POR GOVERT WESTERVELD, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)
Voy a tratar aquí un antiguo poema del ciezano Ramón María Capdevila que describe al río como un símbolo de belleza, vida y poder, pero también como una fuerza capaz de causar destrucción y dolor. Observaremos, que, a través de metáforas y descripciones poéticas, el autor expresa su conexión emocional con el río y la tierra que lo rodea. Sin embargo, el mensaje principal del poema parece ser la dualidad del río: su capacidad para traer alegría y prosperidad, así como tragedia y devastación, dependiendo de cómo se manifieste su fuerza. El poeta no olvida transmitir un sentido de arraigo a su tierra natal y una profunda conexión espiritual con la naturaleza y la fe religiosa, representada en la última estrofa con la referencia al «Cristo del Consuelo».
Río de rara hermosura,
cuando en tus ondas tranquilas
copias las claras pupilas
de los astros de la altura;
cuando bosques de verdura
retratas en tus cristales;
cuando flores ideales
te dán sus gratos aromas,
y de unas perfumes tomas,
de otras luces celestiales.
Tu caudal trueca en edenes
eriales yermos y fríos;
tus cantos son dulces tríos
al cruzar los Almadenes.
El cielo ciñe a tus sienes
turbante de gayas flores.
Manso eres cuna de amores,
quieto eres vida y grandeza,
ledo colmas de riqueza
y de venturas y honores.
Trovador enamorado
dices canciones sentidas
en estrofas no aprendidas,
al vergel engalanado.
Plectro dulce y acordado
cubren tus cristales yertos,
y si en páramos desiertos
te acuestas rumoreante
te pareces a un gigante
con los dos brazos abiertos.
Cuando marchas presuroso
sin conocer tu destino,
y la presa de un molino
para tu curso brioso,
tu linfa, es potro fogoso
al cual el freno exaspera
y el acicate acelera,
pues se resuelve y se exalta
se para y el dique salta
y prosigue su carrera.
Más si recias se desata
tu columna turbulenta,
y si en su cauce revienta,
rompe, asuela, trunca y mata,
tu cinta de limpia plata
se cambia en rayo inclemente,
y, por fuerza prepotente,
a tu caudal, cuando estalla
nada le sirve de valla,
ni de muro resistente.
A tu brazo asolador
el resistir es en vano.
Cuando te muestras tirano
siembras tristeza y dolor.
De siervo te haces señor,
y do tu grito resuena
dejas el luto y la pena,
y la miseria marcada,
y la vida sepultada
en sucio manto de arena.
Besan tus aguas el pié
del recinto consagrado,
que de flores rodeado,
en la montaña se vé,
donde un trono alzó la fé
al Supremo Rey del Cielo,
quien mitiga nuestro duelo
con su pureza ideal
y con su amor celestial:
¡¡Nuestro Cristo del Consuelo!!
Como tuve la fortuna
de nacer en tu ribera
y que tu linfa meciera
los ensueños de mi cuna
no alcanzaré dicha alguna
como la de poseerte,
y, aun en sueños, siempre verte,
y si libre de quebrantos,
me arrullan tus dulces cantos
cuando me llame la muerte.
Imagen: Inundación de las huertas
FUENTE: https://www.facebook.com/profile.php?id=100015585155560