POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA

Cuando llegan estas fechas del mes de julio me gusta el rebuscar entre mis notas y en los archivos algunos aspectos o situaciones ocurridas en relación con nuestra Fiesta de la Reconquista o Día del Pájaro. Me ilusiona recorrer con mi mente aquellos momentos acaecidos hace siglos, los que han ido forjando nuestra idiosincrasia. Creo sinceramente, que el oriolano no termina de estar definido como tal sin su historia y tradiciones, sin su recuerdo a tiempos pasados en los que la defensa de las mismas ha sido una bandera. Me entusiasma el localizar hechos que, mejor o peor, vivieron nuestros mayores, con sus intereses y desintereses, con sus polémicas, tal como pueden ocurrir ahora, y que cuando los que vienen detrás de nosotros, con la perspectiva del tiempo transcurrido, queramos o no, podrán imprimirles mayor objetividad, alcanzando interpretar sin apasionamiento lo que hoy, en el 2014, en el siglo XXI, sucede o puede estar sucediendo en torno a la más que centenaria Fiesta de la Reconquista.

Pero volvamos la vista atrás, ubiquémonos cómodamente los que ya peinamos canas en los años de la madurez de nuestros abuelos y en la niñez de nuestros padres: situémonos en 1919.

Desde primeros del mes de mayo de ese año, en la Corporación Municipal empieza a producirse una serie de cambios en su seno debido a licencias, dimisiones y nombramientos. El ambiente político municipal estaba candente, de tal manera que el 9 del citado mes, el alcalde Antonio Balaguer Ruiz pedía un mes de permiso, y el primer teniente de alcalde José Martínez Arenas dimitía de la primera Tenencia de Alcaldía, siendo nombrado accidentalmente Juan de Arraya Sánchez. Casi un mes después volvió a presidir el señor Balaguer, que dimitió siendo elegido provisionalmente el citado Martínez Arenas, el cual también accidentalmente fue sustituido por Abelardo Teruel García, que será quien ocupó la Alcaldía en las fechas en que se conmemoró la Reconquista.

Era tal la situación política que el semanario ‘Ecos’ el día 13 de julio publicaba un poema firmado por Nicasio, cuyos versos decían al principio: «Prevente Pájaro Mirlo/ si te sacan este año,/ a fin de que las sorpresas no te dejen turulato./ Desde la Armengola a hoy/ nos mirastes ir progresando,/ pero el progreso de ahora/ no te lo esperaba, pájaro/».

Pero, la cosa no quedaba ahí, y el citado Nicasio ante el maremagnum existente entre los seguidores de Ballesteros, los conservadores de Eduardo Dato, los conservadores de La Cierva, los reformistas conservadores y los jaimistas, concluía su poema así: «Ya está impuesto Oriol/ de los más notables cambios,/ preparándote para verlos,/ más notables otro año/ pues no nos faltan augures/ que digan que este cotarro/ como el rezo de la Aurora/ terminará a farolazos/».

Y, yo me pregunto, qué culpa tendría de todo ello el pobre Oriol, cuyo desfile llegó a cuestionarse ese año. Pues, en la sesión del Excelentísimo Ayuntamiento celebrada el 11 de julio el concejal José Luna Espallardo pedía que se acordara la celebración de la Fiesta de la Reconquista, a lo que José Martínez Arenas se opuso, aduciendo que «no pudiendo el Ayuntamiento pagar a sus empleados, ni atender a las obligaciones más perentorias, ni habiéndose podido hasta la fecha pagar la cera de la última procesión», no era oportuno conmemorar la Reconquista. A la hora de la votación, a este último se le unió Pedro Reymundo, votando a favor de la propuesta del concejal Luna, el alcalde Abelardo Teruel y los concejales Antonio Iborra, Ángel Belda, Juan Villaescusa y Evaristo Cárceles. Dejando claro que de no poder atender el Ayuntamiento los gastos derivados de la celebración los asumirían ellos. Pero esto no fue así, puesto que en sucesivas sesiones se fueron abonando las distintas partidas. La celebración religiosa en la iglesia parroquial de las Santas Justa y Rufina contó con gran asistencia de oriolanos que se deleitaron con el sermón del canónigo Agustín Cavero Casañes, que «hizo un magistral compendio de las glorias tradicionales de Orihuela y relató la hermosa leyenda de la Armengola e hizo el panegírico de las Santas Justa y Rufina». De igual manera, la procesión cívica contó con gran asistencia de público. Sin embargo, la representación municipal fue escasa, lo que dio lugar a que el semanario ‘Ecos’ apuntara: «¿Hasta cuándo la política menuda ha de ser parte para deslucir nuestras solemnidades?»

Así que el Día del Pájaro volvió a revivirse en nuestra ciudad y El Oriol voló un año más por las calles y plazas, haciendo ese día gala como siempre de un calor de justicia, que únicamente se pudo mitigar con las sombrillas, los abanicos y los ‘canotier’ al estilo de Fred Astaire o de Maurice Chevalier. Fue una celebración convulsa que reflejaba el ambiente político que, sólo amainó con motivo del nombramiento por unanimidad como Hijo Adoptivo, el día 11 de julio, del diputado a Cortes por Orihuela Luis Barcala Cervantes después de haber conseguido varias obras públicas de mejora para la zona.

Fuente: http://www.laverdad.es/