POR JOSÉ ORTIZ GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE MONTORO (CÓRDOBA)

El patrimonio de un pueblo es la carta de presentación que nos indica cómo de sano está un pueblo desde el punto de vista cultural. Montoro, en términos médicos, no esta mal pero sin duda alguna podía estar mucho mejor de no haber perdido tantas edificaciones, costumbres y urbanismo desde 1936 a esta parte, y con especial interés, en el urbanismo, desde los años setenta a la actualidad inclusive.

Este mes por esta razón lo dedicamos a recordar la DECLARACIÓN DE CONJUNTO HISTÓRICO ARTÍSTICO, que desde el 24 de junio de 1969, lleva a gala nuestro pueblo tal distinción patrimonial.

Aprovechando que la Asociación para la defensa del patrimonio cultural y natural de Montoro han realizado un concurso de dibujo para la celebración de la antedicha efemérides, este mes hemos tenido a bien poner como documento el dibujo ganador y su comparativa con una fotografía de los años setenta.

La pieza del mes trata sobre las marcas de canteros situados en Santa María de la Mota, siendo este apartado ampliado con el tema de las canteras antiguas de piedra molinaza repartidas por el término, oficio que debía de recuperarse debido a las múltiples posibilidades que ofrece esta materia prima tan abundante en nuestro término.

Así mismo para entender la importancia de esta piedra, el apartado a nuestras calles se iniciará con una trilogía dedicada a la Plaza de España o Plaza Mayor, llamada coloquialmente por todo turista que se preste como la Plaza Roja.

La colaboración proviene de la montoreña Ana Belén Cánovas Serrano, licenciada en humanidades, la cual nos habla sobre el Montoro de mediados del siglo XVIII gracias a los datos del famoso Interrogatorio del Catastro de Ensenada, conservado en el Archivo Municipal de Montoro.

La vida ejemplar la traeremos al presente con una mujer que repartió todo su patrimonio en el pueblo y en sus criados al carecer de descendencia, nos referimos a doña Josefa de Béjar y Lara, fallecida en 1934 y de la que aún quedan sus pertenencias en beneficio del pueblo, del ayuntamiento y de sus vecinos.

Dice un viejo refrán montoreño que “viendo el patín, se ve el lagar”. Cuidemos nuestro patrimonio para que podamos entrar en nuestra localidad sorprendiéndonos de sus edificios, calles y singularidad.