se sigue haciendo uso.
El OVNI sirvió y mucho a los intereses generales del pueblo. Lo mismo que, años después, sirvió y de qué manera, reconstruir el molino haciendo caso omiso a quienes se oponían. Y debemos seguir ignorando a esos agoreros que presagian fracasos cuando otros vemos innovación y proyectos de futuro. Pensemos en positivo, vayamos todos a una y Malanquilla saldrá adelante como ha salido otras veces a lo largo de su historia.
Demostremos, una vez más, que unidos podemos conseguir cualquier objetivo. Menos vociferantes y más manos tendidas, en consonancia con la nueva política municipal, sólo así mañana diremos que hemos ganado al futuro.