ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA DE BADAJOZ: «LA FERIA ERA UN PRIVILEGIO REAL PORQUE SE PODÍA VENDER SIN PAGAR TASAS»
Si este 2020 hubiese sido un año normal tendríamos por delante una semana llena de planes de feria: comidas con los amigos, tarde de cacharritos con los niños, fuegos artificiales en el parque del río, toros y juerga hasta por la mañana en El Quinto Pino. Hoy, sin embargo, no se encenderá Caya porque la nueva normalidad –que estrenaremos el lunes– está reñida con las multitudes. Será la primera vez que Badajoz no esté de feria en San Juan.
La covid-19 ha podido con la celebración de una fiesta que nunca antes se había suspendido ni siquiera durante la epidemia de gripe de 1918 o en plena Guerra Civil. Lo atestigua Alberto González, cronista de Badajoz: «Oficialmente, la feria no se ha suspendido nunca. En 1918 se celebraba en mayo y el golpe gordo de la gripe llegó a Badajoz a finales de agosto. Esto hizo que se cancelasen algunos eventos periféricos que se hacían en septiembre cuando venían a vender algunos ganaderos o se hacía alguna corrida de toros, pero la feria como tal no».
«En 1936 con el ambiente muy caliente –prosigue– la feria que por entonces ya se hacía en junio se celebró, aunque en tono bajo porque la Guerra Civil estalló al mes siguiente. Y a partir de 1937 siguió celebrándose por aquello de intentar dar una sensación de normalidad».
Por primera vez, al menos desde que se celebra en el mes de junio –que en 2025 cumplirá un siglo–, no habrá feria de San Juan. El 22 de abril España sumó 208.389 contagiados y 21.717 fallecidos por coronavirus y Extremadura acababa de superar la barrera de los 400 muertos y la cifra de contagiados continuaba en ascenso. Ese mismo día el alcalde Francisco Fragoso anunció que se suspendía la feria. No se cuestionó su decisión, al contrario, en pleno confinamiento duro nadie tenía cuerpo de feria.
La que disfrutamos en Caya, si hacemos un ejercicio de nostalgia, no se parece en nada a las ferias de Badajoz de la Edad Media, cuando no había ni tómbolas, ni norias ni discotecas con animadores. «La gente entonces era autosuficiente y solo se podía comprar en unos determinados días y sitios. Entonces la feria era fundamentalmente de ganado, pero al socaire siempre había un pícaro que hacía algún juego de manos o el que vendía un crecepelos», relata el cronista.
Eran unos años donde la celebración de las ferias dependía del capricho real. Era el monarca de turno el que decidía a qué ciudades les permitía organizarlas según fueran más o menos fieles a la corona. «Tener una feria antes era un privilegio que el rey concedía a cuentagotas, porque significaba que se podían vender libremente cosas producidas en el sitio o llegadas desde fuera sin pagar las tasas en las puertas de la ciudad. Las primeras ferias las concede a Badajoz Alfonso X El Sabio a mediados del siglo XIII». Fernando VII, sin embargo, no fue tan generoso y castigó a la ciudad quitándole la feria, pero a partir de su muerte tomó un nuevo brío. Entonces, como casi todas las cosas importantes, se celebraba en septiembre coincidiendo con San Miguel, fecha en la que la cosechas ya se habían cobrado.
«Cada vez va teniendo menos importancia el ganado y los productos agropecuarios y va ganando terreno lo lúdico, sobre todo los toros, el fútbol, las carreras de bici o las batallas de flores», recuerda González, que ilustra esta evolución con un significativo cambio de nombre: de ‘Mercado y Feria de Badajoz’ pasó a llamarse ‘Ferias y fiestas de Badajoz’.
Más tarde llegaron las competiciones de natación en el Guadiana, la diana floreada y los pasacalles de las bandas de música (incluidas las de los regimientos militares), las luminarias –lo que hoy llamamos fuegos artificiales–, las cenas con baile para lo socios del Casino, el Ateneo, el Royalty o el Centro Obrero y las verbenas populares en San Francisco. Eventos que adornaban la que hasta entrado el siglo XX era la gran y casi única fiesta de la ciudad y los pacenses aprovechaban para estrenar ropa.
De su importancia, apunta el cronista, habla el hecho de que la Concejalía de Ferias y Fiestas era antes una de las más importantes del Ayuntamiento, a la altura de Hacienda o Vías y Obras. Hoy San Juan es otra feria, pero sigue siendo fiesta grande en Badajoz y en 2021 habrá que celebrarla por partida doble.
‘San Juanito’ en septiembre sería una vuelta a los orígenes
El coronavirus ha podido con San Juan, pero si nada se tuerce no podrá con ‘San Juanito’, la feria chica que el Ayuntamiento barrunta celebrar en septiembre u octubre. De ser así, sería una vuelta al origen de la feria de Badajoz que hasta 1925 ni fue de San Juan ni se celebraba en junio. De hecho, comenzó celebrándose por San Miguel (fecha que en la actualidad tiene reservada la feria de Zafra), pero durante muchos años bailó en el calendario llegándose a celebrar en agosto e incluso en mayo. Después se eligió el solsticio de verano por dos razones, explica el cronista Alberto González: «Desde la Edad Media el Ayuntamiento se constituía el 24 de junio, que era exactamente la mitad del año y además se celebraba el patrón de la catedral. Esto hace que mucha gente estime que el patrón de Badajoz sea San Juan, cuando en realidad es San José». Las fechas no es lo único que fluctuó, también la ubicación del real. Durante mucho tiempo se celebró en la margen derecha por una cuestión sanitaria: evitar que el ganado entrara en la ciudad. Luego pasó dentro de las murallas: en Castelar, memoria de Menacho o el baluarte de Santiago, hasta saltar a la Granadilla y de allí a Caya.
Fuente: https://www.hoy.es/ – MIRIAM F. RUA