CON MOTIVO DE UNA EXPOSICIÓN ORGANIZADA EN 2011, EL CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ, ALBERTO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, RECORDABA A TOTO ESTIRADO COMO «UN SER CUYO DRAMA, POSIBLEMENTE, FUE NACER, FUERA DE TIEMPO, UN SIGLO TARDE»

Los muros del Casco Antiguo, la mayoría llenos de desconchones, son desde hace días soporte efímero para homenajear a dos artistas pacenses desaparecidos recientemente. La bohemia de Toto Estirado y Domingo Frades, el primero fallecido hace veinte años, el segundo hace cinco, se recuerda desde hace días por céntricos rincones del Badajoz por donde pasearon con urgencia sus últimas obras de arte.

Se trata de un homenaje anónimo, al estilo de acción callejera, que describe a Estirado como «artista y poeta confuso», y a Frades como «creador de la poesía para ciegos». A través de la técnica del poster-art un grupo de pacenses pretende recordar los lugares por donde pasaron ambos artistas.
Toto Estirado (Usagre, 1939, Badajoz, 1994), al que muchos pacenses aún recordarán como un personaje enjuto y desastrado y un artista vitalista y de enorme profundidad filosófica, tiene una plaza en Badajoz. Está situada en la marginal barriada de Los Colorines.

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Con motivo de una exposición organizada en 2011 en el Museo de la Ciudad Luis de Morales, el cronista oficial de Badajoz, Alberto González Rodríguez, recordaba a Toto Estirado como «un ser cuyo drama, posiblemente, fue nacer, fuera de tiempo, un siglo tarde. Es decir cuando la bohemia, en lugar de una actitud romántica plena de atractivo, era ya solo la molestia de un marginado que había que apartar porque hacía mala vista en la sociedad del bienestar. Un personaje equiparable a esos artistas de obra luminosa y vivir dramático que fueron Caravaggio, Van Gogh, Modigliani o Toulouse Lautrec, cuyo mundo no sobrepasaba los horizontes de su hacer artístico alucinado y alucinante y su deambular por las tabernas».

La presencia de Domingo Frades (Cáceres 1970, San Martín de Trevejo, 2009) es más reciente. La creación torturada de un artista que murió joven y que repartía sus últimas obras a lápiz prácticamente a cambio de una propina por las callejuelas de Badajoz, dejó su huella. Entre sus últimas referencias figuran los encargos para la prestigiosa colección de Antonio Cachola, que expuso sus dibujos, de enorme potencia poética, en los que reflejaba sus miedos más recurrentes.

En 2003, con motivo de la exposición `Cráneos´ en la galería pacense Ángeles Baños, el crítico de arte de HOY, Martín Carrasco, escribía que «la pintura es utilizada por Domingo Frades como una terapia que sirve para exorcizar sus fantasmas, de ahí que resulte casi improbable que haya un hueco para el esteticismo, sólo el hecho de haber enmarcado».

En forma de acción callejera -habrá más- otros creadores, se supone que contemporáneos o posteriores, les han brindado a ambos un recuerdo disperso por las calles y que estos días hace detener la mirada a cientos de viandantes.

Ante estas dos siluetas seriadas que empapelan las fachadas del Casco Antiguo hasta que el tiempo o la autoridad las haga jirones, muchas personas a quienes les llegó algún reflejo de sus creaciones, solamente se cruzaron con ellos, o simplemente ignoran la trascendencia de estos dos artistas pacenses, podrán saber que justo ahí, como dicen los carteles, un día estuvieron Toto Estirado y Domingo Frades.

Fuente: http://www.hoy.es/