POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Ulea no tenía salida por camino o carretera hacia los pueblos limítrofes de la margen derecha del río Segura y, la posibilidad de construir un puente de madera quedaba reducida a una mera ilusión. Sin lugar a dudas, el cauce del río- fronterizo entre Ulea y Villanueva no facilitaba dicha posibilidad, ya que se tropezaba, sino con la oposición sí con la falta de colaboración de las autoridades del pueblo vecino.
Si el río hubiera discurrido solo por territorio local no existiría ninguna complicación, ya que todo el pueblo estaba firmemente convencido de que tenían que colaborar por la causa.
Pero como la realidad era bien distinta, se imponía la negociación con las autoridades de Villanueva que, aunque había sido anexo de Ulea, durante varias etapas de la historia, acababan escudándose en una realidad a medias; ellos no necesitaban dicho puente.
Hasta cierto punto era cierto, pero, no para todos; ya que muchos tenían terrenos y casas en Ulea e incluso; familiares. Por si fuera poco, algunos comerciantes tenían que tomar rumbo hacia el norte, con sus productos agrarios y ahorrarían kilómetros y tiempo. Como consecuencia, ni daban permiso en su territorio para que se efectuara el amarre de los maderos, ni por supuesto, estaban dispuestos a colaborar económicamente.
A lo largo de la historia, ha habido varios conatos de acercamiento, debido a las gestiones de los políticos y clérigos, empeñados en la construcción de un puente de madera que ofreciera garantías para su tránsito peatonal y rodado.
Existen testimonios de las conversaciones que mantuvieron entre los políticos de ambos pueblos para intentar encontrar puntos de convergencia en las gestiones; con el fin de construir dicho puente. Así, en el año 1708, nuestra corporación municipal; encabezada por Sebastián Piñero y los miembros de su consistorio como Joseph Escudero, Pedro Valverde y Francisco Lozano, entablaron conversaciones con los políticos de Villanueva, sin llegar a ningún acuerdo.
Con posterioridad, en el año 1743, siendo alcalde Joseph Piñero López y teniente alcalde Joseph Tomás Montoro, con la inestimable ayuda del cura del pueblo Juan Pay Pérez (párroco de ambos pueblos). Las conversaciones como en anteriores ocasiones, acabaron en un rotundo fracaso: siempre prevalecían los mismos argumentos.
En el año 1850, siendo nuestro Alcalde Joaquín Miñano Pay y, el cura de nuestra localidad que atendía a los pueblos de Ulea y Villanueva y que, además ejercía de fabriquero Diego Herrera, intentaron dialogar con las autoridades de Villanueva pero, una vez más, no hubo ningún acuerdo.
No tardaron en volver a la carga y, cuando el padre dominico Fray Jesualdo María Miñano López regresó de su misión en Filipinas y se asentó como párroco de la localidad arengó al Alcalde, su sobrino Joaquín Miñano Pay, para que negociara la construcción de un puente de madera, que uniera las dos poblaciones vecinas.
Estas nuevas negociaciones tuvieron lugar en el mes de septiembre del año 1869, pero, en vista del empecinamiento de las autoridades del pueblo vecino, decidió comprar y regalar una barca para el tránsito sobre el río Segura a la altura del Soto. A esta barca, la bautizó con el nombre de Esperanza—Concordia, con la ilusión de que ambos pueblos pudieran entenderse como hermanos y nunca como rivales. La botadura de esta barca se llevó a cabo el día 31 de octubre de 1869.
Por aquellos tiempos, la mayoría de los puentes sobre el río Segura, estaban construidos a base de madera, razón por la cual eran presa fácil de las aguas embravecidas durante las fuertes riadas. Como consecuencia, no quedaba otra disyuntiva: volverlas a reparar o reponer.
Por si fueran pocos los inconvenientes, una Real Orden obligaba a que toda la madera que producían los montes del Reino de Murcia, debía destinase a la construcción de barcos en las atarazanas y arsenales de Cartagena. A esta disposición Real se añadía que, las casas se construían a base de madera y los azudes eran construidos con empalizadas de madera. Ante tales contrariedades, la construcción del soñado puente de madera, fue una quimera.
No obstante, en el año 1888, se produjo un nuevo intento y así, el diario La Paz de Murcia del día 2 de febrero de 1888, publica la noticia de que los pueblos de Ulea y Villanueva han reanudado las conversaciones con el fin de llegar a un acuerdo sobre las condiciones en que se construiría dicho puente de madera sobre el río Segura que uniría para siempre a los dos.
Los mediadores, eran Juan Massa y Massa (por parte de Villanueva) y Felipe Carrillo Garrido (por parte de Ulea), avanzaron en sus negociaciones, más de lo esperado; aunque no se llegó a plasmar las bases para la construcción de dicho puente de madera, pero si sirvió para que las autoridades regionales se implicaran en la construcción de un puente con pilares sólidos sobre el cauce del río, unos 200 metros más arriba del embarcadero que fuera duradero y no se viera deteriorado ante el acoso de las frecuentes riadas.
Dichas gestiones dieron su fruto y, en el año 1925, siendo Alcalde local José Carrillo Torrecillas, tuvo lugar la inauguración de un flamante puente entre las dos localidades. Ese puente, con varias remodelaciones, es el actual.