POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE LEGANÉS (MADRID). NATURAL DE HUÉRCAL OVERA ALMERÍA)
Que el Santo Padre el Papa Francisco halla firmado en la ciudad del Vaticano en Italia el Decreto por el que la Iglesia declara “Venerable” a don Salvador Valera porque ha vivido de forma heroica las virtudes cristianas, es decir, ha sido un cristiano “excelente”, que ha vivido de forma excelente la fe, la esperanza y la caridad, que son las virtudes teologales, así como la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, que son las virtudes cardinales, y otras virtudes propias de su vocación sacerdotal como la pobreza, la castidad y la obediencia, la humildad y la caridad pastoral, ejercicio de sus virtudes que se ha mostrado en sus actos de una manera permanente en su vida, siendo modelo de sacerdote diocesano, pastor bueno y humilde de su pueblo.
La Postulación de la Causa de Canonización del Siervo de Dios D. Salvador Valera Parra, conocido popularmente como “El Cura Valera”, y la Asociación que promueve su canonización en representación de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Huércal-Overa (Almería), su pueblo natal donde fue Cura Párroco durante tantos años, comunica a todos con gran alegría:
Entre 1991 y 1996 se llevó a cabo la fase diocesana de su Causa de Canonización. Después se inició la fase romana de la Causa. Este Decreto pontificio culmina el estudio que la Congregación para las Causas de los Santos de Roma ha realizado de la Positio que ha recogido la prueba de la vivencia heroica de las virtudes, presentada en 2018. Ahora procederá al estudio del presunto milagro que Dios ha realizado por intercesión de D. Salvador Valera en Providence (Estados Unidos), instruido en aquella diócesis en 2014, requisito necesario para su Beatificación que esperamos sea pronto y el Cura Valera sea elevado a los altares.
El Venerable Salvador Valera Parra nació en Huércal-Overa (Almería) el 27 de febrero de 1816 en el seno de una familia pobre y humilde, en un tiempo difícil por la presencia de continuas epidemias, hambrunas y persecuciones a la fe, forjando una fe firme que le hizo un auténtico apóstol de Cristo. Se conserva la casa natal en la calle que lleva su nombre.
Estudió en el Seminario de San Fulgencio de Murcia, diócesis a la que entonces pertenecía esta Parroquia. Ordenado sacerdote a los 24 años en 1838, destaca por un celo ardiente, humildad profunda, sencillez encantadora, generosidad admirable y caridad sin límites. Ejerce su ministerio en las parroquias de Alhama de Murcia y Cartagena hasta que en 1868 regresa como Párroco a su pueblo natal. Siempre dispuesto a repartir su comida y vestidos, pasa las noches en vela cuidando enfermos y moribundos, ofreciendo a todos el auxilio espiritual. La Virgen se convierte en la principal confidente de sus desvelos.
Atendió con heroísmo a los enfermos del cólera en las epidemias de entonces. Ante el peligro de terremotos nunca quiso abandonar a su pueblo si no lo hacían también los presos a los que socorría. En atención a su entrega recibió varios premios y condecoraciones civiles.
El 15 de marzo de 1889, tras una vida sacerdotal entregada y acompañada de signos extraordinarios muere en olor de santidad. Su cuerpo reposa junto al altar de la Iglesia Parroquial de La Asunción de Huércal-Overa, donde se conserva viva su fama de santidad.
Ya en vida del Siervo de Dios era admirado por sus virtudes cristianas y sacerdotales, e incluso se le atribuían hechos milagrosos, por lo que el entonces Arzobispo de Valencia dijo de él: «no estoy hablando de un hombre ni de un sacerdote, hablo de un ángel».
Son innumerables los testimonios de fama de santidad y de signos de don Salvador Valera recabados a lo largo de los años y que sigue viva en la actualidad, llegando a ser definido como «el Cura de Ars español», pues vivió su ministerio sacerdotal principalmente en su pueblo natal de Huércal Overa.
No se conocen de él escritos ni grandes hazañas, no fue fundador de ninguna Congregación religiosa, sólo brilla en él la vivencia profunda de su ser sacerdotal, fundamentada en la Eucaristía y la oración, en la entrega a sus feligreses, en la caridad continua hacia ellos, un auténtico pastor “con olor a oveja” que diría el Papa Francisco.