POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
No besugo; ni merluzo: Sardino; que no es calificativo sino nombre. El del combativo Pedro Pascasio Fernández Sardino, médico y personaje de otros muchos registros, aunque él se estimara sobre todo periodista. Con razón, pues en su ajetreada vida fundó y dirigió en Badajoz y otros lugares de España y el extranjero numerosos periódicos para difundir sus ideas extremistas.
Nacido en Madrid en 1781, hijo de un farmacéutico, estudió filosofía, matemáticas, química, botánica, medicina y farmacia. Con 19 años obtuvo una cátedra en la universidad de Alcalá, que no le otorgaron por su temprana edad, aunque impartió clases en diversos centros. Hablaba varios idiomas, tradujo obras científicas y escribió otras propias. Pero su actividad sustancial fue la conspiración con la pluma durante toda su agitada vida.
En 1807 fue nombrado médico del ejército de Extremadura con destino en Badajoz, donde se unió con la refugiada portuguesa María del Carmen Silva, ya citada en esta columna, mujer brava no menos exaltada, llamada luego ‘La Robespierra’, e inicia su actividad periodística y revolucionaria como fundador y director de ‘El almacén Patriótico’ y ‘Diario de Badajoz’, órganos de la lucha contra los franceses, pero también contra los políticos locales, y primeros periódicos privados surgidos en esta capital.
Tras promover insurrecciones y otras empresas contra los invasores y enfrentarse con sus escritos a la Junta de Extremadura y autoridades locales, huye de Badajoz y participa en varias acciones guerrilleras, recalando finalmente en Cádiz, de nuevo como médico militar, donde funda y dirige el periódico ultraliberal ‘El Robespierre Español’ contra los franceses y, como en Badajoz, la Junta Central y estamentos dirigentes españoles. Publica ‘El testamento político de España’ y otros escritos que motivan en 1811 su detención y encarcelamiento, salvándolo de ser ejecutado la enfermedad que padece y las gestiones de su compañera, que logra su libertad sobornando al general Ballesteros con una silla de montar y otros obsequios. Aunque los percances no extinguen sus incendiarias publicaciones y acción revolucionaria, pues ‘La Robespierra’ las continua por su cuenta.
Conocido por su extremismo liberal, y sintiendo peligrar la vida con la vuelta del absolutismo y sus feroces persecuciones, en 1823, junto con su fiel compañera, se exilió a Inglaterra, donde, tras fundar otros periódicos y continuar sus acciones revolucionarias, muere en 1825 a los cuarenta y seis años de edad. En su agitada andadura, siempre perseguido y a menudo sostenido económicamente por su padre, también anduvo por Francia, siendo llamado a veces en esos países Sardineau y Don Sardino.
Aunque su estancia en Badajoz fue corta, su intensa labor como pionero del periodismo comprometido, en tanto que fundador y director del primer periódico político aquí surgido, desde el que mantuvo el espíritu de resistencia de la plaza, lo enraízan con nosotros, uniendo su nombre a la actividad periodística durante la Guerra de Independencia en Extremadura, particularmente de la capital pacense.
Fuente: https://www.hoy.es/