POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIODAS (ASTURIAS)

Juan Manuel Feliz Granda nació en El Portazgo-Coviella (Cangas de Onís) el 18 de febrero de 1945, pero lo consideramos parragués a todos los efectos, como él bien dice: “Soy un parragués de Cangas”.

El, domingo, día 17 de febrero -víspera de su cumpleaños- bajó el Sella con su amigo de siempre, Manolo Fonseca.

BREVE RESUMEN DE LA ENTREVISTA QUE LE HICE COMO «PARRAGUÉS DIGNO DE ELOGIO» PARA LA REVISTA DE LA PERUYAL 2017

«Mi primer viaje al extranjero fue desde Madrid a San Juan de Luz, en Vespa, con un amigo, para comprar allí una tienda de campaña francesa; sería en 1963. Con esa tienda fuimos en Semana Santa a Valencia (eran las Fallas) y de allí, en barco, a Palma de Mallorca, volviendo a Madrid por Barcelona. Se estaba despertando mi pasión viajera.

Estudié francés durante el bachillerato y en la Universidad, pero al enfocarme hacia el comercio exterior me di cuenta que lo importante era el inglés, así que me fui a Londres a practicarlo a principios de los 70, trabajando en oficios tan variados como pasear perros por el parque de Hamstead Heath, lavaplatos primero, y haciendo cafés después en cafeterías del West End, jardinero en una mansión de Sussex…. hasta que conseguí un trabajo realizando estudios de mercado en la Cámara Española de Comercio. Fue entonces cuando me casé en Londres, en 1973, con Emilia Foyo, “panameña de La Venta” (Cangas de Onís).

En 1973 nos fuimos con nuestro primer hijo, Juan, a vivir a Johannesburgo (Sudáfrica), era la época del apartheid, con una beca de comercio exterior de la Cámara de Comercio de Madrid. En un Fiat 1500 viajamos por Sudáfrica, Mozambique y Rhodesia (actual Zimbabue) y allí sentí la “llamada de África”, continente por el que realicé posteriormente muchos más viajes.

De Sudáfrica pasé a Irán, donde viví unos meses en Teherán en la época del Sha y, de allí, de nuevo a África con la familia, esta vez a Kenia. En África Oriental tuve la ocasión de visitar los parques nacionales más espectaculares: Amboseli, Masai Mara, el Serengueti, el Ngorongoro… y de escalar el Kilimanjaro y el Monte Kenia.

De vuelta a Madrid, y por motivos profesionales, viajé con empresarios españoles a numerosos países de Sudamérica, África, Oriente Medio y Lejano Oriente, y fue ahí donde se despertó en mí el interés en realizar expediciones fluviales por países exóticos, siguiendo las rutas de exploradores de leyenda.

En 1981 realicé -con un grupo de piragüistas- la expedición al Alto Paraná, en Argentina, siguiendo los pasos de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. En el 82 la expedición al Orinoco, tras las huellas de Humboldt, que terminó en naufragio y la repetimos con éxito en el 85. De América pasamos a África, y allí navegamos por el río Gambia, en 1988, por el Ituri-en el Congo- en 1989 y por el Dja -en Camerún- en 1990.

El resto de mis expediciones fluviales tuvieron lugar en Latinoamérica: por el río Pastaza que recorre la selva amazónica de Ecuador; cruzando del Atlántico al Pacífico por el Canal de Panamá en 2007; recorriendo el río Chagres, también en Panamá, y en 2016 el río San Juan, en Nicaragua.

Filipinas fue otro país en el que viví y trabajé entre 1998 y 2002, en un proyecto de cooperación empresarial al desarrollo, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional y dirigido por la patronal española CEOE.

Lula Solares y alucinábamos con los gigantes y cabezudos, Don Pelayo y su escudero, el rey Favila y el oso…. los piragüistas -desfilando con sus palas- nos parecían “supermanes”.

En piragua comencé a remar en el Lladuengu hacia el año 59 ó 60, es decir, con catorce o quince años, en aquellas embarcaciones de madera y lona, de bañera corrida, que usaban Pepito Fondón, los Peruyeros y Fausto Dory.

Un hito importante para mi afición al piragüismo fue la victoria en el Sella de mi primo Juan Miguel Feliz, con José Luis Gutiérrez, de la Sociedad Cultural y Deportiva de Ribadesella, en 1959, poniendo el récord en 1 hora y 30 minutos. Tenía yo 14 años y seguí la carrera con mi tío (el padre de Juan Miguel) en coche; viví la emoción y nervios de mi tío cuando Juan Miguel tomó la cabeza de carrera y el entusiasmo de los riosellanos en la meta, cuando vieron que -de nuevo- los de Ribadesella ganaban en casa. Algunos se lanzaron desde el puente al agua, vestidos, para celebrarlo, y yo, sin darme cuenta, llegué a la conclusión de que no había nada más grande que ganar el Sella.

Dos años más tarde, en 1961, competí por primera vez en el Sella en la categoría de juveniles, con mi amigo Juanín el del palacio de Coviella (q.e.p.d.); nuestra meta estaba en el puente roto de Toraño, pero continuamos hasta Ribadesella.

Fui el primer Director Técnico de la Federación, con Manuel Fonseca como Presidente, tras conseguir una excedencia en la Cámara de Comercio de Madrid, que era donde trabajaba como economista y en esa época llevamos a cabo cosas que quedaron en la historia del Sella, aparte de esa categoría de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Con Manolo Fonseca viajé varias veces a Barcelona para conseguir que Dionisio de la Huerta, el padre de la criatura, volviese al Sella (lo había dejado durante varios años) y al final lo conseguimos; se dio un cambio total a la salida, modificando el orden y colocando delante a las categorías más rápidas, para evitar apelotonamientos y accidentes; Alfonso Iglesias -el creador de Pinón y Telva- nos hizo una cartel que todo el mundo recuerda, el Sella fue una prueba del Marathon Grand Prix, instituido por el Comité de Marathon de la Federación Internacional del que yo formaba parte desde su creación».

Precisamente este lunes, día 18 de febrero, hace tres años que Juan Manuel fue nombrado Presidente del Comité Organizador del Descenso Internacional del Sella (CODIS).

Tanto la prueba deportiva como la Fiesta de las Piraguas han recobrado bajo su presidencia un esplendor que se había perdido hace años.

¡Feliz cumpleaños y adelante, Juan Manuel!