POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Muchos de ustedes recordarán que cuando en el año 2010 España ganó por primera y única vez en su historia el Campeonato Mundial de Fútbol, venciendo a la selección holandesa por 1-0, se comentó mucho el que un grupo alemán utilizaba a un pulpo superinteligente, llamado Paul, para pronosticar resultados de fútbol.
Parece ser que el pobre animal, estresado por tanta consulta, falleció dos años después.
¡Qué cosas hace la gente!, dirán ustedes al recordar esa aparente majadería en la que muchos, como yo, creíamos.
Pues «algo» había de cierto en esa historia, ya que, como decía mi suegro Prudencio,»tou cae en copla y tou ye verdá».
Les explico el porqué de mi fe en Paul.
Los pulpos son los seres más inteligentes de todos los animales invertebrados y cuya diversidad conductual es realmente impresionante. Son capaces de afrontar con éxito situaciones de difícil solución y tienen memoria para recordar sucesos acaecidos con antigüedad de unos dos años. Su sistema nervioso es casi perfecto, disponiendo de unos 160 tipos de protocadherinas, que son unas proteínas responsables de la interconexión de neuronas. Como dato, sepan que los humanos disponemos de unas 6O de estas proteínas. Y eso, los «humanos listos».
No les extrañe, por tanto, que el pulpo, ser inteligente y confiado, sea tan listo y posiblemente tan profeta.
Este animal, molusco octópodo (8 pies) y cefalópodo (con los pies en la cabeza y no con la cabeza en los pies como muchos políticos), además de ser mítico y casi brujeril, tiene otro «destino en lo universal», como se decía antaño sobre nuestra España.
Ese destino es LA COCINA y su preparación bandera es la denominada «A FEIRA».
Y se llama así porque era y es manjar obligado en las ferias y fiestas de Galicia, cocido en viejas y antiguas calderas de cobre sobre trébedes y con calor de leña en las afueras (extramuros) del pueblo donde había tal «folixa». La cocción y aderezo (aceite, sal y pimentón) eran secreto de las pulpeiras («polbeiras»), trasmitido de madres a hijas generación tras generación.
Escribía don Alvaro Cunqueiro que «hoxe o polbo é comunal e xa non hai que agardar as feiras, En toda tasca de Galicia, a calquera hora, en calquera día, podese pedir unha tapa de polbo».
En O Carballiño, y antaño en Arcos, le hacen fiesta al pulpo porque, así se testimonia, «e onde estaban a flor das polbeiras».
Yo soy, al igual que los gallegos, «moi polbeiro», pero no se me da cocinarlo bien. Así que para no equivocarme les transcribo, sin plagiar, la receta publicada en «La Cocina Gallega. Vol. 2», libro de R. Soto Riobó.
Después de lavado el pulpo, (uno o dos kg) y tras unos días de congelación para «que ablande», se introduce entero, en tres veces, metiéndolo y sacándolo, en agua hirviendo. Después del «tercer baño» se deja cocer en esa agua hirviente durante unos 20 minutos. Reposa durante 15 minutos en la misma agua caliente se saca, se trocea y adereza con aceite de oliva, sal y pimentón al gusto.
Se sirve en plato de madera y, si se desea, con cachelos ofrecidos en fuente aparte y también aderezados como el pulpo.
No sé si habré acertado con la receta. Ante la duda, y para que disfruten de un «bo polbo a o modo de O Carballiño» sepan que en el restaurante avilesino YUMAY, durante los días de 7 a 11 de febrero, la pulpeira AURORA BARANDA, de O Carballino, hará buena demostración de la «cocina del profeta»; quiero decir, del pulpo.