EL PUPITRE . LUDIOR
Feb 10 2022

POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA.

Estamos en tiempos convulsos donde la incertidumbre campa a sus anchas. Cierto es que la sociedad necesita sobre todo humor, risas, ambientes divertidos para “apaciguar tempestades” y olvidar, en parte, situaciones dramáticas, exigentes, rigurosas, despiadadas o intransigentes, generadas por una pandemia que ha sembrado más miedo que esperanza.

Creo que ambientar el camino con divertimento es más saludable cuando las familias, parejas, grupos de amigos, trabajos o políticas han modificado sus hábitos de vida, sus relaciones, sus apuestas e intereses por viajar, reunirse o mantener el amor en vínculos de padres, hijos y abuelos. Ha habido un campo abonado para el maltratador, verbal o físico, para el violador de sentimientos o para ese individuo que sabe que “haciendo mal” satisface su espíritu irracional y perverso.

Hay que romper tabúes que se han generado en tiempos de confinamiento, soledad de espíritu o sentimientos encontrados. Hay que buscar “salida” a esa opresión que genera una incertidumbre y un desánimo.

Ante estas nuevas motivaciones, con mascarilla o sin ella, con la duda de si compartir en bares o restaurantes, asistir a actividades o ver a la familia distanciada, puede o debe de ser adecuado o no, la lectura nos ha acompañado en tantos y tantos momentos de “sentirse bien” para generar buenas sensaciones. Libros de autores conocidos o series televisivas donde las razones del suspense o la historia han sido panacea para reencontrarnos a nosotros mismos en tiempos peligrosos por tener identidades cruzadas, creo que se han multiplicado en deseo y hechos.

Y todo esto me viene a colación al asistir a encuentros literarios donde el suspense es el guión que entretiene, dándole la gracia de saber por dónde debe buscarse el hilo de una trama argumentada con sentido y experiencia vivida. Y claro, si hablo de necesidad de expansión, alegría o diversión, no hay clara razón para mostrar como camino el suspense o tal vez sí, diría mi amigo Pascual. Creo que seguir a Ludior, el detective conquense, nacido en Buciegas, que se enzarza en revivir estampas policiacas de tinte familiar, lugares conocidos, asistido por su perro de agua, por su “sabueso” en la búsqueda de pruebas claras para redescubrir su propio yo, es entretenido y divertido, no hay pesadez ni tristeza, sino embaucamiento de desentrañar ese puzle que el autor ha ideado. Puzzles, jeroglíficos, laberintos, adivinanzas o mitos mágicos.

Ludior es un investigador simpático, divertido en su ir y venir, que además cuando presenta historia inventada, canta y acompaña musicalmente con su laúd o con su guitarra. Que es respetuoso con los que le rodean y le siguen, que nos hace sentir su necesidad de compartir para entretener y dejar sentir el peso de nuestra propia vida. Se acerca a esa novela psicológica al centrarse en el interior de sus personajes, por lo que están motivados, como actúan, qué temores tienen, qué desean, cómo se encuentran. Y es que me gustan sus historias, en tiempo de pandemia o fuera de ella, por suspense o novela negra, pero en aderezos al contratiempo del tiempo. Es Luis Díaz el que entretiene ahondando en espacios necesitados cuando cuenta sus historias con sencillez, sin olvidar que cantando abre otros caminos que romperán ansiedades para divertir soliloquios. Pero hay más gente que sabe estar en ese camino, tal vez Alberto Val Calvo con su Fiebre amarilla y ese peregrino que muere en Tuy en circunstancias extrañas; o escucharle hoy en su tertulia de la Biblioteca municipal en No hay crímenes en Tristán de Acuña, y si no, vean a Antonio Lázaro y su thriller de Los años dorados, trayendo al recuerdo nostalgia y pasión, provocando entre todos que los personajes ficticios se enfrenten a un dilema y reaccionar en base a sentirse o no identificado con alguno de ellos y así ayudar a conocernos a nosotros mismos cuando tiempos de pandemia, incertidumbre o desasosiego abruman en cada momento.

Por tanto, Castilla La Mancha tiene fondo donde encontrar suspense, misterio, razón y sinrazón en novelas, relatos y cuentos, tiene buenos escritores en casi todos sus campos, porque es bueno hacer realidades de ficciones literarias, cuando la palabra tiene que seguir siendo protagonista en momentos de incertidumbre, de banalidades, de tuercebotas que no saben más que hilvanar necedades en tiempos en los que las historias con psicología o divertimento, deben ser medicinas saludables para el espíritu, ahora dañado por los tiempos malos que atenazan.

Leamos y leamos, construyamos ideales, dejémonos llevar del entretenimiento para la mente, el espíritu y sobre todo, el corazón, porque hallaremos salud donde hay enfermedad y seremos más humanos, solidarios, convivientes y sociales. Hace falta.

FUENTE: https://eldiadigital.es/art/388179/ludiorpor-miguel-romero-saiz

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