EL PUERTO DE LA LOSILLA (40) Y SU TORRE : UN VIAJE DE DESCUBRIMIENTOS Y HUMILDAD
Oct 05 2024

POR GOVERT WESTERVELD, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)

Con esta última aportación sobre La Losilla (la Torre del Puerto de la Losilla), he llegado al final de mi estudio de este enigmático lugar, esperando que más de un lector pueda ayudarnos con datos adicionales sobre las viviendas, las personas que habitaron la zona y otros detalles curiosos de este rincón histórico. Aunque el trayecto ha sido fascinante, la verdad es que, al concluir, me invade una sensación de humildad profunda, pues, a pesar de todo lo investigado, me doy cuenta de que aún sabemos muy poco.

Gracias al valioso testimonio de Ángel Garro Yepes, quien tristemente nos dejó en 2023 a la edad de 85 años, hemos podido arrojar algo más de luz sobre esta misteriosa torre. Ángel, oriundo de Ulea, narró cómo en 1956 la conoció con una altura de entre 7 y 9 metros. «Era imponente», contaba, pero con el paso de los años, la estructura sufrió tal deterioro que hoy solo queda un vestigio insignificante, apenas un cúmulo de cimientos de medio metro. El tiempo ha sido cruel con la torre, robándonos gran parte de su grandeza y dejándonos con más preguntas que respuestas.

Sin embargo, lo poco que hemos descubierto nos habla de una torre de cemento, que se alzaba a 11,20 metros de altura, diseñada para permitir una observación de 360 grados sobre su entorno. Era una construcción de vigilancia, con dos vigilantes encargados de controlar el movimiento de carros, ganado y cualquier actividad que transitara por la Cañada Real de Ulea, imponiendo un impuesto a los viajeros que pasaban por el puerto. Esta imagen de la torre, casi épica, vigilante solitaria en un puerto olvidado, evoca tiempos de duro trabajo, de control y resistencia, un testimonio silencioso de la vida en otra época.

Josefica Talavera, que vive en La Nucia y con 104 años de sabiduría en 2023, nos ofrece otra perspectiva sobre la torre. Según ella, la estructura era más alta, entre 10 y 20 metros, pero no era redonda como afirmaba Ángel. Josefica recuerda una torre con forma hexagonal u octagonal, con paredes tan gruesas que justificaban su imponente altura. Aunque no podía precisar la anchura exacta, es razonable suponer que su base ocupaba al menos el 60% de su altura, lo que subraya la majestuosidad de la edificación.

Cerca de la torre, según nos cuenta, se encontraba una venta, la Venta de San Roque, dirigida por su abuelo Mauricio Abenza, un lugar donde los viajeros podían encontrar descanso al bajar por el puerto de la Losilla. Las vidas de estas personas, sus historias, y sus luchas diarias se entrelazan con los restos de la torre, cada fragmento de cemento cayendo al suelo parece susurrar ecos de un pasado que lentamente desaparece de la memoria colectiva.

Después de años de investigación, me doy cuenta de que, a pesar de los descubrimientos y de las numerosas horas dedicadas a este enigma histórico, lo que realmente he ganado es una profunda humildad epistemológica. Es un recordatorio de que, cuanto más aprendemos, más conscientes somos de todo lo que ignoramos. Esto me lleva a una sensación casi irónica de lo que los expertos llaman el efecto Dunning-Kruger en su forma inversa: cuanto más nos adentramos en el conocimiento, más evidente se hacen nuestras limitaciones.

El Puerto de la Losilla y su torre aún guardan secretos, misterios que el tiempo ha ocultado, y aunque mi viaje investigativo llega a su fin, mi esperanza es que otros puedan continuar este camino, añadiendo piezas al rompecabezas y llenando los vacíos que he dejado. Como testigo de su grandeza perdida, me inclino ante la historia, sabiendo que, en realidad, apenas hemos comenzado a comprender su vasto legado.

Dibujo: La torre del Puerto de la Losilla en 1507,según Pedro Lillo

FUENTE: https://www.facebook.com/profile.php?id=100015585155560

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