POR JOSÉ LUIS LINDO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE ARANJUEZ
El acceso a los jardines propiedad de la Corona, y muy especialmente los de Aranjuez, estaba muy controlado. Para entrar a las posesiones de la Corona se debía pagar un canon en las oficinas de la Administración del Patrimonio. Desde luego personas con poco poder adquisitivo no podían hacerlo, pues los jornales eran ínfimos, y ganaban lo justo para poder sacar a la familia adelante. La población debía contentarse con contemplar los jardines, fuentes y surtidores desde la barandilla que separa el exterior del interior del jardín, pues el coste de la entrada suponía el jornal del día para el sustento de una familia. Fueron muchas las gestiones que hicieron los ediles ribereños ante la Administración de la Corona para que el vecino o visitante no pagase este impuesto que ya se cobraba desde el siglo XIX.
El día 18 de junio de 1909, siendo Alcalde de Aranjuez Fernando Díaz, se daba cuenta de las gestiones que había celebrado una Comisión Municipal con el Administrador de Patrimonio en Aranjuez con el fin permitir la entrada a los jardines. El Administrador les manifestó que no estaba en su mano dar permiso, ni podía hacer nada respecto a la anulación de esa medida marcada por sus superiores en Madrid. La única gracia que podía ofrecer a los munícipes, es que atendiendo a los deseos de la población, estaba dispuesto a modificar la tarifa de los precios de entrada, aunque según él, ya lo venía haciendo.
Para averiguar la posibilidad de que hubiera una posible entrada libre a las posesiones de la Corona, hay que remontarse más allá del año 1913, donde se observa el interés de periódicos nacionales de sacar a la luz en sus periódicos a Aranjuez como lugar de excelencia. El día 18 de marzo de 1914 la Corporación Municipal abordaba una carta que dirigía el Gobernador Civil respecto a las peticiones que había formulado a la Corporación, con fines de potenciar la imagen de Aranjuez en la Exposición del Turismo que se iba a celebrar en Londres en los meses de mayo y octubre de ese año, mediante folletos mapas y panorámicas. El Gobernador Civil solicitaba de la Corporación apoyo moral y económico para sufragar los gastos y que Aranjuez tuviese presente en ese evento turístico. La Corporación, acordaba finalmente otorgar el apoyo moral y facilitar todo lo posible a los viajeros que visitasen Aranjuez la atención necesaria, pero no podía ofrecer sostén económico debido a la penosa situación de la población.
El día 6 de mayo de 1916, el Alcalde daba cuenta a la Corporación de que había recibido una carta del redactor comercial del periódico El Liberal que tenía el propósito de realizar algunos artículos sobre Aranjuez, siendo el coste de la publicación de uno de esos artículos de noventa pesetas. El directivo de este periódico proponía, que si era excesiva para el Ayuntamiento esta cantidad, al menos debía colaborar este con alguna cantidad. La propuesta, aunque se estudió, no llegó a prosperar por la grave situación económica municipal.
Volvían a insistir los munícipes en la idea de que el Patrimonio de la Corona facilitase la gratuidad de acceso de la población a las posesiones regias. El día 23 de marzo de 1923 el Pleno municipal se proponía realizar gestiones «para tratar de conseguir que se conceda por lo menos un día para que pueda visitarse gratuitamente la Casa del Labrador y demás dependencias del Real Patrimonio que hoy se cobra la expedición de permisos para poder visitarlos». El Concejal Eugenio Armiño, que era quien alegaba esta necesidad, ponía como ejemplo el que otros Reales Sitios habían concedido esta gratuidad. Por último, la Corporación acordaba solicitarlo nuevamente al Patrimonio de la Corona en Aranjuez.
En 1929 las Cartillas Excursionista de“Tormo”, recogen la gestión que debía hacer el excursionista y el pago que debería realizar en la Administración Patrimonial.
«La visita al Palacio, Jardín de la Isla (e el Parterre), Casita del Labrador, Jardín del Príncipe y Casa de Marinos, exige proveerse previamente de una papeleta, con sus cupones respectivos, al precio de una peseta que da la Administración del Real Patrimonio (en la Casa del Infante, Plaza de San Antonio o “de la Libertad”) y que de ordinario se expende ahora en el Pabellón del Turismo (explanada junto al puente colgante o Plaza de Rusiñol). En los ocho cupones se dice las horas de visita, que es por grupos y cada uno acompañado de un empleado que dice la explicación (no mal) en el Palacio y la Casita. Se dan por seis días permisos para los jardines».
Queda constancia en los libros de sesiones plenarias, cómo los ediles socialistas y republicanos del municipio luchaban por eliminar esa tasa que impedía el libre acceso a los jardines, a las clases más humildes de la población. Veamos varios casos.
No sería sino hasta la Segunda República, que Patrimonio retira el impuesto por pasar a visitar las posesiones que formaron parte de la Corona. Sin embargo, siendo Alcalde de Aranjuez Doroteo Alonso Peral, el día 23 de octubre de 1931 se aborda nuevamente el asunto, ya que, tras escasos meses el Patrimonio de la República volvía a poner en funcionamiento el pago de impuesto para el acceso a las posesiones de la extinta monarquía. Es el Concejal Ignacio Gurumeta quien «propone que se debe protestar a la Dirección de Propiedades pidiendo se suprima dicho impuesto». La Corporación aprobaba dicha propuesta.
Pero no llegó a retirarse dicho impuesto en todo el tiempo de la Segunda República, quizás porque aquello suponía una importante suma de ingresos para la administración patrimonial.
A lo largo de los años la Administración de Patrimonio del Real Sitio de Aranjuez puso en funcionamiento diferentes modalidades de pago para la visita a las dependencias de la Real Casa, entre ellas el Palacio Real y Real Casa del Labrador, siendo el precio del billete indistintamente de doscientas pesetas en los años sesenta del siglo veinte. Cuando se construyen nuevas dependencias para las Reales Falúas, como la Real Casa de Marinos, se paga setenta y cinco pesetas del billete por visitante. El día 10 de noviembre de 1971 Ángel Oliveras Guart, quien fue Inspector General de Palacios y Museos, y Conservador de Patrimonio Nacional, puso en funcionamiento el Museo de Trajes dentro del propio Palacio Real de Aranjuez, el coste del billete para su visita fue de treinta y cinco pesetas.
La opción más común era la de obtener un billete específico para la dependencia que se quería visitar, pero había modalidades, por ejemplo, el visitante podía pagar un billete que le diese posibilidad de disfrutar de todas las dependencias en un “paquete turístico”; cuando iba a cada estancia, el conserje de patrimonio cortaba el cupón correspondiente, así hasta agotar las cuatro modalidades. A mediados de la década de los años sesenta del siglo pasado, se pone en marcha otra modalidad que consistía en que pagando una boleta el visitante podía hacer hasta cinco fotografías en cada dependencia, siendo el coste de este billete veinticinco pesetas.
Montar en “Carrile”, en el Jardín del Príncipe, dando un paseo en un vehículo que figuraba un “trenecito” donde podía darse un agradable paseo por dentro del jardín, era también otra modalidad; el billete tenía un coste de veinticinco pesetas. Este vehículo estaba compuesto de un tractor “vestido” con una carcasa que simulaba la figura de la máquina de tren; los tres “vagones” que arrastraba eran plataformas de remolques de tractor “vestidos” también como si fueran vagones de tren. Esta singularidad se daba solo en el Jardín del Príncipe por la dimensión y la estructura del mismo, el vehículo solo podía circular por las calles que tenían firme. También al visitante se le permitía circular con su propio vehículo por esas mismas calles, tras abonar la entrada que era de sesenta pesetas.
Así continuó cobrándose en Museos y Jardines del Real Sitio de Aranjuez hasta bien entrada la década de los años setenta del siglo XX en que se retiró dicho en el caso de los jardines. En la actualidad se cobra 15 € la visita guiada para el Palacio Real, Real Casa del Labrador y Real Casa de Marinos. Y 9 la visita libre.
Queda para el recuerdo Guardas de Patrimonio en Aranjuez como Parreño o Frutos, que se colocaban en el inicio del puente del canal de la ría con la cadena de extremo a extremo de las barandillas, elemento que impedía el paso si no se pagaba previamente la correspondiente entrada.
Mi sincera gratitud a mis amigos José Hernando del Saz, Juan Luis González, José Juan de Oro, y el recuerdo permanente a un amigo que se fue, Antonio González Parrilla.