POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VARELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y PADERNE (LA CORUÑA)
Una de las encomiables virtudes del Antiguo Régimen, era la de cumplir con exactitud el orden protocolario establecido para los actos públicos, bien fueran cívicos o religiosos. En este sentido estaba perfectamente regulado el lugar que a cada cual le correspondía en los desfiles organizados por la Justicia y Regimiento, en conmemoración de proclamaciones, natalicios, bodas y defunciones Reales, festejos patronales y otros acontecimientos. Otro tanto acontecía con las celebraciones de la Iglesia, si cabe con mayor pertinacia, por su inalterable conservación de los grados jerárquicos, según se contiene en las Ordenanzas de la Cofradía del Corpus Christi de la ciudad de Betanzos, formadas en 29 de marzo de 1549 (En nuestra Historia Documentada de Betanzos de los Caballeros-siglos XV-XVI, Tomo II. Apéndice XLV, pág., 186, artículos 11,12 y 13. Fundación CaixaGalicia 1984).
Una buena prueba de esta última apreciación, se produciría en Betanzos durante la magna procesión del Octavario del Corpus Christi del año 1614. En aquella ocasión, se cumplen cuatrocientos años, sería el regidor García Vázquez de Baamonde quien protestaría por haber abandonado la procesión el licenciado Galindo, con la cruz parroquial de la iglesia de Santiago de la que era rector. Asimismo por haber intentado retirar el Santísimo Sacramento al interior del templo, para con ello impedir su salida por las calles de la ciudad, y todo ello en razón a la ausencia del párroco de la iglesia de Santa María del Azogue, cuya presencia era preceptiva. El testimonio requerido al escribano Juan Rodriguez Fernández, del número de Betanzos, presenta lo descomedido de su actuación en los siguientes términos:
“…yiendo fuera de la parroquial ygsa de santº desta Ciudad la prosezion (sic) con las ynsinyas acostunbradas semejante dia y el Santisimo Sacramento en la custodia y andes que llebaban cuatro sezardotes (sic) y La Justicia e rregimiento con sus baras en el pano con que se cubre las custodia y andes y los clerigos de la dha ciudad y flaires del monesterio de san francisco y toda la prosezion conpuesta con su cera y domingos conde clerigo con una capa junto a las andes, y el licenciado galindo Retor de la dha ygsa de Santº con otra capa, garcia bazquez de bamonde vº e rregidor dela dha ciudad pedio por fe e testimº a mi svno en como el dho licenº galindo dezia e rrequeria a los dhos sezardotes bolbiesen el Santo Sacramento a la dha ygsa y azia ademan de quitallo de las andes y quel dho domingos conde llebaba la capa escusando a diego logrono de herrera Rector dela ygsa nª sª del azougue desta ciudad escusandole por estar tollido al tpº, y pues hera costunbre Salir este dia dos sacerdotes con sus capas aconpañando el sto Sacramº no hubiese hescandalo y por no hir el dho rretor con la prosezion y bolberse y no dar lugar a que baya la Cruz de su ygsa y querer enpedir la prosezion protesto por si y por los mas Regidores y vecinos dar qta dello al señor Arcobispo de santº y lo pedio por testimº e rrogo a los presentes fuesen tsgº, En cumplimtº de lo qual y Juº rrs svno Real y del numº desta ciudad de betos (Betanzos) doi fe en testimº de berdad doi fe en testimº de berdad (sic) que me alle presente a lo que dho hes por ser junto a los dhos sezardotes aconpanando y serbiendo al Santisimo Sacramento y paso lo pedido por el dho garcia basquez de bamonde y lo mesº pedian alli los sacerdotes por algunos dellos y se quedo el dho licendo galindo y fue la prosezion sin la Cruz de su ygsa, y pa que dello conste de pedimtº del dho Regidor… doi dello esta fe firmada e sinada de mi svno…[Firmado]. Juan Rodriguez.[Rúbrica].”. (Archivo Notarial Coruña. Protocolo 201, folio 114, del escribano Juan Rodriguez Fernández, de Betanzos).
El regidor García Vázquez de Baamonde, era hijo de don Juan Vázquez de Baamonde y de doña Inés Ares da Rocha, vecinos del lugar da Estorrentada, feligresía de Santa María de Cambre, quien en estado de viuda, el 22 de noviembre de 1604, declaraba que habían prometido a dicho su hijo para casarse con doña María Ana Melendez de Torres, sobrina de doña Ursula Melendez de Tejada (Fundadora del Colegio de Huérfanas) y de su marido don Juan de Torres, dos mil ducados o lo que rentase el oficio de Procurador de la Real Audiencia del Reino de Galicia, que le habían venido a Juan de Leis (Archivo del Reino de Galicia. Protocolo 14, folio 28, del escribano Domingo Alvarez de Tineo y Baamonde), y de cuyo matrimonio no tuvo descendencia. Fue fundador de la Capilla de San José, instituida en la iglesia de San Francisco, en la que dispondría ser enterrado a la hora de otorgar sus últimas voluntades, en Betanzos el 4 de febrero de 1641, en la siguiente manera:
“…Ytem mando que mis carnes pecadoras sean amortaxadas en el avito del serafico San Francisco y sean sepultadas en su convento desta ciudad en la Capilla de San Xossephe que hes mia y la colateral lado de la hepistola, en la sepultura de mis armas que alli tengo…” (Archivo Notarila Coruña. Protocolo 317, folio 130 vº, del escribano Domingo de Cernadas, del número de Betanzos).
Casaría en segundas nupcias con doña Micaela de Luna y Lobera (Fallecida el 29 de enero de 1644), con la que tuvo dos hijas doña Josefa y doña Antonia de Luna y Baamonde. La primera también conocida como doña Josefa de Lobera y Luna se uniría en matrimonio con don Bitorio Freire de Andrade (vecinos de San Juan de Cela) y dispondría que el oficio de regidor y depositario general de la ciudad lo ejerciera don Alonso Posse Villardefrancos, de la Casa de Sada, sin deshacerse de la nuda propiedad (Título Real del 9 de marzo de 1609, perpetuado el 2 de septiembre de 1630), y tuvieron a doña Juana de Luna y Andrade, que casó con el regidor don José de Taibo y Lanzós y a doña Josefa de Lobera y Luna que casó con don Pedro da Barreira Montenegro. Por su parte doña Antonia casaría con el regidor don Antonio Rodriguez de Herce, Familiar de la Santa Inquisición, con quien tuvo a don Fernando de Herce, a doña Micaela de Baamonde casada con don Juan Vallejo Giménez, y a doña María de Baamonde.
Difícil lo habría de tener el licenciado Galindo para liberarse de las consecuencias de su ruidosa actuación, máxime por encontrarse ante un influyente caballero de la nobleza brigantina, dispuesto a reprimir sus impulsos ante el señor Arzobispo de Santiago.