POR JOSE ANTONIO FÍLTER RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE CAÑADA ROSAL (SEVILLA)
La escenificación del Belén llegó por primera vez a España en el siglo XVIII, cuando el rey Carlos III trajo la tradición desde Italia.
País en el que San Francisco de Asís, alrededor del año 1223, comenzó a promover el original Belen viviente -es el acreedor del título del «primer Belenista» y patrón de todas las asociaciones-, después de un viaje que hizo a Jerusalén poco antes de morir.
La escenificación fue aclamada con éxito en toda Italia y, con el paso de los años, la representación de la Natividad se hizo casi obligatoria en todas las casas nobles. Con figuras de trapo, algodón, madera, o papel recortado la tradición se fue extendiendo por el mundo y, desde lo más alto de la clase social y eclesiástica, el belén pasó a formar parte de la vida de los funcionarios, comerciantes, artesanos y agricultores. «El Belén del Príncipe»
Nuestros actuales Belenes se le deben, por lo tanto, al rey Carlos III, que había hecho del nacimiento una institución nacional en Italia mientras ocupó el trono, y que lo introdujo en España, después de encargar, para deleite de su hijo, Carlos IV, y demás infantes de la corte, «El Belén del Príncipe».
La costumbre de montar belenes pervive, en la actualidad, en Italia, España, Francia, Alemania, Austria, etcétera. Países en los, a pesar de la implantación de otras modas como el árbol de Navidad, confeccionar un belén, con el máximo de figuras posibles, en imaginarios paisajes, sigue siendo una de las manifestaciones navideñas más típicas.
Fuente: https://www.facebook.com/