POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Dentro del amplio marco cultural que ofrece Zamora a lo largo del año, destaca con luz propia la música, uno de los valores que está siempre presente en las celebraciones de todo tipo con ese significado trascendente y universal que se mantiene vivo en todo lugar y momento, a pesar de oscuridades y crisis.
Como ejemplo está la Semana Santa, donde la música se presenta como imprescindible. Procesión tras procesión se ha llegado al punto de crear un problema económico ante ese derroche de actuaciones musicales de acompañamiento que llegan hasta convertir cada desfile en auténticas competiciones, desdibujando en parte el mensaje que pasa ante nosotros, la justa medida de las cosas y entiendo que es difícil conseguirla, pero por lo menos habrá que intentarlo y no convertir en un simple espectáculo turístico o folclórico un mensaje espiritual envuelto a la vez en el mensaje histórico y cultural que el arte nos ofrece.
Pero si hablamos de Zamora y la música, hay que destacar por encima de cualquier acontecimiento el Pórtico. Esta manifestación nació con fuerza y se mantiene con más. Ha calado en todos los círculos y ha conseguido un prestigio extraordinario, propio de las cosas bien hechas.
Pero el éxito de este acontecimiento tiene que ver sin duda con la extraordinaria categoría de los programas que ofrece, auténticas joyas de la música internacional, como lo acredita la calificación alcanzada en el ámbito nacional al considerarlo como un importantísimo certamen, un auténtico éxito que se ha conseguido gracias al trabajo y al esfuerzo de un grupo de enamorados de la música.
Pero aún quedaba la elección del escenario y fue en ese corazón de la maltratada ciudad donde se eligió desde Santa María la Nueva, cargada de historia y de leyendas, a San Cipriano, donde se fijó definitivamente como puerta abierta a la historia de los siglos XVI y XVII en el Palacio de los Condes de Alba y Aliste, el Monasterio de las Concepcionistas y el Hospital de la Encarnación, junto a dos desajustes contemporáneos, pero en la historia también hay páginas oscuras.
Zamora tiene que presumir de un acontecimiento que le ha dado un gran prestigio en el mundo de la música. Es el mejor gancho para hacer de esta ciudad un centro cultural donde se ofrezcan actividades variadas y diferentes. La capital del Duero cuenta con todas las mimbres y ahora solo hay que hacer el cesto. Para eso también tenemos artesanos muy preparados y creativos. Hay que aprovecharlos.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/